Y por fin cuadraron los astros para que pudiera probar el nuevo concepto, mi flamante dinglespeed, implementado sobre la sufrida Kona Hei Hei, después de más de diez años de uso exclusivo singlespeed, aunque con diferentes configuraciones de suspensión delantera y frenos.
En un día extrañamente templado para las fechas que corren, y con apenas una ligerísima brisa, decidí embarcarme en atravesar la vía multimodal que atraviesa las marismas del Odiel con la relación overdrive, un 34/14, que me llevó cómodamente y sin estrés ni desasosiego hasta los pinares más cercanos, allende la población de Aljaraque. Una vez allí, desmonté y en pocos segundos pasé a la relación corta de 32/16, que es la misma que he usado todos estos años de monomarcha.
Como era de esperar, la experiencia ha sido sumamente satisfactoria, exigiendo ciertos esfuerzos por parte de mi tren inferior, y me he sorprendido a mí mismo con una gran sonrisa cruzando mi cara mientras circulaba por algunos de los muchísimos senderos de la zona, aprovechando y disfrutando de la soledad (sólo me crucé con otro ciclista y una pareja de senderistas) y del terreno perfecto tras las lluvias de la semana anterior.
Campo verde, vivo, empiezan a aparecer las primeras flores en un momento que parece ser la premonición de la primavera entrante. Felicidad, alegría (por fin, tras muchos días de agobio y tristeza, no sé muy bien porqué aún), satisfacción por el buen funcionamiento de mi último invento.
El camino de vuelta, de nuevo con la marcha larga, sin mayores incidencias, y superando sin problemas el repecho en el puente Sifón y sorteando la cuesta del Carnicero callejeando por las calles con los sentidos cambiados recientemente. Un manguerazo y a descansar. Sí, me dolieron las piernas un poco después de cenar... pero supongo que es señal de que han trabajado!
