jueves, 28 de abril de 2016

Ritchey

Salgo de la oficina para desayunar, y me encuentro con esto aparcado justo delante de la puerta:


Sí, amigos, lo que se ve ahí, en primer plano, es una auténtica Ritchey con treinta o más años a sus espaldas. Y ahí sigue. Me ha impactado verla en plena forma.
La furgoneta es de una empresa que organiza viajes y rutas en bici, e iba llena de guiris, claro. Aquí no nos saquen ustedes de Specialgays, Coño-dale, Trek, etc. 

Me retrotrae a mucho tiempo atrás, y pienso que cuando yo empecé con las BMW de fabricación nacional, aquellas BH California y las GAC Akimoto, ya iban los californianos como locos por el campo. Y cuando más tarde tuve mi primera verdadera mountain bike, allá por 1988 quizá, fue una Orbea Sherpa. Y flipaba. 
¡Que maravilla!

Ya he hablado anteriormente de los pioneros del mountain bike, de las carreras de descenso que hacían, y que llamaban "Repack", porque cuando acababan tenían que reparar todas la bicis. Las destrozaban. No eran verdaderas bicis de montaña (porque tal cosa no existía), sino bicis de paseo tuneadas cada uno a su manera.

En este video pueden ver cómo se desarrollaban esas carreras entre amigotes, el buen ambiente que había, y las joyas que usaban para lanzarse a toda velocidad cuesta abajo por una pista forestal entre montañas. Nombres como Charley Kelly, Tom Ritchey, Gary Fisher... aparecen ahí, y se les ve dar pedales con furia y trazar curvas con estilo y arrojo: 

miércoles, 27 de abril de 2016

qué es el flow?

Ah, eso. El flow. Sí, ya.



Este tipo del siguiente video lo sabe bien, y lo demuestra mejor:


martes, 26 de abril de 2016

cool tura

Un poco más de cultura sobre ciclismo, sobre montaña.
El rollito hipster y sus seguidores, como todas las modas, pasará, si es que no ha pasado ya.
Pero para mí no son nada, y mucho menos un movimiento cultural o, como algunos quieren hacer creer, contracultural, lo que quiera que sea tal cosa...

Para movimiento contracultural, el de estos tipos en los primeros años setenta, unos alocados jóvenes californianos que fueron el comienzo de todo:


lunes, 25 de abril de 2016

el origen y la deconstrucción

Antes las cosas se hacían de otro modo.
No sé cuándo se inventó el marketing, y comenzaron las compañías a parir sus productos o servicios desde los departamentos de diseño o ingeniería.
Sea como fuere, lo que hoy conocemos como mountain bike, término anglosajón que se ha aceptado en todo el planeta, nació de la mano de unos artesanos. En verdad, no eran tales, sino un simple grupo de entusiastas cuyas ganas les llevaron a hacerse, finalmente, eso, artesanos a la fuerza, porque no había otro modo de lograr sus fines.
Este concepto es lo que se llama innovación de usuario, y configuró la creación de todo un estilo no sólo de montar en bici, sino de filosofía de vida en general. Eran otros tiempos, está claro, y hoy día, todo lo relacionado con la bici en general está pensado y programado de antemano por las marcas, que en su afán de vender por vender sin ton ni son, crean necesidades que calan en la sique del cliente objetivo (target), pero que realmente nadie demanda.
¿Por qué nos plegamos a esto? ¿Quién necesita tantos recorridos de suspensión, tantos tamaños de rueda, tantas relaciones de cambio, tantos estándares diferentes en medidas de tijas y ejes? Y así sucesivamente.

Aquí les dejo, de entremés de mi razonamiento, esta película-documental en la que se muestra cómo comenzó todo:



Yo no rechazo a priori ninguna novedad. Simplemente observo la oferta, y me quedo con lo que se adapta a mis necesidades reales, o las que creo que lo son. Esta es una dicotomía difícil de alcanzar, y puedo equivocarme, pero casi cuarenta años en bici me han dado un poso que creo me ayuda a orientarme con más acierto que otra cosa.
De hecho, en mi cuadra, tengo bicis de todo tipo, y de los cuatro materiales que se han usado para fabricar los cuadros, y son precisamente las más sencillas, las que se podrían tachar de rancias o antiguas por los más legos en la materia, esas son las que más me gustan, lo que es mucho decir ya que me gustan todas las que tengo (si no, no las tendría).
En mi ánimo de ir contra la masa, contra la imposición de medidas y teorías absurdas, amén de una estética a menudo trasnochada, me hago con cuadros de veinte años de edad, incluso a veces más, y las monto como mi experiencia y gusto me da a entender, lo que proporciona un placer no sólo en pedalear posteriormente, sino también en el proceso de búsqueda de componentes, ajuste mecánico, ensayo y error, y posterior pulido y perfeccionamiento del concepto. Esto, claro está, es un proceso casi inacabable, infinito, porque siempre está esa pieza imposible, o te das cuenta de que tal o cual tornillo no acaba de quedar bien...
Pero en líneas generales se consigue, y la satisfacción es enorme. Soy, si lo quieren llamar así, un deconstructor. Cojo lo complicado y lo hago simple. Monto horquilla rígida y de acero, frenos uve, y una tansmisión simple de un solo piñón. Se me ocurren ideas peregrinas, como quitar incluso el freno delantero, y establecer medidas extrañas de balón y anchura en los neumáticos, en busca de un feeling único y perfectamente válido para los caminitos que frecuento. Si la cadena se alarga y queda destensada, aplico un tensor casero en forma de trozo de manguera amarrado con unas bridas.
Desfragmento la bici, la recompongo, rehago lo que me satisface, desecho e incluso tiro al contenedor de la basura lo que insulta mi filosofía.
Aunque, ¿esto se puede catalogar de filosofía? Un modum ciclare, quizá. Pero me encanta y sé que no soy el único, y puede que esto tenga que ver con la entrada de ayer, el deporte es diversión.

domingo, 24 de abril de 2016

el remate

Un buen día el de hoy, domingo.
Para empezar, me he levantado cuando el cuerpo me lo ha pedido, sin estrés. Nada de prisas para salir en bici, moto, o desplazarme a Sevilla. Nada de visitas intempestivas. Todo calma y sosiego. Solaz preveraniego, diríase.

Un poco de lectura, un poco de visionado de peli, y, para rematar, la carrera de Jerez, en la que VR46 ha impuesto una ley tan dura que ha sido hasta aburrida. Bueno, por lo menos he pasado un buen rato riéndome con Manu de los comentarios banales y sin sentido de los comentaristas Puig y Crivillé, y de los irritantes modos de E. Rivera. Me quedo con el golpe sobre la mesa del de Tavuglia, la rendición de Lorenzo, y la impotencia del bastardo Márquez y de Penosa. Una pena la rotura del motor de Dovi, y extrañado por el rendimiento de su compañero de equipo, Ianone.

Después de comer los restos, magníficos restos por cierto, de la fabada del viernes, un cafelito con mi limitador, y al Terramar, en Punta Umbría, a esperar a que el viento nos permitiera disfrutar de un broche de oro para un fin de semana muy bueno. Lo que yo no sabía es lo que me esperaba para rematar la faena...


Una maniobra en la que perdí la tabla, una ola que la lanzó hacia mi, un choque duro contra una mollera desprevenida... y siete puntos en el centro de salud de la localidad costera, donde una hábil y tranquila enfermera de nombre María José, me ha tratado como a un rey.
A lo hecho, pecho. Aún me quedaron ganas de volver al lugar del crimen y despedir la tarde con un fresco tercio, como mandan los cánones:


El deporte es diversión

Para mí, esto sí es bicimontañismo del bueno. La diversión nunca puede faltar en el deporte, y la bici se presta a crear verdaderos sufridores que, sin darse cuenta, convierten el dolor, la esclavitud, y la competitividad en una constante cada vez que se enfundan la licra. 
Recuerdo cuando de niños nos reíamos hasta de las caídas. Yo lo sigo haciendo, y más me río cuanto más gorda y más volteretas doy. Porque me sigo cayendo y por supuesto me sigo riendo.
Risas en la soledad del bosque, porque son pocos los que comparten esa filosofía. 
No es bueno ni malo que disfrutes de la bici a tu manera. El caso es disfrutar. Pero para mí, el deporte siempre tiene que ser diversión. 
El protagonista de "Búscate la vida" (Get a life) era todo un ideólogo, y quizá caló demasiado hondo...

mountain biker vs road biker

Hace años ya puse un hilarante video, descojonante al máximo, parodiando a esos ciclistas obsesionados con tener lo último y bla bla bla.

Ahora me encuentro con esta fraticida guerra entre carreteros y montañeros, que me ha hecho incluso más risa aún:


viernes, 22 de abril de 2016

Tras la digestión

Esa bella instantánea es el broche de oro para una tarde cuyo único punto triste es no haberlo compartido con más amigos. 
Como estaba previsto, entre las 5 y las 6 se ha enchufado. Ante la duda, y viendo al personal con 14, 16 y 17 metros, monté la 15, pero enseguida tuve que frenarla (y eso que la puse en el último nudo, el "less power"). Tras unas hilarantes surfeadas que me han hecho gritar en mi soledad y casi llorar de emoción, y dos horas con la 15, decido no luchar más contra los elementos (batalla que, por otro lado, el hombre nunca va a vencer), y decido montar la 12. Estaba bastante escaso de reservas energéticas, pero tuve fuerzas para darle caña al infla-infla y aprovechar casi media horita más de gloria. 
Viento asurado, rolando a ratos un poco a poniente. Buena ola. 
A las 9 de la tardenoche estaba saliendo de punta umbría. Maravilla de primavera y el astro rey que se alarga y se alarga. 

Fin de la crónica.


Esa fue la crónica que hice para el grupo de wasap de cometeros locales, de la navegada que tuve el placer de acometer el miércoles 20 de abril. He tenido más de 24 horas para digerir las sensaciones, que fueron muchas y fuertes, porque las condiciones no eran las más fáciles, ni si quiera mínimamente idóneas para la práctica del surfkite... pero he podido hacer alguna reflexión interesante.
Llevo casi cuatro años practicando esta actividad que ha llenado, y de qué manera, mi vida hasta tal punto que yo no podía imaginar que el hype iba a durar tanto tiempo en mí. 
Sigo aprendiendo mucho con cada rato que paso en el agua, sigo evolucionando, superándome, haciéndome más fuerte, capaz y, creo, hábil. Me he enfrentado a condiciones brutales en invierno, tormentas de fuertes vientos y olas como dragones, con mi tabla sin straps, algo que no tanto tiempo atrás veía inconcebible. 
Mi edad me aleja de modalidades extremas en las que el físico peligre. Saltos espectaculares, kiteloops, freestyle desenganchado... lo dejo para los jovencitos. Enseguida entendí, con mi hermano Julius, que nuestros derroteros iban hacia la ola, el surf.
El surfkite es un arte, no cabe duda. Hay que echar muchas horas en el agua para no sólo alcanzar un adecuado control y dominio de la cometa hasta manejarla sin mirar y desentendiéndose de la trayectoria del cuerpo y la tabla, sino también para conocer el mar, su dinámica, las fuerzas que genera.
El aprovechamiento de la energía de la ola es algo que en principio aparece como intuitivo y natural, pero no es fácil encajar las piezas del puzle si dependemos de la tracción de una cometa para llegar a ella, y la complicación que supone añadir el empuje del agua y la gravedad a la potencia que nos tira del arnés... Todo junto puede suponer un reto que a veces es difícil superar. 
Y después está la farragosa cuestión de la dirección del viento, que puede hacerlo todo más llevadero y fácil, o convertir la sesión, a priori, en una auténtica pesadilla. 
En ese aspecto, tenemos la suerte de navegar en un lugar en el que las condiciones no son perfectas, ni siquiera mínimamente. Lejos de lo ideal, la costa de Huelva, y más Punta Umbría, tiene vientos dominantes directamente de mar, y la ola suele ser desordenada en medio de un choppy que convierte la superficie del agua en un auténtico circuito de motocross. Y digo que tenemos suerte porque si aprendemos a surfear aquí, lo haremos con éxito en cualquier parte, lo cual me consta personalmente. Y en cambio, a la inversa, navegar en sitios más propicios e ideales hace que enfrentarte a una tarde como la del miércoles sea como chocarte con un muro.

Dicho esto, sentadas estas breves notas sobre la base de la técnica del surfkite, la sonrisa viene espontáneamente a mi cara al rememorar cómo me deslizaba a gran velocidad, seguramente con expresión estupefacta, bajando transversalmente las olas de metro y medio a dos metros con viento totalmente on-shore. Para mí, una jornada memorable, que junto con otras en Faro o en Caños de Meca y Tarifa, tardaré en olvidar.

jueves, 21 de abril de 2016

Un fuego en el abismo

Con este título tan sensacional, Vernor Vinge nos regaló, a principios de los noventa, un texto en forma de excelente novela de ciencia ficción que logró hacerse con un premio Hugo.


Efectivamente, fue en 1993. 
El señor Vinge es un matemático y escritor estadounidense que ya ha ganado tres de estos codiciados premios, y no por casualidad, como he podido comprobar tras la lectura de esta obra ejemplar, exponente máximo de la calidad de la ciencia ficción en su rama más dura.
Creador de conceptos tan innovadores como el de "singularidad tecnológica", y conocedor de la física que gobierna el Universo, trata de aplicar en sus escritos la realidad, si es que tal se puede afirmar cuando hablamos de ficción. 

Vernor Vinge.jpg
El señor Vernor, semisonriente.
El Un fuego sobre el abismo, Vinge nos traslada a una época futura muy lejana. Pocas son las referencias a nuestro planeta, que parece haber desaparecido o encontrarse en un allá lejanísimo. 
Diversas especies conviven en armonía aparente, en un entorno galáctico en el que el comercio pacífico es la norma, a pesar de los muy distintos intereses, comportamientos y aptitudes de sus pobladores. 
En una estación orbital, un ente es despertado, una conciencia que pasa a ser autónoma, y no se acaba de aclarar en ningún momento si es de origen tecnológico, artificial, o era un ser muy antiguo que dormitaba a la espera de ser reactivado. Sea como fuere, este bicho, o plaga (como se le denomina en la historia contada), provoca todo un sendero de caos y destrucción a su paso, o simplemente es que es su forma de vida, o bien lo que quiere es quitar de enmedio a rivales que antaño, en los albores del tiempo, lo relegaron a su anterior estado de catalepsia...
Lo conocido, y con ello abarco todos los mundos habitados por sea cual sea la especie, es arrasado de manera inmisericorde por fuerzas que van más allá de toda comprensión, control e incluso previsión. Millones de almas perecen sin sentido y sin poder oponer la más mínima resistencia, tal es el poder casi absoluto de esta cosa mala.
Pero dos escroditas (seres arbóreos curiosos), una humana y un protohumano (aparentemente un hombre pelirrojo formado a partir de los cadáveres de varios tripulantes hallados en una nave naufragada tiempo ha, recompuesto por otro ente, otro poder llamado "Antiguo", rival de la plaga y muerto asimismo durante la acción devastadora de la misma), que huyen en una nave a velocidades hiperlumínicas seguidos por un ejército que quieren darles muerte, tratarán de llegar a un remoto planeta en los límites de "la lentitud" (punto muy alejado de la galaxia en el que hay poca evolución tecnológica), en el que se haya una posible solución al problema de la plaga y la supervivencia de sus propias vidas.

No puedo contar más sin desvelar detalles que arruinen su lectura, pero ante este simple argumento, el desarrollo de los acontecimientos, su descripción, es tan memorable que el tiempo pasa volando mientras paso una página tras otra hasta llegar al desenlace final. 
Vinge hace gala de una imaginación tremendísima, no sólo con la creación de diferentes tipos de seres vivos inteligentes, sino con la descripción de las relaciones que se establecen entre ellos, la profundización en distintos tipos de sicología, y las diferentes actitudes de adultos, niños, masculinos y femeninos.

Pocas veces he tenido la ocasión de disfrutar tanto con una lectura de este tipo, y tan es así que ya me he hecho con alguna otra obra del autor que pronto les reseñaré por aquí.

Passat

Recientemente el coche electrodoméstico familiar sufrió una avería: con sólo 93.000 km el dispositivo que gobierna el doble embrague pasó a mejor vida. Para saber más, busquen "mecatrónica" en gúguel.

Dado que tuve la sabia y acertada precaución (visto lo visto, y ocurrido lo ocurrido) de contratar una garantía extendida en el momento de la compra del vehículo, todo fueron sonrisas y parabienes cuando llegué al taller, profundamente decepcionado, todo hay que decirlo. Enseguida pusieron a mi disposición un coche de sustitución, práctica extendida cuando el cacharro a reparar va a llevarse varios días en el quirófano mecánico. Sin coste, claro.

Cuando similares actos ocurrieron con el Altea XL de infame recuerdo, siempre me proporcionaron uno, un Ibiza de tres cilindros, diésel, que gastaba poco pero a costa de andar muy poco, vibrar mucho, ser pequeño, incómodo, y no sustituir en absoluto ni las prestaciones ni el espacio que mis demandas me llevan a comprar coches amplios y con una mínima potencia. Tres años anduve con Ibizas de sustitución, los conozco bien. Por eso, cuando me dijeron que ponían a mi disposición un coche de cortesía, enseguida supuse que me tocaría un Polo... a lo sumo un Golf (con su lamentable y paupérrimo maletero), seguramente inframotorizado y pelado de extras.

Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando me dieron una llave para arrancar esto:



Sí, me tuve que frotar los ojos. Un señor Passat 2.0 tdi Bluemotion, con apenas 13.000 km en su odómetro, equipado con DSG de última generación, y toda la parafernalia añadida de tecnología verde: start-stop, modo vela inercial que desembraga cuando soltamos acelerador, etc. 
A mí no es que me flipe este coche en particular, aunque reconozco que la versión familiar me llama más la atención. Es un coche soso en líneas generales. Es un coche para papá, para alguien que no busca emoción en la vida, para alguien sosegado, sensato, cabal. Para quien busque un mero transportador de personas fácil de conducir, no demasiado caro, con un mínimo de calidad, y que no quiera llamar la atención. Es el mismo tipo de cliente que se compraría un Volvo S60, un Laguna, un Mondeo, y arrimando un poco más de euros, un C Klasse.



Conozco bien los VW, y éste cumple todos los requisitos comunes. Es un coche que se nota sólido. Las puertas tienen ese sonido cojonudo cuando las cierras, lejos de parecer de lata. Dan ganas de abrir y cerrar varias veces seguidas para empaparte de ese sonoro "clack" que transmite la sensación de que queda perfecta y herméticamente aislado de todo. 
Aerodinámicamente está conseguido, apenas hay ruidos procedentes de la fricción del viento. En cambio, es demasiado elevado el rumor que nos llega a través de las ruedas. En ese aspecto, mi Touran está más aislado, por ejemplo.
Los asientos son cómodos, y hay mucho espacio tanto en los delanteros como en los traseros, y el maletero es realmente espectacular. Buenos acabados, sensación de calidad, materiales con buena estética y tacto, franquicias muy logradas, no se ve ni un tornillo, todo ajusta a la perfección.
Muy Volkswagen, sí señor.

El motor rinde 150 cv y un montón de par, y el cambio automático de doble embrague bañado en aceite y seis velocidades trabaja con extrema suavidad y eficacia. Los desarrollos son correctos y aprovechables, y tanta tecnología "bluemotion" se nota: en un recorrido habitual de fin de semana ha gastado casi un litro y medio menos que mi Touran, que lleva un motor menos potente, aunque pesa más y tiene peor aerodinámica.  
No obstante, creo que al Passat 2.0 tdi le falta un poco de chicha a partir de 120-130. No sé si será el exceso de kg, o que yo, quizá, esperaba más. Pero no se lleven a engaño, esa es una sensación subjetiva y relativa, y comparando con otros coches que uso o que han pasado por mis manos. Este Passat corre y lo hace con economía y seguridad, no lo duden.

¿Sería mi elección? Claramente no. Es demasiado anodino para mí, no transmite nada, salvo tranquilidad y sosiego. Quizá la versión Variant... aunque seguramente barajaría otras opciones también. Es un nicho muy competido, y VW ofrece un producto de bastante calidad con un precio medio aunque tirando un poco por arriba.

miércoles, 20 de abril de 2016

Hack bike derby

O cómo se reúne un grupo de amigos y constructores a tiempo parcial y por motivos ideológicos de sus propias bicicletas de montaña, inspirándose en las klunkers que dieron inicio a lo que hoy conocemos como mountain bikes.
Pasar un fin de semana invernal, con lluvia, viento, tormenta, agua y barro a mansalva, e increíblemente pasarlo de fábula.
Grandes tipos. Personajes entusiastas de la bici.
Hay muchos modos de vivir el pedalier, no cabe duda.
Respeto y admiración.

domingo, 17 de abril de 2016

Trankitrail

Será fácil, decían. Sin dificultad, decían.


150 km recorriendo El Condado, recién mojado el campo, todo muy bello y fantástico para la práctica del trailismo en motocicleta. 
Tres amigos, tres 690R, y un añadido al grupo a lomos de una Yamahita WR250F, han propiciado mucha diversión, buen ritmo de marcha y, en general, disfrute al cien por cien, que es lo que uno quiere cuando hace estas cosas.


Y en lo más fácil de la cosa, simplemente dando la vuelta en una pista, se mete la rueda delantera en la cuneta, luego la trasera... y a partir de ahí, una buena sudada que se pegó Atuan tratando de sacarla de esa trampa de chocolate...




domingo, 10 de abril de 2016

Bufffff

Una verdadera pena que ni mi primogénito Manu, ni mi brother in arms, oh Julius, no pudieran acompañar mi experiencia en la tarde de hoy, domingo.
Hoy ha sido una navegada sin compromiso, un poco de la vieja escuela, sin tabla de surf ni skim, sólo a base de twintip. Viento que empezó tímido, pero que se puso bastante bueno, y ha hecho las delicias de muchos kiteros que nos hemos congregados en diversos puntos de la costa.
Aunque la salida al mar hoy ha sido en el chiringuito Der Matías, la dirección de los nudos, potentes, me ha permitido llegar con cierta facilidad hasta El Portil, donde se habían congregado una multitud casi incontable de navegantes. Dos veces hice tal recorrido, y he podido gozar de las divertidas cualidades de mi FX 10m, cometa rápida, saltadora, y con buenas prestaciones en la ola, como he podido volver a comprobar. 


Al acabar, la tarde estaba de lujo para sentarse al sol en el chiringuito, tomarse una sabrosísima tarta de piñones, y terminar con un tercio bien fresco para hidratarme. 
La felicidad era en todos los que allí nos habíamos congregado, como pueden ustedes ver:


Lo bueno es que parece que hay viento de sobra, como mínimo, para mañana y pasado!!!!

sábado, 9 de abril de 2016

Paz

A veces pasa. Simplemente.
Un tranquilo, muy tranquilo paseo con mi adorada Hei-hei del 94, bajo un cielo absolutamente despejado, me llevó a un estado de paz total.
Paz.
PAZ.


No dejan de sorprenderme y asombrarme las capacidades de esta señora bicicleta. Hace años, quinquenios, decenios, era toda una réplica racer. Hoy es un modesto homenaje a toda una era, y no desentona entre las espigas del sembrado. Pronto se agostarán y seran recogidas, siguiendo un ciclo que se repite desde tiempo inmemorial... y mientras tanto, ella, la veterana Kona, la titánica, seguirá gozando de una vida placentera y provocando en mi interior la tan deseada sensación de paz.
PAZ.


jueves, 7 de abril de 2016

Térmicos!!

Cuando un gas se calienta, se expande y tiende a subir. Del mismo modo, si está contenido en un recipiente, aumenta la presión. 
El viento no es más que el mecanismo que tiene la atmósfera para igualar la presión. Si el aire (que es un gas) sube porque se ha calentado, el lugar que ocupaba allá abajo tiene que ser llenado, normalmente con más aire, un aire que estará a una temperatura inferior, produciéndose un movimiento circular. Esto es lo que se llama un viento térmico, y ocurre cuando el Sol calienta la tierra y el mar está lo suficientemente frío. 
Sucede sobre todo en primavera y verano, por ser los meses en los que hay más diferencia de temperatura entre la noche y el día. 

Con la entrada de abril, empezamos a disfrutar de este fenómeno en nuestras playas, dando lugar a unas brisas suaves, pero perfectamente aprovechables con el material del que disponemos.
Hoy ha sido un día perfecto de viento térmico: noche fresca en la que la temperatura bajó hasta unos 10ºC, día soleado alcanzando los 24ºC, práctica ausencia de nubes, un anticiclón, y ausencia de Levante en el Estrecho (el viento del Este en ese lugar frena la producción del térmico en nuestra zona). Como consecuencia, sobre las 17 horas ya era posible surcar el agua salada aprovechando los 10-12 nudos, a ratos más.


Vista general del material empleado y el emplazamiento elegido.
Una buena compañía incrementa el goce. Ya he hablado más de una vez de compartir navegadas. Mi hermano espiritual, Julen, y Diego, me acompañaron, me animaron a venir, me convencieron, pues yo no estaba muy dispuesto por mi cansancio general.
Ahora me alegro de sucumbir a su llamada.
Como todo buen día en el mar, lo mejor es acabar con una fresca disfrutando de los rayos de un postrero Sol que aún calentaba algo:


lunes, 4 de abril de 2016

Con.


Es bonito compartir. Las sensaciones aumentan si tienes alguien, un amigo, un hijo, con quien comentar, de quien aprender, a quien enseñar. 
Cunde más, se disfruta de otro modo. 
Es como la reafirmación de lo sucedido. Si alguien lo vive contigo, si lo ve, sobre todo si siente las mismas cosas, todo se multiplica y cobra sentido. 

No es imprescindible, es cierto, y también hacer las cosas uno solo tiene su encanto, sobre todo si es buscado. 

Un momento para cada cosa. Un motivo para vivir. Una causa para sentir, en suma.

Pues claro.

Minas

Un sábado más, otra aventura por vivir por caminos y pistas.
Cuatro jinetes esta vez, rumbo al Norte de la provincia, en gran medida por la Vía de la Plata. Valverde del Camino, Zalamea, El Campillo, Nerva. 


La mayoría de la ruta transcurre por lo que antiguamente era una vía férrea para transporte de mineral, por lo que no tiene mucha inclinación, y nos ofrece vistas increíbles, y propias sólo de esta zona única y espectacular.



Grandes risas nos han acompañado. Camaradería, derrapes, algún riachuelo y mucho, mucho polvo. En algún punto el camino se ha complicado, pero lo hemos superado todo sin problema. Aguerridos, unos más que otros, y felicitaciones múltiples para Diego, a la izquierda de la imagen, quien con su 800 de 230 kg no se arredró y sudó en más de una ocasión. ¡Bravo!


El Tinto horada el terreno, dando infernales notas de color. Restos de ancianas y abandonadas explotaciones a cielo abierto. Túneles tenebrosos llenos de ripio. 


¿En qué estaríamos pensando? Tramando alguna oscura maquinación...

La vuelta, tras un merecido refrigerio en Nerva, fue por carretera. Para algo son motos trail: malos en campo, malos en carretera, pilotos totales!!!!