lunes, 30 de junio de 2014

fiebre

La historia se repite, gira en círculos. El hombre vuelve atrás una y otra vez, y curiosamente lo retro se vuelve a poner de moda.
Ha pasado muchas veces. Tras una era en la que lo postmoderno era lo más in, en que la máxima tecnología era muy cool, se inicia una corriente en busca no sólo de la estética, sino también del sonido, el tacto, el olor, de aquellas máquinas de los ochenta, incluso los setenta.
A mí, particularmente, me encanta, porque crecí admirando esas motos, babeando mientras devoraba revistas, perdiendo el sueño durante cienes y cienes de noches en las que a menudo soñaba que montaba una de aquellas maravillas.
El tiempo pasa, y lo que nos ha tocado es lo que nos ha tocado vivir. Uno era joven y estaba loco, y quería más y más. "Demasiado nunca es suficiente", era nuestro lema, sí.

Pero nos hacemos mayores, la alopecia nos visita, las canas inundan mi rala cabellera, y mi cuerpo presenta alguna que otra cicatriz, unas más serias, otras meros recuerdos de curvas que fueron tomadas a destiempo, con poca pericia o con exceso de arrojo...

Ahora los caballos de vapor cada vez importan menos, y volvemos la vista atrás tratando de atrapar ese recuerdo que se halla en algún recoveco de nuestro cráneo.

Lo que empezó como una moda entre los más freaks, aquellos que tenían alguna moto vieja y semioxidada en el garaje de sus padres, que restauraron a medias para simplemente poder usarlas con unas mínimas garantías de éxito, poco a poco se ha ido convirtiendo en una fiebre entre los preparadores profesionales, que ven cómo su negocio se amplía mucho más allá de las sempiternas Harley, cansados de hacer siempre lo mismo. Y yo me alegro, porque creo que lo he dicho ya, y por si acaso no lo dije, ahí va: las harley no valen para nada, son unos malditos hierros sin gracia, y nunca comprenderé su éxito. Y hablo con conocimiento de causa.

Me desvivo y admiro el trabajo de algunos fieras del cincel, la llave inglesa, el serrucho y la soldadora:







lunes, 23 de junio de 2014

sequía

Segunda incursión en pocos días. Esta vez con el escapelo, bici ligera, cómoda, ágil, rápida. Me gusta mucho.
El campo, terriblemente seco.


He duplicado los kilómetros, pero tampoco tiene tanto mérito porque casi la mitad han sido carril bici, y eso apesta. Las posaderas se han quejado bastante, es el peaje que hay que pagar por estar tanto tiempo sin montar, pero poco a poco se irán poniendo a tono.



Buscando nuevos trails, descubro otros casi sin querer. Me lío tirando ora por aquí, ora por allá. Al final, todos los caminos llevan a Roma... o al Portil, o a Aljaraque... qué más da!


Me gustan los pinos. Conforman un paisaje peculiar, singular, muy propio de nuestra zona. Proporcionan, si se sabe buscar, una ruta sombreada y placentera, que puede ser la clave del éxito en las fechas en que nos estamos adentrando.
Es un fondo muy distinto a la sierra, o al Andévalo, cada uno tiene su cosa, su puntito.

domingo, 15 de junio de 2014

no wind?

Es verano, casi. Hay levante en el Estrecho, y esto puede durar varios, muchos días. Hasta dos semanas.
Cuando esto ocurre, la brisa térmica esperable no entra nunca, pues se contrarresta un viento con el otro en toda la provincia.
Es el momento de hacer uso de las alternativas, y como siempre en esta época del año, hay que madrugar en busca de temperaturas suaves, o al menos llevaderas.
Hacía meses que no montaba en bici, y aunque no lo he echado de menos realmente, las miraba en el trastero cada vez que pasaba por allí con ojos melancólicos. Entre un batiburrillo de cometas y tablas, allí casi en estado de abandono, me miraban con tristeza, deseando surcar los caminos y singletracks de la zona, siendo libres, en su medio.


El suelo está seco sequísimo. Me lo tomo con calma. El camelback lleno de agua fresca me reconforta, como un seguro de vida, como un ángel de la guarda.

Gratuitus picture of myself
Menos mal, parece que hoy hace menos calor que ayer. Con sólo un café en el cuerpo, me siento ligero, aunque ni mucho menos en la mínima y digna forma requerida para disfrutar a tope de los senderos. Son muchos meses sin orbitar el planeta pedalier. Como contraprestación encuentro varios senderos nuevos que se han ido abriendo durante el invierno, supongo... el Seprona no estará contento.
Esta vez he circulado por la zona más oriental de los pinares de Aljaraque, que suele estar más vacía de domingueros, lo que se agradece.


La mañana va avanzando, y es obligatorio escoger caminos resguardados por la sombra. Soy gratificado con placenteras sensaciones. A pesar del campo amarillento, amarronado, paso a toda velocidad por entre los árboles, en senderos facilones de giros amplios y un poco cuesta abajo. Es algo hermoso, te sientes rápido, como un superhéroe volando bajo, con el viento susurrando en mis oídos y el rataclackclackclakakakaka del buje trasero resonando.
Algún conejo se cruza en el camino, dando saltitos con las orejas bien tiesas. Lagartos y quizá alguna bicha hace ruido en las jaras que bordean el camino aquí y allá.

El final de la ruta se acerca, voy llegando a Aljaraque de nuevo en una zona fantástica muy frondosa, llena de vegetación y sombra, y esto hace bajar la temperatura tres o cuatro grados, disminuyo la velocidad para disfrutar del momento. Incluso paro para tomar una última prueba pictográfica electropositivada:


Corta, tranquila, verdaderamente un paseo, acabo la ruta en perfecto estado, apenas cansado. Sin problemas mecánicos, la Gary Fisher ha cumplido, como siempre, su cometido. Una máquina bella y funcional, noble, divertida, y muy especial.

Calor en la sierra

Acabada la temporada de moto de campo por legislación anti incendios, ahora es el momento de aprovechar los sábados, bien temprano, para retomar esos paseos en coche que tanto disfruto en soledad.

A pesar de mis intenciones, esta vez el reloj corporal que me suele despertar temprano, siguiendo la inercia de levantarme a las seis de la mañana a diario para ir a trabajar, no me avisó hasta pasadas las ocho... un poco tarde para mi gusto, lo que traería ciertas consecuencias que más adelante relataré.

Es la época del año ideal para salir ya a cielo abierto desde el kilómetro cero. Enfilé hacia la sierra, dirección Aracena, por Campofrío, carretera que suele estar desierta.


A partir del embalse que encontramos nada más pasar Riotinto, la cinta de asfalto se retuerce mientras va subiendo poco a poco, de forma preciosa y casi gloriosa, hasta Aracena. Desde allí, nada más entrar en la pintoresca villa, salgo en dirección Santa Ana la Real por una carretera de tercer orden en la que hay que tener cuidado porque es transitada por turistas, usuarios de alojamientos rurales (que abundan mucho por allí), y es estrecha y con visibilidad limitada por lo cerradas que son las curvas...








Toda esta zona pertenece al Parque Natural de Sierra de Aracena y Picos de Aroche, y hay cierta variedad de hierbajos, matojos y arboleda: castaños, encinas, pinares...

Tomo la desviación hacia Fuenteheridos, pasando junto al mirador de Arias Montano, lugar de interés por las increíbles vistas. Es un breve puerto de montaña con algunas curvas de segunda velocidad en las que hago chirriar los nuevos Hankook buscando su límite sin arriesgar mucho a esa velocidad baja. Muy divertido y, una vez más, con la suerte de no cruzarme ni un solo coche en toda la subida.
Justo antes de llegar a Fuenteheridos tuerzo a la izquierda dirección Castaño del Robledo por una carretera que alguna vez he transitado en bici para algún enlace endurero, pero que nunca había rodado motorizado, y ha sido un descubrimiento total, vía magnífica, paisajes que distraen de la conducción, buen asfalto, poco o ningún tráfico, y revirada con subidas y bajadas, y que va a desembocar en la N-435, la famosa carretera que muchos motociclistas han usado como "circuito" particular durante lustros y que, hoy día, es sólo frecuentada por autobuses de turistas y algunos moteros en sus grandes naked o trail. Las RR han desaparecido del mapa y los hospitales y cementerios tienen, así, un respiro.

Llego al cruce de Santa Ana, lugar de descanso y café de ciclistas y motoristas por antonomasia, con la mala suerte de que cinco minutos antes ha llegado un autobús cargado de pacenses que vaya usted a saber a dónde se dirigirían... Los dos camareros no daban abasto, cómo sudaban los tíos. Yo, como no tenía ninguna prisa, me lo tomé con calma y filosofía, mientras observaba, divertido, las evoluciones de los turistas, los cabreos sordos de los que no eran atendidos, las carreras de los camareros... pasé un buen rato, y pagué gustoso los cuatro euros y medio (sí, 4'50€) por un par de tostadas de pan de pueblo con jamón pata negra y un café. La mejor tostada con jamón que he tomado en mi vida, mereció la pena la espera y los euros, en serio.
Cuando salgo del bar hacia el coche ya son más de las diez y media y la temperatura pasa de los treinta grados celsius. Esto no hay quien lo soporte. En ese momento llega una grupeta de ciclistas que vienen de la provincia de Badajoz y el final de la ruta era en Matalascañas... Les deseé lo mejor después de una breve charla con ellos.

La vuelta fue sin incidentes, pero en Zalamea la Real decidí poner la capota dado el calor que iba en aumento. No es lo mismo que ir a cielo abierto, peeeeero, son las ventajas de tener dos coches en uno.

sábado, 14 de junio de 2014

cita:


cita:


jueves, 12 de junio de 2014

cita:

domingo, 8 de junio de 2014

Marrón

Marrón, de ese color predominante se ha vuelto ya el paisaje que me rodeó ayer por la mañana, bien temprano.
Acabada la temporada de motocamperismo por la legislación anti incendios, se impone volver a viejas costumbres no por ello menos placenteras. En la alternancia, la variedad, está la obtención del mayor placer.

Por esta tierra se dice que sólo hay dos estaciones, verano e invierno. Yo diría más bien otoño y verano, porque el inverno no es verdaderamente frío. Cuando llega el seudoverano, lo normal es que caigan treinta grados centígrados en el momento álgido del día, y eso, inevitablemente, lleva a que todo se seque y el campo cambie el color hermoso de la clorofila por el del terruño asado.

En fin, que entre una cosa y otra, llegué a Sanlúcar de Guadiana, y seguí un poquito más al Norte hacia Pomarao, pasando junto a la presa del Chanza, donde hay un puente para cruzar el Guadiana.


Me llegué a adentrar unos kilómetros en el país vecino, a modo de cata del firme luso, pero ante el desconocimiento de dónde y cuándo encontraría un lugar adecuado para desayunar, y en notando que mi estómago ya se quejaba, decidí dar la vuelta, enlazar con Alosno a través de Villanueva de los Castillejos pasando junto a Puebla de Guzmán. Hermosas carreteras, a ratos entre páramos desiertos, ora eucaliptales, ora pinares. Asfalto perfecto, muy poco tráfico un sábado tan temprano.


Este pequeño paseo matutino de unos 200 km ha servido para hacer el rodaje a las nuevas gomas traseras, unos Hankook V12 Evo, que han sustituido a los magníficos Bridgestone RE050 que disfruté durante 19.000 km. Veremos si los nuevos son mejores, peores, más longevos o directamente un mojón pinchado en un palo.
No volveré a poner los Pirelli PZero que traía de serie, eso sí está claro. Los Toyo R1R que monté en el tren delantero siguen rindiendo al máximo nivel, y aún les queda vida por delante. Me están dejando muy buena sensación y ya veremos por qué modelo los sustituyo, porque cuando uno se acostumbra a solomillo, es complicado volver a comer hamburguesa.

lunes, 2 de junio de 2014

Cita:

Solamente los pobres que saben de veras que son pobres padecen su pobreza.

G. Papini

Cita:

Elegancia es la sobriedad en la plenitud, obtener un logro máximo con un minimo de medios.

J. Ortega y Gasset

Fear Drives Comfort

We should never be afraid to step out and do things that challenge and stretch us. When we become fearful of failure that’s when we shrink back and become stuck in our comfort zones. Life is an exchange and what you give is what you’ll end up getting back in a larger dose. Great things happen when we risk.

nathanyoder:

We should never be afraid to step out and do things that challenge and stretch us. When we become fearful of failure that’s when we shrink back and become stuck in our comfort zones. Life is an exchange and what you give is what you’ll end up getting back in a larger dose. Great things happen when we risk.
"Risk - Fear Drives Comfort"
I was so excited to collaborate with @ftlonesome on this one. I couldn’t be happier with how it turned out! This was my favorite jacket before the type and now it’s something far beyond that. Thanks so much, Kathie!

domingo, 1 de junio de 2014

los renglones torcidos

Llevaba un tiempo, casi un año, dando vueltas a la idea de cambiar de coche. Transmutar el pequeño destechable biplaza por algo más práctico, dada la urgencia imperiosa que motivó el que mi limitador no pudiera/quisiera moverse con él por ciudad para sus tareas con la ONG, o con ambos cuervitos si tenía que hacer algo con ellos mientras yo practicaba el pandorguismo playero.
De modo que empecé a darle vueltas a la cosa. Miraba y buscaba, veía, probaba otros electrodomésticos... y casi ninguno satisfacía mis exigencias, teniendo en cuenta que habría que entregar mi deportivo y además añadir un puñado de miles de euros, cosa muy difícil de aceptar dado el excelente estado de revista en que se encuentra el mismo, y su calidad y valor intrínseco no subjetivo.
No obstante, soy consciente de que el mercado es el mercado.
Pero surgió una idea que podía satisfacer a ambas partes: una parte soy yo, claro, y la otra sería un buen amigo y tocayo. La cosa consistía en cambiar a pelo su coche por el mío. Está claro, salgo perdiendo con el cambio aunque el mío habría que ponerle gomas nuevas rápidamente y la transferencia sería más cara para él... pero la diferencia de valor inclinaba a mi coche a su favor claramente. Pero yo estaba dispuesto a ello, más que nada porque me costaría mucho más dinero adquirir un coche nuevo, seguramente un Golf que usa de esas cosas que alimentan a las calderas...

BMW 130i, un sleeper en toda regla

Por detrás pierde un poco... pero es aceptable
Durante más de dos meses estuvimos hablando, nos cambiamos los coches, nos pusimos de acuerdo en las condiciones... pero la cosa, por hache o por be, no ha llegado a buen puerto. Yo ya estaba hecho a la idea de quedarme con el rojito, incluso me había acostumbrado a verlo en mi plaza de garaje. Llegué a lavarlo a mano una vez, algo que une a un coche a su dueño, y empezaba a reacostumbrarme al cambio manual y a sus peculiaridades de conducción.

Peeeeero, a veces las cosas no salen como uno quiere; se tuercen por esto o aquello, cuestiones que escapan a nuestro control.

Ayer descambiamos los coches, y hoy mismo no he podido resistir la tentación de salir temprano a dar una vuelta a cielo abierto. Ha sido como quedar con aquella exnovia: volver a acariciar un cuerpo conocido, esas miradas de complicidad, el confort de la confianza, de que podemos estar a gusto sin tener que hablar...

Como siempre, una solitaria carretera vacía de tráfica, incluso de ciclistas ahora que estamos en plena temporada, lo que me ha extrañado bastante. Rodeado de eucaliptales, y a ratos de pinares (hasta cuatro tipos diferentes de coníferas he llegado a descubrir en esta vía solitaria de asfalto perfecto y curvas amplias).
No he corrido, no ha hecho falta. Enseguida nos hemos entendido. Lo he pasado muy bien, he disfrutado.

Día perfecto para disfrutar del techumbreless


Ni un alma por esta perdida carretera de asfalto perfecto

En mitad de la ruta, como siempre, una reconfortante desayuno en cualquier venta de las muchas que abundan por la zona: 


¿Cómo renunciar a estos placeres tan mundanos? Como pagano total que me considero, me resisto a desistir, a olvidar, a cerrar los ojos y los sentidos a este tipo de disfrute.