martes, 28 de febrero de 2017

Enduro!!

Esto que ven a continuación es una maneta de embrague partida. Le falta la "bola" y los últimos dos o tres centímetros del extremo, que son poca cosa en lo que a material se refiere, pero importantes para tener buen tacto y también seguridad en no clavártela en caso de accidente.


El motivo de su rotura es la caída de la moto durante una maniobra harto complicada. Manda huevos!!!
Toda la mañana haciendo enduro, el cabra, el bestia, por trialeras, riachuelos, arenas, fango, charcos, losas de piedra, ramas, estrecheces, túneles... y dando la vuelta en medio de un camino ancho pierdo pie (cosas del paticortismo ibérico) e inevitablemente mi adorada 690 toca tierra por primera vez.
Su desvirgamiento acaba con el estado impoluto del extremo del manillar, y también con la maneta. Lo demás sigue intacto. La moto tiene genes de campo, y en estas cosas se nota.
La mañana ha sido intensa, es la primera vez que hago el enduro de Lepe con este aparato, y es tarea ardua, complicada a veces, dura siempre. Tenemos que parar a menudo para coger aire, no estamos acostumbrados al esfuerzo de mover 150 kg de esa manera.
Este ha sido el remate de la zona de enduro:





Después de la cerveza y la tapa de ensaladilla, volvimos por los pinares de Aljaraque, pasamos del enduro a un trail rapidito entre arenas, caminos más anchos, charcos y mucho verde a nuestro alrededor. Buen ritmo, derrapes, algún caballito para pasar a una rueda sobre el agua y regatos varios; subidas de repechos como si no hubiera mañana, y cosas propias de la zona. Muy divertido.
Al final, tocaba como siempre pasar a lavar las máquinas. Hoy se han portado de maravilla, y eso que les hemos exigido.



Como si nada hubiera pasado, preparada para el próximo asalto:

Frondoso

No es la primera vez que recalo en Posada Finca la Fronda junto a toda la familia.
Abuelos, hermanos, sobrinos, primos... todos hemos pasado unos días muy buenos en la sierra de Alájar y aledaños.
No hablaré de nuevo sobre el alojamiento rural, que ya comenté hace años, en cambio prefiero en esta ocasión hacer referencia a vivencias y momentos.


Los mayores hemos disfrutado, pero los niños lo han hecho mucho más, sin duda. Las posibilidades que ofrece este entorno para conocer de primera mano la naturaleza en todo su esplendor son casi infinitas. El invierno no es muy duro por aquí, y todo está verde y frondoso, los senderos tienden a cerrarse y quieren desaparecer, los animales están alegres, los riachuelos corren aquí y allá.



Realizo tres rutas de senderismo, algo que nunca practico (quizá pienso que me vendrá bien cuando sea mayor...), pero que me ha reconfortado muchísimo. Uno se integra en el bosque que le rodea, y tiene tiempo para pensar aunque no quiera...
Me busco la vida para que no sean muy exigentes, ni en distancia ni en inclinación positiva del terreno, jejejej
Les comparto unas pocas instantáneas de un paseo que hice en solitario desde la posada hasta Alájar:











El musgo nace de los muros de piedra que sirven para delimitar las lindes de algunas fincas:






Muchos tipos de árboles se pueden ver, ciertamente viejos la mayoría, lo cual me ilusiona y alegra. Las fincas en su mayoría se dedican a la explotación hortofrutícola o a la crianza de aves o cerdos.
Enseguida llego al pueblo de destino, donde veo algunos carteles señalizando los senderos. Toda la zona está llena de éstos, son fuente de turismo para toda la zona, pues estos pueblitos viven casi en su totalidad de la explotación de los negocios derivados del mismo.



Esto es lo primero que uno ve cuando entra en Alájar viniendo del sendero desde Linares de la Sierra, calles que suben y bajan, y el eterno empedrado del suelo que es denominador común de todas las localidades serranas:











El resto de mis familiares están oyendo misa. Yo no. Me dedico a pasear, maravillado, y encuentro cosas curiosas como esta párvula oficina de Correos:



Pero más reducido aún es su horario de atención al público:


Y así sucesivamente... Para terminar este resumen muy muy escueto de lo que ha sido el fin de semana, les dejo una de las reproducciones de Botero que puede encontrarse en el aseo para caballeros en la posada referida:



A los más pequeños les hizo mucha gracia, igual que todos los demás cuadritos del mismo autor.

En fin, solo quiero y espero repetir estas experiencias muchas veces.

jueves, 23 de febrero de 2017

Es lo que hay

Mis capacidades de mejora, mantenimiento, arreglos... tienen un límite técnico. 
Siendo un ser humano estudiado en letras puras, y licenciado en Derecho, mi bagaje sobre mecánica, tuning, etc se lo debo fundamentalmente a la lectura de miles de revistas y artículos, amén de varios libros sobre el tema que han pasado por mis manos, e incluso atesoro algunos en mi biblioteca particular.
Pero hay cosas que por tiempo, dedicación especial, o espacio, no puedo ni quiero hacer. Y ahí es cuando tengo que recurrir a ayuda o colaboración externa, mejor si es profesional, pagando, claro está.
Y con mi recientemente adquirido colín monoposto me dirijo a al taller de chapa y pintura de un conocido con todo lo que se puede ver en esta imagen a continuación (todo menos el deleznable escúter, tan deleznable como cualquier engendro asqueroso de ruedas chicas y chasis monocasco de esos, qué grima, por dios):


El "kit" se compone de: cubierta monoplaza en dos piezas original (la mitad delantera en fibra de carbono), juego de adhesivos originales que deben ir colocados en los dorsales, y pieza de mi máquina para que tomen referencia y ejemplo para sacar el color (en este caso un intermitente derecho). 
Lo dejo todo en manos del taller.

Al día siguiente recibo mensajes del encargado de hacer el trabajo: demasiado complicado, mucha tarea, muy delicado de hacer bien... mejor me recomienda otro amigo suyo que se dedica a la aerografía. 
Bueno, no hay que hacer sangre. La culpa es mía por llevarlo a un taller de extrarradio dedicado a chapa y pintura que trata con el jugoso negocio de los seguros: trabajo fácil en la mayoría de los casos, y que se paga sin problemas (tarde, pero se paga, supongo), sin el engorroso asunto del trato con clientes particulares. Visto así, lo mío es un marronazo. Entonces, ¿por qué lo coges, por qué me mareas?

El tener una moto amarilla en vez del típico rojo, tiene estas cositas. 

No hay prisa, relativamente. Mejor un trabajo bien hecho, para una moto que poco a poco quiero ir convirtiendo en algo especial. Ya lo es, de hecho, pero puede serlo mucho más con pequeños detalles, y un subchasis también original en aluminio, con su colín adecuado, sube muchos enteros a nivel estético. ¿Y no se trata también de eso, hablando de motos? La estética lo es casi todo en una moto, y más en una deportiva, y más en una Ducati, y más en una Terblanche.

En fin, cuando uno se pone en manos de un tercero, sabe cuándo empieza, pero nunca cuándo acaba. 

martes, 21 de febrero de 2017

se sei incerto tieni aperto!

O en vulgo castellano motorístico: en caso de duda, gas!

Dado mi estado de luna de miel con la rubia italiana, he pasado unos días ardiendo en deseos (literalmente) de salir a dar una vuelta con ella. Vamos intimando poco a poco, me gusta mucho, y noto que a ella le gusto yo y le gusta mi manera de llevarla entre curvas.

La confianza es un abstracto, un valor que hay que cultivar y que requiere tiempo. No puede haber confianza sin experiencia, sin tiempo que la atestigüe, sin pruebas. Es como criar una planta: hay que plantar la semilla, regarla, cuidar de que el sol no abuse de ella, o de que le falte en demasía, nutrir el suelo, limpiar de hojas secas, podar. Lleva un proceso, y no siempre vamos a tener flores hermosas, porque toda época tiene su afán.

Incluso un lunes por la tarde de un nublado día de mediados de febrero puede ser una ocasión excelente para comprobar las peculiaridades velocísticas del chasis boloñés, que se configura como un pétreo armazón que rodea, sujeta y encarrila el motor tan especial como casi mágico de esta máquina.

Entre aquella hoy ya casi lejana 999 que tuve, y esta 749 que disfruto hoy, han pasado por mis manos varias otras motos, y con todas he disfrutado, cada una a su manera. Pero sólo con ésta de hoy he vuelto al sinvivir, a contar los minutos y segundos hasta la siguiente salida, a bajar al garaje a observarla en silencio. Mis vecinos deben pensar que no estoy bien del tarro, vaya tela con el caprichoso éste. 
Recuerdo una vez, volviendo de la Venta del Cruce, al llegar a Zalamea di la vuelta separándome del grupo de amigos y compañeros de todos los sábados, y volví a subir de nuevo yo solo. Tal era la pasión que despertaba en mí aquella máquina. Y la de ahora no es menos. Se puede decir que es menos en algunos detalles. Pero es igual en otros, la mayoría. Y mejor en pequeñas cosas, detalles que hoy sé apreciar y disfrutar.


Esta moto, cuyo diseño incita a invadir el espacio-tiempo hasta el desdoblamiento gravitatorio, es bella en pictograma, de cerca y de lejos, y gana mucho en directo (como todos los grandes diseños). Es más, hoy, cuando se cumplen catorce años de su presentación, se ve como un diseño plenamente vigente, mientras que motos más modernas parecen obsoletas a los pocos meses de ver la luz. Es la magia de Pierre Terblanche, un genio del dibujo, que sabe plasmar conceptos como la velocidad, el dinamismo, sobre algo que está aparcado. Eso es difícil. Pero no fue comprendido por la masa, a pesar de que es artífice de otros increíbles éxitos de Ducati de los que su detractores no quieren acordarse. 
Hoy soy muy feliz por poder contarles todo esto, porque estoy francamente emocionado y contento por tener la suerte, el privilegio, de posar mi culo sobre ese duro asiento y disfrutar tantísimo de una motocicleta espectacular, viva, presente. Presente en todos los sentidos.

sábado, 18 de febrero de 2017

Andévalo en grupo

Hasta ocho motos nos llegamos juntar para la ruta de hoy, que recorrería todo el Andévalo, comarca que nos procura paisajes singulares, mucha naturaleza, y bastantes posibilidades para la moto trail.

Aquí los ocho en la obligada parada para desayunar, hecho que tuvo lugar en Alosno, capital del fandango más onubense, donde no pudieron faltar unas buenas tostadas de pan de pueblo con buen jamón de la pata:


Ruta variada en la que comenzamos con bellos pinares y tramos de arena. Un poco de fango, pistas rápidas, otras más reviradas, bosques de eucaliptos, muchísimos charcos.
Aunque bajo el casco, se me puede ver muy feliz:


Esta es la típica parada para hacer pipí, echar un pitillito, y porqué no, también reirnos de pequeñas anécdotas que se van sucediendo a lo largo de la ruta.


Motos ha habido desde una 2T de 300, hasta BMW F800GS. Lo más abundante han sido las polivalentes y fantásticas monocilíndricas de cilindrada media, como la 690R de Antuán:


En la siguiente instantánea vemos la Gasgas 300 y una Suzuki DRZ400E, las más endureras, que también son capaces de acompañarnos en rutas de largo recorrido:


Clan BMW casi al completo:


Finalmente, al llegar a Huelva y lavar las motos, Lillo se da cuenta de que se le ha vuelto a romper (por segunda vez) el guardabarros trasero, dando lugar a que se ponga perdida de barro la zona donde va la batería, otros componentes eléctricos, las herramientas...




Tras una observación somera del hecho, descubro que ha sido motivado por el roce y golpeo de la rueda con el guardabarros al hacer tope la suspensión, cosa que no debería pasar. Mi veredicto es que el tope de goma que tiene el amortiguador se ha estropeado o roto. Veremos qué le dicen en el taller. Menudo mosqueo llevaba, y eso que es difícil que el Lillo se enfade...

En resumen, y quitando el suceso de la XT de Lillo, y que el lepero se tuvo que ir a mitad de ruta aquejado de dolores de espalda y para cumplir con compromisos familiares, todo ha salido bien, hemos disfrutado muchísimo, el tiempo ha acompañado, y el campo está realmente bonito.

Ahora tengo un viaje en lontananza para el próximo fin de semana y no podré coger la KTM, pero haremos otras cosas.

En seco

Era una característica peculiar y casi única en el mundo de las motos, el que las Ducati, sobre todo las deportivas, tuvieran embrague en seco. Como dato anecdótico, las BMW con motor bóxer llevan uno también, pero de coche, monodisco. 
En el siguiente holograma en dos dimensiones pueden observar que en la mía hay más de un disco. Y más de dos.
Los motivos de llevarlo en seco son pocos, la verdad. Simplemente el origen de este motor, que data de los años sesenta, y eran motos destinadas a la competición. En competición, en la altísima competición quiero decir, se usaban y se siguen usando embragues en seco, como ocurre, sin ir más lejos, en motoGP, en que todas las participantes lo llevan (no sé a ciencia cierta si Aprilia también, pero las japonesas y Ducati sí). 


Un embrague en seco roba menos potencia al motor por no ir batiendo el aceite. No contamina el aceite con restos de desgaste del ferodo de los discos, se ahoraa en el peso de la tapa del cárter, y se tiene un acceso más cómodo y rápido para desmontar y montarlo (para cambiar discos o regular el antirrebote).
Todas esas ventajas tienen su contrapunto en un mayor ruido mecánico que no a todo el mundo agrada, mayor desgaste de los discos, y un tacto no tan progresivo. 

Sea como fuere, mi 749 lo lleva. Las modernas Ducati no, ninguna, sin excepción, ni si quiera las más deportivas y potentes.

Al desmontar he comprobado que los discos se encuentran al 95% de uso, es decir, que ha sido cambiado recientemente, lo que me alegra. También veo que la campana se cambió (cosa habitual cambiar campana y discos a la vez) por una para albergar disgos de 48 dientes, en vez de los originales de 12 dientes. Esto supone una mejora porque reparte el esfuerzo en el cuádruple de puntos, lo que origina menos desgaste a la campana, y es un cambio que mucha gente aprovecha para hacer cuando la campana original (mala, pesada y blanda) ha llegado al fin de su vida útil.

Por lo demás, estoy contento porque el viernes me llegaron dos envíos, uno con un pedido a proeuroparts.com de pequeñas piezas para ir rematando la "restauración", y otra con un subchasis de aluminio y colín monoposto que pronto montaré en mi macchina para radicalizar su imagen...


El pistón que se ve arriba a la izquierda de la imagen no es para la 749, sino que se se trata de uno que cambié a una moJonda CR125 que tuve hace 25 años más o menos, y que uso como pisapapeles y contenedor de grapas usadas.

La web www.proeuroparts.com ha sido un descrubrimiento (gracias, de corazón, a Antonio, de Monkey Road Workshop), pues tienen todos los recambios y piezas originales de varias marcas de moto, sobre todo las europeas, a precios lógicos, y en cuatro o cinco días los tienes en casa. ¡Genial!, sobre todo para los que no tenemos concesionario cerca y tenemos que buscarnos la vida un poco para nuestros pequeños arreglos.

miércoles, 15 de febrero de 2017

La visera

Cuando se cierra la visera es como pasar a otra dimensión. El mero hecho de ponerse el casco es un paso hacia una situación de aislamiento a la que hay que acostumbrarse, pero al menos, mientras la visera está abierta, hay más sonidos, más aire, más calor en verano y más frío en invierno.

Y uno comienza a avanzar, meto segunda, cierro la visera con un "clack", y me meto en una burbuja. Otro universo, otras sensaciones.


Con el tiempo se desarrolla una especial sensibilidad, y soy capaz de percibir cosas que en un principio no parecen ocurrir. Al final, con el paso de los años y los kilómetros, se llega a un punto en el que no sería capaz de ir en moto sin casco.

Cerrar la visera es un acto serio, una declaración de intenciones. Tanto como enfundarte un mono de una pieza, o ponerte los guantes con los nudillos reforzados, o esas botas con protecciones de titanio. 

Al final del paseo, una vez guardada la máquina, esa maravilla técnica que doce años más tarde sigue ofreciendo singulares sensaciones, una vez que me he cambiado de ropa por algo más cómodo, llega el momento de limpiar la visera y la calota del mosquitocidio perpetrado, efecto colateral de la acción combinada de la velocidad y las temperaturas agradables. Nada nuevo.

Por lo demás, un café cortado de intenso sabor me tomé en la venta del cruce de Santa Ana, momento intermedio de disfrute entre curvas y el puerto de montaña de Zalamea que he recorrido una y cien veces. O más.
Ya nos entendemos mejor la rubia y yo. Sigo sin bautizarla, aunque para qué. Nunca fui de poner nombre a objetos inanimados, la rubia es lo que es: un instrumento para el placer, visual y físico, un útil onanista sin más. 
Si cuando voy con ella formamos uno, ¿se puede decir que formamos un ciborg? ¿Un simbionte quizá?

No debo dar tantas vueltas a las cosas seguramente. Es posible que centrarme en simplemente vivir esos momentos al máximo sea suficiente. Al menos es plenamente satisfactorio.

domingo, 12 de febrero de 2017

La espera

La espera, la perseverancia, la fe.
Ya no recuerdo desde cuándo tengo esta maceta. Años.
Y ahora, por fin, florece. Ya me lo dijo mi madre, y el limitador, que antes o después saldrían. Ni si quiera sabía el color que tendrían.

Orquídea
Me ha hecho mucha ilusión, y la verdad es que son francamente bellas las flores.

sábado, 11 de febrero de 2017

TT3D Closer to the edge

Acabo de finalizar el visionado de este documental que trata sobre el TT de la Isla de Man. Y qué mejor forma de tratarlo que desde el punto de vista de los corredores más punteros.

Ya he visto antes multitud de vídeos y otros documentales más generales, incluso uno muy bueno sobre el piloto español Antonio Maeso (quien se rompió en la edición de 2013). Para quien ignore de qué se trata la cosa, les dejo este enlace a la Wikipedia para que se ilustre un poco (vergüenza debería darles): Isla de Man.

De todos modos, como soy consciente de que leer cuesta, también les dejo un montaje musicalizado para que traten de digerir, si tal cosa es posible (ojo, no apto para mentes cortas, o gente de ánimo apocado):



Pues bien, Closer to the edge, más de cerca del filo en la lengua de la pérfida Albión, narra el entrenamiento y puesta en forma de algunos pilotos, sus dedicaciones cotidianas, sus expectativas, el transcurrir de la semana de carreras para cada cual, con especial dedicación a Guy Martin, un joven mecánico de camiones que a raiz de su participación en el TT ha adquirido una fama internacional por su carácter extrovertido y simpático.

Resultado de imagen de guy martin
El bueno de Guy
Este tipo de 35 años ha obtenido 15 podios desde que comenzara a participar allá por 2004, pero se ha hecho tan popular que tiene su propio programa de TV. Pueden ver algunos episodios en youtube. Se dedica a romper records de velocidad a bordo de los más variopintos artefactos, y también compite en bici de montaña.

Para no desviarme demasiado del tema, el documental es serio, bueno, con música bien escogida y de calidad, momentos emocionantes de verdad, y se capta la esencia del TT, aunque creo que se deja de lado la parte más importante, que es la de todos aquellos pilotos que de verdad nutren las parrillas, pilotos privados, verdaderos aficionados que viven por y para estas carreras una vez al año. 

Yo la he visto en versión original aquí. De nada. 

ideas y el tao

El caballo de un campesino se escapó. Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le dijo: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y tuvo razón, porque al día siguiente el caballo regresó acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado amistad.
El vecino reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído del cielo, pero el campesino repitió: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y otra vez tuvo razón, porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los caballos salvajes y se cayó, rompiéndose una pierna.
El vecino volvió a mostrar su pesar, y recibió nuevamente la anterior pregunta: «¿Quién sabe si es bueno o malo?». Y el campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente aparecieron unos soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por encontrarse herido.


La gran mayoría de las personas

qué vacía y mal se siente, porque usa

las cosas para deleitar su corazón,

en lugar de usar su corazón para

disfrutar de las cosas.

viernes, 10 de febrero de 2017

Nieve!

Un par de días para disfrutar del agua en estado sólido, o semisólido. Al fin y al cabo, es solo agua, y se trata de deslizarse sobre ella elegantemente aprovechando la gravedad, las curvas...


Clima primaveral, que es la clave del éxito de esta estación de Sierra Nevada. No hay más. Sus pistas son sota, caballo y rey, se recorren con placer y con tranquilidad, con poca afluencia de público entre semana, o al menos mucha menos gente que en otras incursiones pasadas.


Hemos bajado muchas pistas en soledad, mi limitador y yo, felices, disfrutando de metros y metros de anchura a nuestro arbitrio, sin injerencias ajenas.


Menos nieve que la deseable para ser primeros de febrero. Todo lo que es fuera de pistas está en proceso de derretimiento absoluto. Lo pisteado se mantiene mediante cañones que funcionan a destajo, y tratamientos antifundición. Lo exterior está lleno de calvas, el marrón abunda.


En el punto más algo de la estación se goza de vistas espectaculares. El segundo día, jueves, hemos pasado hasta calor, clave del éxito de la localización. Mucho turismo portugués y francés sobre todo.
Mi limitador a tope, sorprendiéndome a cada bajada que hacíamos. Su evolución es impresionante, y he tenido la suerte de presenciarlo y vivirla de primera mano.


¿Qué mejor final que seguir la sugerencia de ese bon vivant que es mi amigo Luiky?



Hamburguesa con guacamole, plato curioso y riquísimo, en un sitio muy chulo, acogedor, que nos dejó satisfechos y de esta guisa:


Esta última instantánea es un fiel reflejo de lo vivido:


martes, 7 de febrero de 2017

reborn: lo pertubador.

Han pasado muchos meses, quizá años, desde la última entrada etiquetada igual que ésta. Seguramente la superación es algo que va ocurriendo casi sin darnos cuenta.
De pronto dejas de pensar en lo que pasó, y también en lo que pudo pasar de no haber pasado lo que pasó, lo que puede ser mucho más perturbador y lacerante.

Postrado en la cama de la habitación 220 de traumatología, incluso antes, tirado sobre el exterior de la última curva del autódromo del Algarve, ya fui consciente de las consecuencias mediatas de mi situación. Había hecho planes para los meses más cercanos, entre ellos viajar por los Alpes y subir hasta el Infierno Verde, y otros proyectos menores que no viene al caso comentar. De golpe y porrazo, nunca mejor dicho, todo eso fue truncado en meses de dolor. Pero nunca de frustración.

Luché fuertemente contra ese sentimiento, primero aceptando mi situación, y después centrándome en la recuperación física. Eso fue lo que menos me costó, aunque a casi todos les parezca lo contrario.

Lo difícil, y eso es algo que me lleva la máxima atención en el día a día, es la lucha contra el muro mental, las barreras del miedo que mi propio subconsciente ha construido. Es un proceso normal ese de construir una gran pared difícil de escalar, lo hacemos para protegernos. En mi caso, para no volver a meter el talegazo padre de nuevo.

Y es un auténtico reto recuperar la confianza. El exceso de confianza no es bueno, nos puede llevar al desastre, y habitualmente lo hace. Pero el defecto es igualmente negativo, porque no deja explotar nuestras habilidades, y me genera una sensación de estar capado, que es desagradable.

Lejos de mi ánimo el explorar los límites en circuito de nuevo, prefiero dedicar mi actividad a la carretera abierta y al campo. Con la adquisición de mi vieja-nueva Ducati, entro en unos nuevos parámetros, una categoría muy diferente a la vivida el año pasado con la 690 cuando le puse las ruedas de supermotard.
El tacto único de su parte ciclo, los sonidos, las sensaciones son tan diferentes que no parece ni el mismo deporte. Cosas que no sentí nunca con la Suzuki GSXR600, ni siquiera cuando me dejaron conducir otras máquinas como CBR1000RR, o GSXR1000. Porque no se trata sólo de potencia y de velocidad, sino de vivirlo, de sentirlo, de asimilarlo todo, hacerte uno. Y mi 749 es capaz de darme todo eso, sin pestañear, y desde la primera salida a la carretera que he hecho, tras casi 200 km de curvas.

He pensado mucho en las horas que pasaron desde que llegué a casa después del paseo de ayer, de lo vivido y lo percibido, de lo fácil que me he adaptado a una postura que he encontrado extrema a mis cuarenta y cinco años de edad: piernas muy encogidas, antebrazos y muñecas cargados, cuello más doblado hacia atrás de lo que estaba acostumbrado... Detalles físicos que hace doce años ni siquiera llamaban mi atención, ahora se convierten en pequeñas agujas que van penetrando y formando parte también de esa barrera que hay que superar. Es curioso, pero en cuanto enlazo cuatro curvas se me olvida todo... el cerebro es un arma poderosa, y deriva la atención a donde es necesario, estoy seguro, no estoy descubriendo la pólvora ahora.

Poco a poco voy escalando esa montaña cuya verticalidad es menos acusada de lo que uno piensa, y enseguida me encuentro sonriendo bajo la visera del casco, o gritando de alegría, entusiasmado no tanto por los avances, sino más bien perturbado por revivir de nuevo sensaciones de las que ya ni me acordaba, que estaban enterradas en lo más profundo.

Tener esta nueva motocicleta es, no puedo negarlo, un capricho, pero es también mucho más. Es una reafirmación de mi yo en la más amplia visión de ese concepto. Necesitaba esta moto para volver a ser uno mismo, para luchar contra mí y, si es posible, ganar esa batalla, que suele ser la más difícil y terrible: la que se libra contra uno mismo. Esta Ducati, para muchos la poor man superbike, es para mí enorme, bellísima, pero lo es porque la veo y la miro con ojos que otras personas jamás podrán comprender, por lo que significa, por lo que fue, y por lo que sin duda será.

Post scriptum: siempre se me olvida el título de aquella peli de Ben Affleck, El informador (the boiler room), en la que hay una escena que no se olvida: aparece uno de los protagonistas con un flamante Ferrari de color amarillo que se acaba de comprar, y un amigo le pregunta porqué no lo escogió en rojo, y aquél le contesta "mira tío, un Ferrari rojo es la ostia... pero es que uno amarillo es la reostia!!!". Ahí lo dejo.

Pues eso.

lunes, 6 de febrero de 2017

Café para empezar la semana

¿Hace falta excusa?
A uno le apetece y ya. No se necesita más. 
A medio camino de un paseo para empezar a conocernos la rubia y yo, aprovecho para tomar un café fuertecito, como a mí me gusta, en Zalamea la Real.

Hasta ahora fueron meras relaciones esporádicas, casi sin apenas contacto. Hoy, aunque no hemos llegado a intimar, pues todo sigue siendo casto y puro por ahora, la conversación ha sido más profunda. Nos hemos reído, y recordado viejos tiempos también.

El imprescindible café oscuro, compañero omnipresente de toda rodada que se precie.

Siempre me gustó la Bellucci, aunque su papel en la última de Bond fuera tan insulso como innecesario. Una pena, apenas una mota en su insinuante currículo. 
Pero no es rubia. Tendré que buscar una apetitosa italiana rubia para coger su nombre y bautizar a mi testastretta. 
No hay, prisa. Aún no nos tuteamos, solo hemos quedado para dar una vuelta. 

Mientras decido, echamos un vistazo a algunas rubias italianas...

Cómo no citar a la sempiterna Loren, musa de varias generaciones, mito vivo, que tuvo su momento rubio, lo que no distrae de sus atributos naturales:



Pero aunque desconocidas para el gran público, por motivos de temática o por edad, hay otras fantásticas bellezas dignas de pasear nuestros ojos sobre ellas. Pertenecientes a otros tiempos, una era de bellezas naturales, lejos de la tiranía de la silicona y el quirófano, momentos que ya no volverán (casi me atrevería a asegurar).

Monica Vitti:



Verna Lisi:





Menuda mirada, joder. Eran otros tiempos, de mujeres impactantes, presencias apabullantes, de las que dejaban huella. Escenas en las que sobraban las palabras, no hacían falta con unos ojos como esos.

Seguimos con Gloria Guido:




Míradas tan dulces como duras, latinas con un toque exótico. Bestias de lo atractivo.

Voviendo a mi rubia, me ha costado unos cuantos kilómetros, pero me fui acostumbrando a su exigente postura. Quizá la memoria muscular ha ayudado... no lo sé. Es una moto extrema, dicen que no tanto como sus antecesoras (saga Tamburini de 916-748-996-998)... pues menos mal. A su lado, cualquier hiperdeportiva RR japonesa es una moto de gran turismo, por muchos CaVallos que desarrollen.

Y aunque mi piccola superbike declare 108 cv, cunden mucho, tiene un buen medio régimen que se aprovecha tela entre curvas y dentro de ellas, porque no se trata de correr en la recta, sino en pilotar sin tocar apenas freno, dejar la moto retener levemente, tumbar confiando ciego, hilar fino, con tiralíneas. Y apoyado en la curva es cuando sale a relucir la esencia, el porqué, el cómo. El tacto único de ese chasis multitubular en acero, la tracción suave pero constante, la suspensión firme pero acompasada... elementos de una ecuación que se conjuga en momentos inolvidables. Cada curva es un problema que se resuelve sin pestañear.

Así viví esta tarde. Así he intentado transmitirlo.