miércoles, 30 de diciembre de 2015

44

Un día superfluo, como otro cualquiera. Pero el aniversario de mi nacimiento, desde hace muchos años, es una excusa más para hacer una ruta btt. 

Como no podía ser de otro modo, casi inevitablemente me veo obligado a hacerlo sólo. 

No pasa nada. Antes al contrario, disfruto de mi soledad aprovechando para parar cuando me sale de los bemoles, y tomo tal o cual bifurcación en función de mi mera intuición o, si acaso, de forma azarosa. 


Un día especial merece usar un arma especial. Mi Hei Hei recuperada al estilo neo-retro, ha hecho, como en cada ocasión que la uso para estos menesteres, buen papel. Con las limitaciones y exigencias del concepto singlespeed, llevarla por entre los pinos ha sido una absoluta delicia. 
No obstante, un total ejercicio de frikismo para la gran mayoría seguidora del mainstream impuesto por las marcas a base de márquetin: si no llevas una 29er o 27'5er, carbono y 1x11, eres un desfasado, un carca, un rancio, o un globero. O todas esas cosas a la vez.


Llámenme, pues, como les apetezca. Yo ya, a mis 44, como comprenderán, me preocupo muy poco por esas apreciaciones estériles y banales, y hace mucho tiempo que dejé ese juego de a ver quién la tiene más grande.
Me divierto yendo a mi rollo, haciendo mis paseos con diferentes monturas, todas distintas, sensaciones diferentes como he explicado otras veces en el bloc. Sin estrés, sin pulsómetro ni ordenador, parando a echar una meada si se tercia, o a mirar el paisaje, o a tirar un par de tomas fotográficas para hacer más llevadera estas entradas.

Equilibrios

Habituales faltas ortográficas en carteles que adornan algunos senderos
Hoy, a pesar de ser miércoles, me he cruzado con bastantes ciclistas por el campo. Serán las vacaciones navideñas, supongo. Todos han sido amables y han devuelto el saludo. No siempre es así, hay algunos que se toman los entrenamientos muy en serio, y su concentración es tan alta que ni ven lo que tiene a tres metros por delante, y mucho menos a su alrededor. Bonito modo de disfrutar del entorno. Carne de velódromo, sin duda. Allá cada cual.

He sido muy feliz, y me he sorprendido varias veces sonriendo de pura felicidad mientras pedaleaba con fuerza para subir algún repechillo, teniendo cuidado de no perder tracción. Sonreír. Ese gesto tan olvidado.

Momento contemplativo, esencial en toda ruta

Uno de mis adorados singletracks

Curiosa y larga pasarela de madera que bordea parte de la Laguna de El Portil

lunes, 28 de diciembre de 2015

los riesgos aceptables y la inevitabilidad del dolor

Creo que fue Ayrton Senna quien dijo aquello de que uno tiene un límite, y empuja y persevera y se empeña en superarlo, y cuando por fin lo consigue, aparece otro límite un poco más allá, y entonces todo vuelve a empezar, y así en un ciclo inagotable. Claro, él murió joven, desgraciadamente, quizá intentando superar uno de esos límites, y nunca llegó a su techo. Posiblemente.

Pero no todos somos Ayrton Senna, está claro, y por fue uno de los mejores (para muchos el mejor) pilotos de Fórmula Uno de la historia.

Pero cuando descendemos a niveles más terrenales, y alcanzado cierto momento en mi trayectoria vital, uno se plantea el asunto de los límites esos. ¿A quién no le ha pasado?

Yo, como practicante de diversos deportes, muchos catalogados como "de riesgo", he sido siempre muy consciente de mis límites, y eso a pesar de que las lesiones no se han cebado conmigo especialmente. Pero reconozco que asocio la búsqueda del límite con la inevitabilidad del dolor. Es un hecho comprobado. Si buscas el límite haciendo descenso en bicicleta, tienes todas las papeletas para romperte huesos, dislocarte hombros, partir rodillas, despeñarte, que se te cruce un pino, etc. Y todo eso es doloroso.
Si te gusta buscar esas décimas al cronómetro rodando en moto en un circuito de velocidad, antes o después arrastrarás por el suelo. Con suerte, todo se salvará con un mono raspado, y un carenado y semimanillar o estribera echados a perder. Con menos suerte te puede atropellar otro piloto y partirte el fémur en cuatro partes...

Pero los límites seguirán estando ahí. Y el dolor está siempre presente en lo más profundo de tu cerebro si ya has pasado por ese trance alguna vez. Hay que saber escuchar al cuerpo, lo he dicho muchas veces, y saber retirarse cuando aún estamos a tiempo. Pero reconozco, igualmente, que a menudo somos muy brutos, y en la vorágine del esfuerzo, con la adrenalina corriendo a borbotones por nuestra sangre ávida de sensaciones, podemos cegarnos.

Así, por ejemplo, son muchos los que se lesionan por correr más allá de lo recomendable, o de lo posible a ciertas edades y careciendo de la preparación adecuada. Y luego está el mundo Youtube. Los videos han hecho mucho daño. Y una cámara hace mucha pupa también. No hay más que ponerse a orillas del agua en una zona de kitesurf con cámara en ristre, para que los ególatras de turno presenten su paupérrimo espectáculo agolpándose para sacar el más extremo truco en zonas que casi no tienen agua...

¿Qué nos empuja a querer superarnos constantemente? ¿En verdad el dolor nos frena? ¿Influye el dolor por igual en todas las personas? ¿Por qué algunos se pirran por medirse con los demás y otros pasan absolutamente del rollo competitivo?

A veces, en verdad casi siempre, paro en mi actividad deportiva por unos momentos e intento sentir.

Para sentir es importante conocer que significa la pausa.
La pausa es la capacidad de detenerme y verme, sentirme. La pausa implica silencio interno. Y la propia progresión de una sesión de kite o bici, o un viaje, o una carrera a pie, nos va llevando a la calma y al silencio, Entonces eso que siento he de absorberlo, saborearlo bajo las bases de la pausa.
Así va naciendo la escucha, que es escuchar más allá de la mente bajo unas determinadas condiciones de introspección, que cuando convive con nosotros, la escucha se convierte en un estado de percepción, de uno, y del mundo.
Cuando descubro con asombro- sí,sí, todavía queda asombro en uno- que lo que siento, ese sentir, es tan mágico como real, voy introduciendo esas pautas, ese sentir, ese silencio, esa calma en mi vida cotidiana, y me doy cuenta que mi vida cambia hacia lo mejor de mí.
El sentir quita protagonismo al ego y eso es importante. El ego es indispensable, pero tiene su lugar. Somos más que ego. Y un camino para darnos cuenta de ello es abrir paso al sentir.

Doy las gracias desde aquí a mi gurú yóguico, Carlos Serratacó, por sus enseñanzas y guía. 

sábado, 26 de diciembre de 2015

Viva la vieja escuela!

Me hago viejo. Bueno, mejor decir que me hago mayor. Más cauto, más prudente, más estudioso. ¿Más vivo? 
Diferente. Los tiempos cambian, mis tiempos cambian también. 
Sentada brevemente esta base un poco perogrullesca, sólo queda decir que me encantan todas las burricletas que tengo, cada una me proporciona sensaciones diferentes, estilos divergentes a la hora de acometer las rutas. No mejor ni peor (y todo ello a pesar de las diferencias de peso y geometrias), más bien distintas. No podría desprenderme de ninguna sin producir un desequilibrio en mi garaje y en mi disfrute. 
Hoy ha tocado un poco de vieja escuela: 

Muy chuli Kona Hei Hei de 1997, ligeramente puesta al día en lo imprescindible
El reloj avanzaba a media mañana, y tenía que ser ruta breve, en un navideño día repleto de cumplimientos. 
La expedición circular es un circuito bastante llano que sigue en su primer tercio el curso de un canal. Me cruzo con un ciclista barbudo y sin casco, con biciclo de dudosa capacidad campestre. Al rato adelanto a un corredor que sudaba ensimismado y aislado en sus estereoaltavoces portátiles de uso personal. 
El segundo tercio consiste en una pista que recordaba más rota. La han arreglado, lo que me consuela y alegra. Un par de coches vienen en sentido contrario a mío levantando una enorme polvareda. Y yo pensando que a lo mejor encontraba barro y charcos tras la lluvia de unos días atrás. Iluso. 
El último tercio es el más variado. A ratos paralelo a la N-4, paso entre algunas casas de labranza, chalets en suelo rústico, y finalmente cruzo sobre la autopista para penetrar en la barriada Las Portadas. A partir de ese punto, unos km de asfalto hasta llegar. al punto de inicio. 

Breve, pero el caso es hacer algo, aunque sea poco.

En 2011, durante mi recuperación, hice muchas veces esta misma ruta, pero no recuerdo haberla realizado tan rápido y tan descansado. 
No creo estar en buena forma. Si acaso, forma normalita. Pero me he alegrado mucho al ver los datos del computador telefónico gepeesiano y comprobar que he bajado de la hora y que la media superó holgadamente los 20 km/h. 
Sin duda, la Hei Hei era una gran bici. Y lo sigue siendo. Una bici extrema, radical en su concepto racing, con medidas y geometría que, aunque avanzadas y vanguardistas en su época, son muy distintas a lo que se estila hoy. De postura exigente, es una máquina creada para correr, y no está mal, de vez en cuando, dar un alegre paseo con ella para volver a las raíces, para tener una comprensión más plena de lo que fue y lo que hoy es el bicimontañismo. 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

hardtails rule!!!!

Vale, el circuitillo está bastante limpio. Vale, el tipo es un crack muy serio. Vale, seguro que en las tomas falsas hay un montón de talegazos.
Vale.
Pero no me digan que no mola, eh:

Singletrack fury: corto, intenso.

Uno hace lo que puede. Las cábalas, carambolas, puzzles, que a veces son necesarios, nos pueden permitir gozar de un rato moviendo el pedalier, que siempre es mejor que no hacer nada. 
Menos tiempo para dedicar a una ruta hace que ésta se convierta en algo intenso, frenético, vital. 


El terreno en inmejorable estado tras las lluvias recientes, nos presenta senderos de todo tipo, mis adorados singletracks, a veces salpicados con salpicadores charcos de escasa enjundia, que hacen la experiencia, si cabe, más disfrutona y feliz.


El arma escogida para tan singular combate fue mi adorada Sawyer, bici muy especial para mí por diversos motivos. Llegó a mi garaje en un momento importante de inflexión en mi vida, como ustedes recordarán si siguen éste, mi bloc. Es la única 29er entre todas mis otras 26ers, con cuadro de acero directamente inspirado por las klunkers de antaño y diseñada por el mismo y gran Gary. Gary Fisher, me vengo a referir, claro está.

Pasando a cuestiones más mundanas, que no falte el inoportuno y poco agraciado auto-retrato, que a saber dónde quería enfocar el gayfón:


Como les dije al inicio, ruta breve, apenas hora y cuarto, pero a buen ritmo. Este es el trazado plasmado en topomapa a traves de satélite globalmente posicionado:


Bravo, Gisela !

Se corona Campeona del Mundo por DÉCIMA vez. 


Y eso con sólo 22 añitos. Esta chica catalana, pero afincada desde chiquitita en Tarifa, donde ha sabido invertir sus ganancias y regenta diversos negocios en torno a la movida del viento, actualmente en pleno proceso de expansión en Centroamérica, sabe estar, es educada, siempre sonriente, y no se avergüenza de ponerse sus enormes gafas para ver bien cuando se encuentra fuera del agua. 
Me cae bien, es una luchadora nata dentro de un deporte duro y muy difícil técnicamente. 
¿Veremos algún día reconocida su valía y dedicación con el reconocimiento de un premio de gran repercusión como el Princesa de Asturias?

Dúdolo.

lunes, 21 de diciembre de 2015

el tamaño no importa

Aún hoy día, después de años, se sigue discutiendo en foros, y en la vida real te encuentras algún garrulo que otro.

Si el desarrollo final es el mismo (metros por pedalada) es indiferente el tamaño de la rueda.
Otra cosa es que entren más factores en juego.
Por ejemplo, la UCI prohibió las minivelos por la ventaja aerodinámica que suponía poder rodar más cerca del ciclista que llevas delante. Y anuló los records obtenidos con estas bicicletas, como el que logró el Coventry C.C. en persecución por equipos en el 63. 


La UCI también prohibió las ruedas grandes hace 30 años por la ventaja que su mayor inercia otorgaba en determinadas pruebas, como el récord de la hora que batió Francesco Moser en el 88 sobre un monstruo con rueda trasera de 37":


En el campo de bici de carretera este es un tema que fue tratado hace décadas, como ya estoy señalando. Así, hasta 25km/h es más eficiente la rueda pequeña que la grande, entre 25 km/h y 53 km/h más o menos funcionan igual, mientras que por encima de 53 km/h la rueda grande es más eficiente. Por ahí parafrasean mucho a Alexi Grewal, campeon olímpico de ciclismo en carretera:
"Tests have shown that up to 16 mph, the small wheel is more efficient that a big wheel. Between 16 and 33 mph, there is little difference. Over 33 mph, the gyroscopic effect of the big wheel makes it more effective. Most folks do not go over 33 mph."

Elementos como el viento en contra, la calidad de los componentes, la rugosidad del asfalto y, por supuesto la postura del ciclista pueden ser determinantes a la hora de acentuar esas diferencias. 

Pero concretando, en cuestas pronunciadas, donde las velocidades son bajas, con buen asfalto las ruedas pequeñas hacen más fácil la subida.

Recuerdo a Tony Rominger (uno de los máximos rivales de Miguel Induráin, ganador de tres Vueltas a España y un Giro de Italia) participando en cronoscaladas con una Colnago, creo, con ruedas de 650c (27'5 pulgadas, frente a las "habituales" 29). Y era muy bueno en esto, y confiaba mucho en esas ruedas. Y, sin embargo, no las usó más que uno o dos años.
Sobre el papel son mejores para ese terreno y esa modalidad. Peeero... una vez más el reglamento UCI limitó el uso de ese tipo de ruedas de ese tamaño a categoría cadete, junior y demás. En élite están prohibidas por su clara ventaja en etapas de alta montaña, lo que es una estupidez porque la clara ventaja será para el que la monte, ¿no? Pues que la monten todos. O ninguno, o quien le apetezca. Pero así son los reglamentos, lo que no quita que la física sea la física. Y punto.

Yo tengo varias bicis de montaña, y una de carretera que tengo castigada en la buhardilla porque la verdad es que lo de lo negro no me mola mucho. Pero la bici de campo me encanta. Siempre me gustó. Y las tengo de todos los colores y materiales, de 26 y de 29 pulgadas. 
Y no salgo en bici ni para estar más cómodo, ni más seguro, ni más descansado que en casa. Salgo para complicarme la vida haciendo algo superfluo y accesorio que es esforzado y arriesgado a veces, y en ello reside su gracia. No necesito edulcorarlo, me gusta su sabor tanto cuando sale dulce como cuando sale salado, amargo, agrio, ácido... lo que toque cada vez, como en un menú degustación. 
Y es raro que no me guste.

Podría seguir hablando de márketing (vulg. mercadeo), obsolescencia programada, etc... pero ¿de qué serviría? Seamos libres, divirtámonos. Disfrutemos de lo que tenemos, no deseemos lo que no necesitamos.

invierno

Por fin llegó el solsticio más esperado del año, al menos para mí.
Hoy comienza el invierno, y con ello, a partir de ahora los días irán siendo más y más largos. Oh, aleluya!
Oh, osanna!

Es triste para el celtíbero común, y más si uno es sureño por domicilio, que a las seis de la tarde ya se esté poniendo el Sol. Y creo que tengo suerte por vivir al Oeste de la península, porque los que residan en la costa Este se les roban entre tres cuartos de hora y una hora de luz más. EL HORROR.

En fin, podré salir a navegar, montar en bici, en moto, o simplemente pasear, sin tener que engolliparme con el almuerzo, y disfrutaré de un horario más cabal para la práctica de múltiples aficiones. Eso está bien.

Necesitamos el Sol. Necesito el Sol. Personalmente me da vida y energía.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Nuevo singletrack hallado!!

Oh! Si!
Hay pocas sensaciones más reconfortantes para mí que el encontrar un nuevo sendero inexplorado, recorrerlo, descubrir que es bastante largo y bonito. 
Pues eso es lo que me ha pasado esta tarde. Hoy no disponía de coche, y he tenido que ir y volver haciendo unos km de odioso carril bici. Mucho más odioso a la vuelta, como siempre, claro. No me gusta porque es un tiempo precioso y unas energías que podría disfrutar en el campo en vez de por un aburridamente rectilíneo carril que presenta poco o ningún atractivo.


Bueno, estas cosas me las tomo con filosofía y tranquilidad, de nada sirve calentarse mentalmente. Hago esto por diversión, por disfrute, me encanta pedalear por el campo. Lo de hacer deporte no es el objetivo principal, aunque es cierto que lo acepto gustoso como un daño colateral.
Enseguida penetro en los pinares que rodean Aljaraque, zona que controlo como la planta de mi pie.


Me planteé llegar hasta la Laguna de El Portil, y según cómo fuera de hora, jugaría a su alrededor y me daría la vuelta. No me gusta que se haga la noche por esa fría y desprotegida vía verde, y eso empieza a ocurrir sobre las 18 horas, así que hay que aprovechar el tiempo...
Lo que no quita que haga mis paraditas para tirar alguna instantánea. Cero estrés, siempre. Forever. 


Me temo que quizá me esté aficionando mucho al autorretrato biker, pero me hace ilusión. Aún no tengo pillado el modo de hacer la toma desde media altura con el manos libres, y tampoco es plan de ir con un palito de selfie por ahí. Ni que fuera un turista!! En fin, ya maquinaré algo. Seguro.

La Chameleon se integra en el ambiente, con el sol despidiéndose lentamente entre los árboles:


Me flipa esta bici, desde el primer día que la monté. Su geometría es espectacular, y el juego que le dan las vainas cortas y la horquilla de 150 mm de recorrido es inimaginable. 
¡Larga vida al aluminio! ¡Larga vida a las ruedas de 26"!

A la vuelta no pude resistirme a la tentación de retratar el sunset en algún sitio a medias entre marismas y salinas:




En sólo un par de días ya voy acostumbrando a las posaderas, que es lo que más se resiente en los reinicios de temporada, al menos en mi caso. Bien de piernas, de pulmones y de corazón, gracias. Deseando ya que pase el solsticio de invierno y los días comiencen a alargarse.



Paranoia

Desde que se puso a la venta y comenzó a llegar a las calles, la BMW R nine T ha causado furor. No es una moto barata, pero tampoco debería serlo, pues incorpora mucha electrónica y tecnología de diversa índole para extraer un rendimiento fantástico de un motor que sólo la Bayerische ha sido capaz de llevar tan lejos.

Esta máquina, que los alemanes quisieron vender como una cafe-racer moderna y fácilmente personalizable tirando de catálogo, enseguida fue objeto de maltrato, ultraje y cambios de personalidad por parte de innumerables preparadores, con trabajos que han ido desde lo mojigato, hasta los truculento y esotérico, si se me permite tal calificativo para una máquina. Hay muchísimos ejemplos en la red, y sólo tienen que googlear RnineT para aburrirse de ver fotos de BMWs que al final acaban siendo casi lo mismo.

Es cierto, incluso entre los outsiders hay cierto mainstream, y ya saben ese dicho: I was uncool before the uncool was cool...

Y me topo con este preparador radicado en Taipei, país de Taiwan, de nombre Chung Hung, que ha bautizado a este afilado diseño como "Paranoia":


BMW R nine T custom by Onehandmade.

BMW R nine T custom by Onehandmade.

BMW R nine T custom by Onehandmade.

Atrevida y radical en su concepto, es raro ver una teutona con un diseño de vanguardia como ésta, y más raro aún que un preparador lo lleve a la realidad. Felicito a su propietario, que estará contento y orgulloso, y disfruta de una moto única y con espíritu de bestia.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Singletrack fury: de nuevo!

A diario atravieso el trastero y de reojo noto, como de soslayo, que me miran. Ellas no tienen prisa. Yo no tengo tiempo para ellas, pero las deseo más que nunca. 
Odio la arena, el polvo, el terreno seco. Cuando monto en bici me gusta, creo que a todo el mundo, un poco de humedad, lo verde, el terreno compactado y con buen agarre. Hace un par de días llovió algo. Tampoco fue para tirar cohetes, pero suficiente para hacer practicable la zona ciclable más cercana a la ciudad.
Ayer por la tarde me dediqué engrasar la cadena, inflar ruedas y poner a punto la lefty, que había perdido algo de presión después de meses de inactividad. Tuve que reordenar el trastero para facilitarme la labor de cogerla y aparcarla después. Pero mereció la pena.

De este modo, hoy, después de un rápido y un poco escaso almuerzo, me vestí de romano y llegué en coche a Aljapark, desde donde inicié mi pequeña y fugaz ruta introductoria de una nueva temporada que espero poder seguir disfrutando. Un poco de desintoxicación de viento me va a venir bien.


Yo a mi bola. A pesar de que seguramente tengo una de las 29er más antiguas de Huelva, decido castigarla sin salir, y prefiero la Scalpel. Una bicicleta fantástica, que cada vez que la uso me gusta más y más. ¿Cómo no iba a ser así?
No seré yo el que aquí y ahora descubra las bondades de esta Cannondale pata negra, de esto ya se ha hablado largo y tendido, incluso en este mismo bloc.


El verde casi fluorescente, a ratos incluso demasiado intenso, nos rodea. Recorro habituales subidas y bajadas, senderos que reconozco, y alguno nuevo que no existía antes. Supongo que igualmente otros desaparecerán. Es la vida propia que tiene la red de caminos de cualquier paraje.


A veces la vegetación se va cerrando, y hay que hacer un poco de equilibrismo para mantener la verticalidad. 
Sigo haciendo km, el sol bajando imparable. En algunos sitios ya hay demasiada sombra. La temperatura comienza también a descender.


Continúo orbitando el planeta pedalier. El escalpelo, inasequible al desaliento, acomete las subidas con la mínima fiereza que mis piernas desentrenadas le permiten. Gira en un palmo. Baja de escándalo sin quejarse, saltando entre raíces y ocultos lechos de arena. Vuela.


Sin que sirva de precedente, una autoexposición que refleja, cómo no, mi cara de felicidad:


Lo necesitaba, el cuerpo y sobre todo la mente me lo llevaban pidiendo hace semanas, pero a veces las cosas se complican demasiado, a mí, fíjense, que pregono y llevo como leit motiv la simplicidad y la despreocupación...


Meramente anecdótico el dato de velocidad máxima, puedo superarlo.

Se resiste

El verano del año pasado encontré, por casualidad, en un taller de mi ciudad, una Ducati SS750 de 1994. Estaba a la venta, muy barata. "Lleva tres años parada, tendrías que ponerla en funcionamiento". La bella máquina, además, tenía unos escapes after market, y carecía de estriberas para el pasajero. Las llaves de la moto se habían perdido.
Aún así, la oferta era muy jugosa. Tenía potencial: podía tenerme entretenido un par de años buscando piezas y poniendo a punto aquel icono del motociclismo sport... pero tantos inconvenientes me frenaban.
Pasaron las semanas, y hasta tres o cuatro meses. Le di muchas vueltas al tema, me acercaba al taller a verla, le saqué fotos, investigué si todo estaba en orden en Tráfico.
Por fin, en el mes de noviembre cogí la pasta, me la metí en el bolsillo, y me acerqué al sitio con la firme intención de irme con la moto puesta, aunque fuera empujándola. Pero fue en vano: "se la llevó un tipo ayer mismo".

Por un día. Por un maldito día.

Era como ésta:



El domingo pasado encontré en motos.net, una moto curiosamente especial para mí. Era una Ducati S4, pero no cualquier S4: era mi ex S4, la que compré en 2001 y entregué como parte de pago en 2003 para adquirir mi 999.
Doce años y 17.000 km más tarde la vuelvo a encontrar. Y buen precio, motivado quizá porque está cercana a una revisión "gorda" que implica mucha mano de obra especializada y cientos de euros en piezas. Me tomé el lunes de descanso mental... pero no podía sacármela de la cabeza. Ayer martes, por la tarde, le mandé un wassap al vendedor interesándome por ella, ya con los cálculos hechos de cómo iba a sacar el dinero para pagarla. Le pedía más fotos, y cierta información sobre la mecánica.
Todo para nada. Me dijo, escuetamente, "la vendí ayer".

La historia se repitió. Todo fue más rápido, y quizá por ello ha sido menos doloroso. Pero debo tomar nota.


El limitador dice que son señales que indican que no debo comprar ninguna Ducati. Yo le contesto que debo aprender a hacer estas cosas más rápido, más aquí-te-pillo-aquí-te-mato. Y que quizá es que aún no he encontrado la moto adecuada para  mí. Ella tuerce el gesto, y me mira con los ojos un poco furiosos.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Bella

Vienen muchas palabras a mi cabeza. Tantas, a veces, que me falta tiempo para plasmarlas.
Tengo ideas, van y vienen, pero reconozco mi torpeza en la ejecución mental de los proyectos, y mucho, infinitamente más, en la sublimación a la realidad.

Demasiados chispazos, embestidas neuronales, y poco tiempo o medios. Tiempo y dinero, ah, sí, esas cosas de las que carecemos. A menudo me pregunto qué me hace falta más, si el tiempo o el dinero. Supongo que depende del momento y de las expectativas.


Un buen escenario, el ideal juego de luces, ese color pastel que se usa tan poco para estas cosas, un poco de gusto, lo mínimo que se necesita (no es tan difícil, joder, hay tantísimo escrito sobre ese tema desde hace casi tres mil años...).
A veces no hace falta más.

sábado, 12 de diciembre de 2015

690 tracker

Llámese uno Roland Sands. Coja una KTM 690, quítele todo, fabrique subchasis, colín, depósito en aluminio, recorte suspensiones, ponga unas ligeras y nada baratas llantas, y tendrá esto: 


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Levante

Tarifa. 
Siempre está ahí. Con sus cosas buenas... y las malas también, claro.
Porque por algo se ha convertido en centro europeo del viento, se lo han montado bien, han sabido elaborar un turismo alrededor de los deportes acuáticos, y la oferta hotelera, de actividades, gastronómica y cultural sigue aumentando aún hoy día.

Para este largo puente de primeros de diciembre escogimos un apartahotel a base de bungalows, muy tranquilo y de ambiente familiar, a escasos metros de la misma playa de Valdevaqueros. 
Junto con mi inseparable Julen, llegué allí acompañado de mis dos sucesores consaguíneos, para pasar tres noches.

Curiosa época estamos vivienda, en la que por las noches pasamos agradables veladas arrimándonos a la chimenea con unas copas en animada y risible tertulia, mientras durante el día pueden ocurrir cosas como que Pepe, mi cuervo menor, se pegue un chapuzón en la piscina:


Tres días de viento racheado y fuerte, típicamente Levante, nos han llenado de gozo. A la vuelta a "casa", todas las comodidades a nuestra disposición para enjuagar y secar el material:


Viento fuerte y racheado, propio del offshore, viento de tierra predominante en la zona. No es lo más adecuado para el kitesurf, sobre todo en la parte más cercana a la duna de Valdevaqueros y por la zona de la orilla, en la que el efecto on-off es más acusado, pero la ausencia de viento en el resto del país hace que este enclave sea el único donde haya podido navegar estos días.
Es la clave de su éxito, su peculiar disposición geográfica, el estrechamiento entre los dos continentes, la estadística de días de viento, lo que hace disparar la afluencia de aficionados dispuestos a darlo todo en el agua.

No puede faltar el paseo vespertino por el pueblo, siempre recomendable, relajante, en un centro histórico muy vivo y alegre.
Pudimos presenciar bellas puestas de sol, como ésta de la instantánea, en pleno espigón que separa el Mediterráneo del Atlántico, en la que se ve alguna cometa aún disfrutando de los últimos soplos del día:

Manu muy feliz
En fin, un viaje más para el recuerdo, que tardaré en olvidar. Es la tercera vez consecutiva que vengo a pasar unos días a Tarifa en estas fechas, y siempre lo he pasado bien, por unos motivos u otros. Una pena no haber podido estar acompañado por más amigos, pero es que es una gran verdad eso de "todo no se puede tener en esta vida". No me quejo, no tengo derecho a ello.



Como colofón, broche de oro a la experiencia vivida, el último día había montada una buena ola, a veces más alta que yo mismo, y aunque rompía peligrosamente cerca de la orilla y el viento era muy racheado y poco constante, tuve la surfeada más vertiginosa de mi vida. Mi gran Julen pudo verlo en primera persona a pocos metros del suceso, y oía sus gritos y algarabía animando. ¡Qué grandes momentos!
Pero estos momentos, estas cositas, se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Intentaré que eso ocurra lo más tarde posible.
Aquí les dejo ahora un pictograma instantáneo del momento de la despedida:


viernes, 4 de diciembre de 2015

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Este, que es el libro quizá más exitoso de Philip K. Dick, no es desde luego el mejor de los suyos, lo que no quiere decir que sea malo, ni mucho menos. De hecho estuvo nominada al premio Nébula.

Es un GRAN LIBRO, y explora un poco los límites de lo real, lo que es decir bastante cuando la acción se enmarca en un futuro postapocalíptico. 
Publicado en 1968 de nuestra era, revolucionó el mundo de la ciencia ficción.
En el seno de una distopía, género en el que Dick es un maestro (sin duda), se nos presenta a un cazador de andrillos, que es como despectivamente se denomina a unos androides fugitivos que llegan a la Tierra desde Marte tras cometer allí algunos crímenes (fundamentalmente asesinar a sus dueños, quienes los usaban como esclavos, que es para lo que eran construidos). 
Cuando llegan a la escena unos cuantos de Nexus-6, que es el androide más avanzado e inteligente, Rick Deckard se ve envuelto en un par de días agotadores, al límite de su resistencia física y mental, en los que se cuestiona el objeto de todo: de su vida, de su matrimonio, de su oveja eléctrica, de sus creencias religiosas, y lo que es más, de la realidad misma. Es esta otra característica de Dick, trazar una historia en la que en algún momento los personajes (y el lector mismo) no son capaces de distinguir entre realidad y ficción, locura y serenidad, bien y mal...


Este libro inspiró una obra maestra del cine de ciencia ficción: Blade Runner, protagonizada por Harrison Ford, y dirigida por Ridley Scott. Fue estrenada en 1982, y fue igualmente revolucionaria, por concepto, por ambientación, por la historia, por los entresijos sicológicos y filosóficos, y las preguntas que plantea. 
Este filme no es realmente una adaptación de la novela, pues aunque coge los nombres de los personajes y se inspira en la líneas generales de la historia, el desenvolvimiento y el transcurrir de la acción poco tienen que ver la una con la otra, e igualmente el final no tiene nada que ver. Se puede decir que son distintas, pero complementarias.

Recomiendo su lectura y visionado respectivamente, si es que no lo hicieron ya. 

Enemigo mío

Novela de Barry B. Longyear, llevada al cine con desigual éxito. 
O sea, el libro, en su género, es aceptable, se lee, llega a interesar, y el desenlace es interesante. La peli es una hez, tanto por lo que cuenta como, sobre todo, por lo que no cuenta, ya que la segunda mitad es un invento con no sé realmente qué sentido u objeto, pues no aporta nada y sólo lo empeora todo haciendo de ese film algo indigno, propio de una serie B, C o Z.



La historia de ciencia ficción que se narra el el libro es fenomenal: dos especies, humanos y unos lagartos, luchan por territorio espacial, y en el seno de un combate, un miembro de cada raza cae irremediablemente en un abandonado, estéril y desolado planeta. Se ven obligados a unirse, a convivir, para seguir con vida. 
Con el tiempo, mucho tiempo que pasan juntos, aprenden a conocerse, a hablar sus respectivas lenguas, a comprender sus filosofías. Se hacen amigos. Pero al fin, tras no pocos avatares, disgustos y alegrías, la muerte de uno de ellos (que deja un hijo recién nacido en herencia), y tal y cual, por fin son rescatados con unas consecuencias totalmente inesperadas.

Escena de la película nefasta
Definitivamente, el libro es bueno, no en vano ganó el Nébula y el Hugo, dos de los más prestigiosos premios internacionales a este tipo de novela, tan denostado y tan maravilloso, y quizá lo uno sea la consecuencia, o la causa, de lo otro ¿quién sabe?
La trama está repleta de filosofía, en ocasiones barata, y a ratos más profunda, y desde luego no hay que ser muy listo para comprender el pensamiento oriental (tipo japonés) del lagarto. Pero en general es interesante y ameno, y se lee rápido, dejando un buen sabor de boca.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Escritos fantasma

Aunque terminé de leer este libro hace una semana, he querido dejar pasar varios días para digerir las sensaciones, las magníficas sensaciones que me ha transmitido.

Hace meses, mi Julen de mi alma me recomendó una película, "El atlas de las nubes", adaptación cinematográfica de la novela homónima de David Mitchell. Aquel film, una curiosa mezcla de historias deslocalizadas en el espacio y en el tiempo, pues sitúa la acción en diversos momentos históricos, desde la prehistoria hasta el futuro, y en lugares dispares de nuestro planeta, conseguía enlazar dichas historias de algún modo, consiguiendo que el todo fuera mejor que las partes. Me encantó. 

Investigué sobre el autor, el señor Mitchell, de mediana edad, y no demasiado prolífico, y llegué a conocer esta otra que elegí para leer, "Ghostwritten", traducida como "Escritos fantasma". Para empezar, no sabría decir si esa traducción es correcta, pues la expresión ghostwriter hace referencia a lo que aquí conocemos como a un negro literario, el que escribe para otro. Y es que una de las nueve historias que la novela contiene, está protagonizada por uno de estos escritores.


Nueve historias que hacen un recorrido desde principios del siglo XX hasta la actualidad, y se ubican en lugares distintos, desde oriente a occidente: Okinawa, China, Mongolia, San Petersburgo, Irlanda... con protagonistas bien diferentes, y cuyas historias son radicalmente curiosas por lo que atañe al estilo de vida de los personajes, su situación personal, su relación con el mundo. Tan es así, que el autor es capaz de otorgar estilos literarios diferentes para cada una de estas historias, adaptándose así a las peculiaridades de los protagonistas y sus estatu quo. 
Estas historias tienen uno o incluso varios nexos de unión unas con las otras, a veces algo meramente casual, y en otras ocasiones la relación es más estrecha, recurso que ya vimos en el Atlas.

Por supuesto, no desvelaré la trama, pues ahí está el intríngulis de esta ópera prima de Mitchell, que aunque fue su primer éxito, es ya un trabajo que denota madurez, calidad. Tiene su punto de ciencia ficción, y otras veces es realismo puro y duro.

Bravo, David. Siga así.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Caños, oh, sí!

Y llegado el momento de gastar mi último día de vacaciones para este año, ¿qué mejor que un lunes que iba a ser la guinda del pastel de una corta estancia junto al faro de Ttafalgar?

Llegaríamos el domingo 29 de noviembre, por la mañana, y para cuando tomamos posesión del apartamento ya había unos cuantos kiters disfrutando de un día de esos bastante fuertes. Se unieron un par de factores para hacer que la playa se llenara de cometas y el ambiente fuera inmejorable, a pesar de estar en puertas del mes de diciembre: era domingo, y además si entraron casi 40 nudos en Caños, eso significaba que en Tarifa estaría impracticable, y la huida hacia el spot más cercano y asequible llevaba a una afluencia mayor en Trafalgar.

Vista desde la terraza del apartamento, lugar privilegiado.
El caso es que tuve que luchar contra los elementos con mi cometa más pequeña, una Drifter de 7 metros, que a todas luces era demasiado para esas velocidades de aire en movimiento. Eché mano de la Convert de 5 metros con la que he enseñado a hacer sus primeros pinitos a Pepe, pero se trata de una cometa viejuna, con alguna que otra reparación, y su comportamiento no me gustó ni un pelo ante las exigentes demandas de un ciclón muy fuerte y con alguna que otra buena racha... de modo que desistí de hacer experimentos, esperé un poco a que bajara la potencia eólica mientras Julen disfrutaba con su Drifter 5'5, y por fin me metí con mi 7 frenada para extraer lo máximo de ese día fantástico.

Después de la batalla, una buena hamburguesa de buey regada con sus correspondientes tercios nos esperaban en Las Dunas, lugar emblemático. Julen, Lolo y un servidor estábamos reventados, pero muuuuy contentos.

Pequeño brindis por todos los que no pudieron venir
El lunes fue bastante más asequible. Empezamos con 7 metros pero pronto el viento se suavizó y tuve que echar mano de la 9 metros, con la que pegué unos cuantos recortes a la ola en la bajamar de la playa de Marisucia, mientras rocas asomaban amenazantes aquí y allá. 
Emoción, satisfacción, algún subidón que otro, y mucha diversión compartida.

Ya nos volvimos, hicimos trasvase de equipajes e impedimenta en Sevilla, y los de Huelva seguimos camino por la A-49 mientras el día nos despedía en medio de un crisol que en pocos sitios más se puede disfrutar tan hermoso:


Gracias, oh bella Pachamama, gracias Planeta Tierra, gracias Océano. Y gracias a Julen y Lolo por acompañarme o permitirme acompañaros, compartir, y disfrutar esta experiencia.