domingo, 26 de agosto de 2018

The freedom machine

Pongo el título en inglés porque así lo he visto en alguna otra parte, como titular, y me gustó para lo que iba yo ahora a contar.
Esta entrada no tiene imagen evocadora, ni instantánea de la positivación de un momento estático en el espacio tiempo, y es así porque sí. Como todo en la vida, hay un porqué.

Y esta mañana, acostumbrado a despertar a poco más de las seis, ya estuve en pie con las primeras luces del alba. Es lo que tiene dormir con la ventana abierta a tope buscando la máxima entrada de aire fresco nocturno, cosa que ni así se consigue a veces. 

El tiempo para tomar un café americano, despejar la cabeza un poco, y a las ocho treinta ante meridian ya estaba arrancando mi Testastretta. OH, una vida menos ordinaria siempre que monto en esta magnífica obra de ingeniería.

Es cierto que su tecnología data de de quince años atrás, pero sin duda es perfectamente válida, primorosamente eficaz, dulcemente dura, atrevidamente arrogante, peligrosamente incitante, y toda una interminable retahíla de adverbios seguidos de cualquier adjetivo que se les ocurra.

La ruta ha carecido de sorpresas, salvo pasar de un frescor agradable a un tórrido ambiente en el transcurso por la zona de Valverde del Camino, que ya no me abandonaría hasta llegar a casa de vuelta, dos horas y media más tarde. Treinta y dos grados a las nueve y media cuando paraba en la venta del Cruce de Santa Ana tiene tela. Tela del telón.

Poco tráfico, apenas algunas motos a ritmo de paseo, con conductores noveles a primera vista, a los que he tratado de no asustar en los adelantamientos. Un par de pastillazos y listo, no hace falta más para divertirse y disfrutar de la afilada hoja que, metafóricamente, es esta motocicleta. Porque si hay una palabra que la define no es potencia, ni manejo, ni cualquier otra cosa. Afilada. Precisa. Y sobre todo no es moto para viejos.

En el camino de vuelta descubrí un lugar perfecto para tomar una inmortalización momentánea, pero tal era el flow que llevaba en ese instante que hubiera sido un delito metafísico (que los hay) haber interrumpido la sucesión de maniobras que iba efectuando a esa hora, en ese punto. Otro día será, hay más que ollas. 

jueves, 23 de agosto de 2018

cita:

La pasión es una cosa bastante aterradora porque si tienes pasión no sabes dónde te llevará.

-Jiddu Krishnamurti

lunes, 20 de agosto de 2018

Diferencias

Una vez ya constaté en este espacio (que mantengo vivo a duras penas) que tener cinco o seis bicis tenía sentido. Era raro que hiciera una ruta más rápido con una que con otra, y las diferencias se encontraban más bien en los estados de ánimo que me llevaban a elegir una u otra. Pero dejé claro que, a pesar de sus enormes diferencias mecánicas, los tiempos eran similares, pero no las sensaciones. Cada una se conduce de un modo distinto, y transmiten cosas dispares, y eso es siempre interesante. Se aprende mucho si uno es mínimamente observador, se comprende el porqué de una geometría, o las consecuencias de la elección de un material de construcción.

Hoy por hoy, y ya comienzo a entrar en harina para esta entrada, tengo tres motos en mi garaje, todas un poco diferentes entre sí, aunque tienen algunos aspectos comunes como el chasis multitubular tipo Treillis en acero, los frenos Brembo o las suspensiones de calidad. Las tres son máquinas made in Europe, y con un estilo único, diferente, y no para todos los públicos.

Como pasa con las bicis, en un recorrido de curvas, es raro que vaya más rápido con una que con otra, pero las diferencias a la hora de pilotarlas son más extremas que en el mundo de la bicicleta: por postura, por potencia, por peso, por concepto.

La 690 un día cualquiera de este verano.

En verano, aprovechando la veda para circular por el campo, le monto a mi 690 el kit de ruedas de supermotard, alargo el desarrollo y endurezco las suspensiones: se convierte así en un pequeño monstruo de devorar carreteras retorcidas. Tiene sus limitaciones en autopista, lógico, pero destaca cuanto más lenta es la carretera, lo que es normal dado su origen campestre. Con una geometría de dirección radical, esta moto se siente ligerísima sobre el asfalto, sobre todo si uno está acostumbrado a motos normalmente diseñadas para la carretera. Sus 145 kg hacen de esta KTM un aparato radical, con el que cambiar de dirección ocurre más rápido de facto que el tiempo que tardas en pensarlo. Literalmente. 
El manillar ancho y alto te da control en frenadas y cambios de dirección, y la postura de motocross te permite acelerar sin miedo de las curvas más lentas. Tiene un motor que, como todo monocilíndrico, tracciona de maravilla, y hay que ser muy muy muy brutísimo para hacerla derrapar en carretera acelerando. El tren delantero se siente ligero, y hay que pasar un proceso de adaptación, de adquisición de confianza, pero pronto te das cuenta de que hay agarre de sobra, y aunque la postura no ayuda, se puede rozar rodilla incluso en carretera abierta... pero realmente no es necesario para ir a un ritmo alegre y divertirse. 
Con ella prefiero carreteras muy lentas, que las hay, llenas de curvas y asfalto realmente abrasivo. Pura diversión, sonrisa constante bajo el casco, y sin jugarte el pellejo como puede ocurrir si le buscas las cosquillas a una RR en vías más rápidas.
La carretera de la foto más arriba es un buen ejemplo del sitio ideal donde exprimir las bondades de la austríaca. Por esa misma carretera pasé una semana antes con la Monster 900, también de manillar ancho, pero 30 kg más pesada y bastante más potente. Pero con un manejo dulce y un motor que impresiona en este ambiente, deslizarse con la Monster por esas curvas fue un verdadero placer. No tan histriónica o radical como la KTM, pero tan satisfactoria y con un sonido impresionante. 
El contrapunto a la KTM es mi otra Ducati, la 749. Muchos achacaron en su día a esta moto que con ella Ducati había dejado un poco de lado su proverbial aplomo delantero. Yo creo que hay mucha literatura y poco de andar en moto, y esto último es lo que de verdad me gusta a mí. 
Mi relación con la 749 ha ido siempre a más, es una moto que me encanta, y me atrevería a decir que incluso más que la 999 que tuve en su día. Tiene un motor suave, pero alegre, y con malas pulgas si le buscas las cosquillas (supongo que merced al escape de 54 mm que lleva). Frena con un dedo, las suspensiones van de cine, la postura es perfecta para atacar, nada rozará jamás con el suelo... pero realmente se encuentra cómoda en curvas de 70-80 km/h en adelante. Mera cuestión de geometrías, y es que realmente está diseñada para eso. 
Y sí, la 749 apoya bien delante. Con unos 3000 km, tengo el neumático delantero listo, escalonado y en los avisadores por el flanco derecho, mientras que al trasero aún le queda, supongo que porque en vía pública no abro fuerte saliendo de las curvas, y en recta me dejo ir a velocidades legales, ¿para qué correr en recta?.

Se puede decir, pues, que la M900 sería como la mezcla entre la superbike y la 690, supongo. El caso que si tuviera que elegir quedarme sólo con una... me pasaría como a aquél burro que se murió de hambre porque no fue capaz de elegir entre dos montones de heno para empezar a comer.
Me siento verdaderamente afortunado de poder elegir cada fin de semana con cuál quiero salir. Privilegiado. Feliz. Libre. Yo.

jueves, 9 de agosto de 2018

Saludos

Una vez tuve una Harley. Fue una Dyna del 2001, de carburador. Corría el año 2010 más o menos, y yo siempre había querido tener una de esas motos tan bonitas. La historia, el márketing, el glamour, lo original y auténtico... ya saben. 
Un día estaba esperando al verde en un semáforo de mi ciudad, y paró junto a mí un enorme todoterreno, el conductor bajó la ventanilla y me saludó, y me dijo que formaba parte de un grupo que salía en motos Harley, que me uniera. Por no ser descortés le dije que los buscaría por internet, y aproveché que el semáforo cambió para salir pitando sin mirar atrás. Nunca más le volví a ver. 
Ya formé parte en su día de un club de only Ducatis y, tampoco es que me fuera mal la cosa, pero me acabé cansando de tanta marquitis, camisetas, gorras, bragas y reuniones exclusivas. Siempre he querido ir a mi bola, y casi prefiero ir de lobo solitario en la carretera a rodar en grupo. 
Pero si tres tribus (de las muchas que hay en este mundillo) de las que nunca querría formar parte, esas son los harlystas, los muebleuveros, y los escúters. Los dos primeros por su pretendido carácter exclusivo y excluyente, miran por encima del hombro a los demás, ningunean a los que van en motos japonesas, y se creen los reyes del mambo.
Los escúter es que directamente no son motos, son escúter. 
Así, si me saluda alguien que va en GS, en HD, o en ESCUTRE, pues me hago totalmente el loco. No pasa nada, no he matado a nadie, y eso seguramente sólo afectara al ego del presunto buen motero que esperaba una respuesta de buen compañero... MUAHAHAHAHHAHHAHA


Por supuesto, después de tener la Dyna, puedo hablar con conocimiento de causa: las Harley son las peores motos del mercado. Con diferencia.

domingo, 5 de agosto de 2018

cita:

Por naturaleza, los hombres son casi iguales; en la práctica, resultan ser muy diferentes.

Confucio.