viernes, 29 de mayo de 2020

Regreso a Belzagor, Alas nocturnas

Ya he hablado con anterioridad de Robert Silverberg, que entre otras escribió las novelas que dan título a esta entrada.
En la primera, publicada originalmente en 1970, ocho años después de la descolonización del planeta Belzagor, el que fuera director de la colonia, Gunderson, regresa como guía de una pareja de científicos. Su misión es investigar la misteriosa Ceremonia del Renacimiento que llevan a cabo las dos razas inteligentes que habitan el planeta, los humanoides Sulidoror y los elefantinos Nildoror. En su regreso, Gunderson tendrá que hacer frente a la culpa que le persigue por haber abandonado a la mujer que amaba y por el trato dispensado a las razas sintientes nativas. El camino hasta la Ceremonia del Renacimiento estará repleto de peligros en un planeta que aun esconde sus secretos a los humanos.

Regreso a belzagor (Solaris ficción nº 24) eBook: SILVERBERG ...

De profundo sentido ecologista, se introduce en el espinoso asunto de la moralidad de esclavizar o simplemente utilizar a otros seres para la consecución de los fines de la humanidad. En esta historia, el hombre se presenta como vil, egoísta, abusador y ser que desprecia e ignora los sentimientos y derechos de otras especies, aún sin conocer sus orígenes, motivaciones e ideologías.

Regreso a Belzagor: Amazon.es: Robert Silverberg: Libros

Obra completa, trabajada en cuanto a profundizar en el carácter y sentimientos de los personajes, capaz de situarte en el mismo planeta y vivir las sensaciones por las que pasa el protagonista. Obtuvo el Premio Locus a la mejor novela. 

En cuanto a "Alas Nocturnas", es una novela corta, casi un cuento, que nos presenta a una Tierra post apocalíptica, en una fecha futura indeterminada, pero aún reconocibles sus ciudades principales. Su sociedad se encuentra dividida en gremios, que se configuran al mismo tiempo como castas (pues la pertenencia a uno u otro de estos gremios supone muchas diferencias en el lugar que se ocupa en la escala social) como pueden ser, los Vigías que escudriñan las estrellas en espera de una invasión extraterrestre, los Memorizadores, encargados de bucear en el pasado de la humanidad, los Mutantes resultantes de experimentos genéticos, etc..
Los personajes principales son un Vigía (encargado de examinar todas las noches los cielos con ayuda de su carrito lleno de instrumentos para avisar de la llegada de los anunciados invasores extraterrestres), una voladora (una chica perteneciente a un clan creado por ingeniería genética en la mítica edad de la magia, con unas frágiles alas que sólo le permiten volar de noche) y un mutante sin gremio, que viajan por el paisaje devastado hacia la antigua ciudad de Rom (Roma). Se van topando y relacionando con otros personajes secundarios de distintos gremios, y así nos hacemos una idea de la forma de vida en esa distópica sociedad, incluso con el Príncipe de Rom (amo y señor de la ciudad). Cuando por fin aparecen los invasores, no todo ocurre como uno espera, y hasta aquí mi sinopsis, pues no hay ánimo para hacer spoiler que destroce vuestro interés por leerla, cosa que recomiendo.


Obtuvo el premio Hugo en 1969, y visto el éxito que obtuvo por un escrito al que sólo tuvo que dedicar cinco días para acabarlo, escribió dos entregas más, continuadoras de la historia: “Camino a Parris” y “Hacia Jorslem”. 

lunes, 18 de mayo de 2020

desmoengendro: Velocita D'Epoca, por BCR

Y surcando los mares de bits, echando las redes en pos de maravillas técnicas, un oscuro día de tormenta alcanzo a llevar a la cubierta de mi bergantín semejante pieza:



Oh, extasiado me he quedado, y no es para menos. Detrás, o debajo de este montón de metal modificado, labrado, esculpido, se esconden cienes de horas de trabajo no sólo manual, sino de darle vueltas al coco.



Soluciones ingeniosas, arreglos geniales, detalles brillantes, dedicación exquisita, y algún que otro gazapo intolerable también.





Pero prefiero callar, y dejar que ustedes contemplen y juzguen. Valoren, se lo ruego, y enjúguense las lágrimas vertidas por la emoción, no lo nieguen:

























La donante parece ser una SS900 Superlight.

Singletracks vacacionales

Esta semana se nos ha impuesto como vacacional dada la casi inexistente carga de trabajo en la oficina, son las consecuencias del covid que nos han llegado un poco retardadas, y como consecuencia, lo veo venir, la recuperación también vendrá igualmente retardada. 
Pero no es costumbre mía el llorar por estos temas, sino adaptarme, vivir el momento, sentir el ahora, y meditar en la calma. Hay muchas maneras de meditar, de dar ese descanso al cerebro, y yo suelo hacerlo de diversas maneras, tanto pasivas, sentado sobre un puff con las piernas cruzadas, ojos cerrados, y concentrado únicamente en mi respiración; como activas, practicando alguna actividad (moto, bici, correr, kite), todas ellas exigen una concentración especial, a menudo pueden convertirse en acciones que se dejan al albur de la memoria muscular, dejando la mente prácticamente vacía aunque no del todo...


Es normal empalmar tres o cuatro curvas tirando la bici bien abajo, sintiendo el agarre de las gomas, bombear con las piernas y el manillar saliendo despedido hacia adelante mientras grito "yiiiijaaaaaa". Cualquiera que me vea u oiga pensará que estoy mal, pero no sabe lo que se pierde si nunca ha sentido algo así.
Soy un gran defensor de las sensaciones, de escuchar a tu cuerpo, y ya conté aquí hace mucho cómo dejé de usar ordenadores y ciclocomputadoras. Sólo llevo el móvil con una app para seguimiento y poder ver por donde he ido y controlar el tiempo que estoy montando.
Pero las sensaciones, ah, a veces hay que buscarlas, y en otras ocasiones te alcanzan y te transportan, te lanzan, te empujan.


Me pierdo por los pinares, descubro nuevos senderos, el terreno está perfecto tras una semana lloviendo, ahora el campo florece por doquier, y se inunda de flores amarillas y azules. El crepitar de la arena y las pequeñas piedrecillas bajo las ruedas, el roce de las hierbas, trinos de pájaros aquí y allá.


Las difucultades aparecen a la hora de practicar otros deportes. El kite es difícil, las informaciones contradictorias, no está claro lo que se puede y lo que no se puede hacer. Correr ya se me hace duro para rodillas y tobillos, y las calles están atestadas a las horas consignadas para su ejercicio. Mi reencuentro desde hace varios meses con el ciclismo me ha dado un impulso de vitalidad que no esperaba a estas alturas de mi vida, y disfruto mucho, muchísimo con cada una de mis bicis, todas distintas, todas cumplen su cometido, todas diferentes, es difícil por no decir imposible elegir una favorita. De todos modos, para qué elegir sólo una.






Con el nombre de este caminito queda todo dicho.

Sigan viviendo, disfrutando a su manera, superando, mejorando, formándose, apreciando, amando.

Cómo hacer un coche

Adrian Newey es uno de los más famosos diseñadores de coches de Fórmula Uno de la historia. Hay otros que también han adquirido relevancia por sus éxitos en grandes escuderías, pero ninguno de la manera y con la tozuda dedicación y obtención de resultados de Newy.


Hijo de un veterinario y una profesora de arte, creció en la Inglaterra rural de los años sesenta, alimentando su pasión por los coches gracias a la afición a los clásicos de su padre, quien le enseñó a fabricarse lo que le hiciera falta. Ya desde pequeño montaba maquetas, y de ahí pasó a fabricarse sus propios engendros motorizados.
Estudió ingeniería aeronáutica no muy convencido, pero su formación fue clave para desarrollar sus ideas en un mundo en el que cada milésima de segundo cuenta: la alta competición de coches en circuito. 
Sus comienzos en la Fórmula Indy le sirvieron de rodaje para posteriormente introducirse en diversos equipos de la Fórmula Uno en una época en que los equipos, en el mejor de los casos, contaban con cinco ingenieros para desarrollar el producto (hoy día tienen más de doscientos). 
Era la época en que surgieron ideas como el túnel de viento, que al principio se usaba con modelos a escala 1:5; el efecto suelo, los difusores traseros; la suspensión activa, frenada combinada activa; controles electrónicos de estabilidad y de frenada; la era turbo; la era de los motores aspirados; los V10, los V8, el KERS, los atuales V6 con turbo; y numerosos ingenios, tanto de suspensiones como aerodinámicos y mecánicos, todo ello interrelacionado (como los escapes sopladores para un segundo difusor, las cajas de cambios "seam-less" más pequeñas y estrechas que permitían una aerodinámica forma de botella de coca-cola)... La lista de historias contadas en este libro es casi interminable, todas ellas muy interesantes, que dan una visión del competitivo mundo de las carreras en que los aciertos en el diseño, el azar, la pericia de los pilotos, y la unión dentro de los equipos son todos factores igualmente importantes para tener éxito.
Todo ello se relata en este libro que recorre cuatro décadas de desarrollo mecánico, de reglamentos, de ideología del diseño, aventuras personales (lo tres matrimonios de Adrian, sus relaciones con los hijos y sus padres, amistades con diverssos personajes históricos, su paso por el colegio, instituto y universidad), incluso sus negociaciones de contratos con los dueños de los equipos. Su paso por Williams, Mc Laren y finalmente Red Bull Racing, con increíbles éxitos; relaciones con pilotos de la talla de Senna, Raikonen, Prost, Couthard, Webber o Vettel; los llamativos entresijos de fabricas a cargo de Ron Dennis o Frank Williams; la creación de RBR desde los inicios hasta ganar cuatro veces seguidas el mundial de constructores y pilotos... merece la pena y mucho la lectura de este documento, redactado de manera amena y hasta comprensible cuando el autor se introduce en temas técnicos para contar las ideas que tiene y los avances obtenidos retorciendo el Reglamento.
He pasado muy buenos ratos con su lectura, he aprendido cosas, y siempre viene bien un repaso histórico a algunos de los mejores años que hemos vivido de la Fórmula Uno, que hoy se nos antoja un poco aburrida y poco llamativa...

lunes, 11 de mayo de 2020

singletrack fury: lo hice

La fase uno ya está aquí, y no sé si hice bien o mal desde el punto de vista legal o ético. En mi fuero interno lo tengo claro.
He encontrado el campo perfecto, con agarre, sin polvo, bonito después de las ultimas lluvias caídas que, aunque breve, han dado algo de vida a nuestros pinares. 


La escogida esta vez fue la Santa Cruz, que se mueve en estos senderos como pez en el agua, muy ágil y de pedaleo eficiente. 

He disfrutado muchísimo, he gritado, he reído. Dos meses más tarde por fin he podido rodar como es debido. 

domingo, 10 de mayo de 2020

desmoengendro: sport 1000, por Ilario Ninni & star.ace

En esta terrible época de sequía de proyectos loables, en la que parece que las meninges de los preparadores sólo tienen capacidad para mirar la horrible Scrambler (maldita moda) y hacer no menos horribles esperpentos con ruedas, de vez en cuando hay que echar mano del concepto simple.

De todos es sabido que es difícil mejorar lo excelso, y sabemos que con las Sportclasic, Ducati lo clavó. Y aunque uno se cansa de ver lo mismo una y otra vez, a veces aparece un rayo de luz, y la demostración palpable de que menos es más:



No se ha realizado una inversión desmesurada, ni se trata tampoco de un trabajo de orfebrería. Y quizá por eso me gusta. Empezando por el color, ese amarillo que tan bien se ajusta a la época que quiere retratar, y que se extiende algún latiguillo y cable.
¡Viva la simplicidad!
Ese parece ser el lema de Ilario Ninni, el autor, quien lo ha hecho todo fácil, tirando de catálogo de piezas pre-hechas, sin tener que fabricar nada. De este modo, un colín reducido, un asiento aún más reducido, pero que juegan con el minimalismo al límite de lo tolerable para no dejar al depósito de gasolina en un plano mastodóntico, con un dorsal levemente perfilado también en amarillo, queda como anillo al dedo.
Seguimos con una de mis obsesiones, la implementación de un dos en uno, que aunque de tamaño generoso, para mi gusto queda mejor que los escapes dobles de serie, que son un auténtico atentado a la dignidad deportiva.



Por no cambiar, no se han cambiado ni los baratos Brembo de gama baja, pero total, qué más da. Muchas veces perdemos la perspectiva y creemos que vamos montados en una superbike de competición... y nada más lejos de la realidad. Un viejo adagio filosófico dice que "quien no es consciente de su realidad, perece en ella".



Aprovechando la reducción de peso de colín y escape, así como otras piezas menores como unas estriberas mecanizadas, encontramos todo un catálogo de objetos en fibra de carbono. Algo de gramos se habrán robado por aquí y por allá, o quizá sólo sea una concesión a la estética. Para el que le guste, claro, pues en una moto de marcado carácter retro como ésta, quizá el carbono está de más, no obstante congenia perfectamente con el amarillo del serbatoio, y le da un toque profesional.



Aquí la tenemos, lista para rodar, con todos sus aditamentos a falta de un retrovisor y la matrícula. Motocicleta perfectamente usable y que no dudo que a día de hoy, cuando lean estas líneas, su dueño estará disfrutando de manera enorme:

El inconfinado mecánico

Las dos "pastillas" calibradas que pedí a ducatiparts.es tardaron justamente un mes en llegar. Lo achacaremos a que no había stock y venían de Italia, donde la fábrica está bajo mínimos. La verdad es que desconozco quién ni cómo se surte de recambios esta web, que pertenece a los mismos que carbon4us.com. 
Un conocido me contó que las piezas las consiguen a través de un concesionario de Málaga, pero no sé si es cierto o no.

Sea como fuere, me disponía a remontar todo, y la parte más peliaguda es el momento de colocar los dos semianillos que dejan fijada la pastilla de cierre impidiendo que ésta se deslice por el vástago de la válvula, un sistema muy ingenioso, muy parecido a los típicos sombreretes que tienen las válvulas que usan muelles para cerrar. El caso es que las desmo tienen un muelle cuya misión es lograr la estanqueidad adecuada a bajas rpm y ralentí, y hay que vencer su resistencia empujando el balancín de cierre para poder colocar la pastilla y sus semianillos. Esto es una tarea truculenta, y aunque yo estaba avisado de que había que tener cuidado porque el retorno del muelle es potente si un semianillo está mal colocado, pues sí, voló por los aires una primera vez. 

Previamente yo había intentado bloquear el balancín para que no ocurriera esto, pero no logré dar con la tecla. Vi un par de videos en youtube, pero fue inútil, no lograba introducir un destornillador o una llave allen gruesa (de 8 mm) en el sitio adecuado. Así que lo intenté a la vieja usanza: empujando hacia abajo con un destornillador, y al mismo tiempo intentar poner el semianillo en su alojamiento... pero tuve que desistir. 

La primera vez que el semianillo de marras cayó al suelo del garaje tardé unos 25 minutos en encontrarlo. Es diminuto, el garaje no está muy iluminado, y hay multitud de chasca, objetos de diversa índole, muchas sombras, algo de suciedad... pero lo encontré. Me armé de paciencia, y procedí a intentarlo de nuevo, pero esta vez fue peor: salió catapultado como lanzado con un tirachinas a la velocidad de la luz, más o menos, o eso me pareció. Creí escucharlo chocar con el techo, y después caer sobre algo a unos metros de mi posición. Una hora de infructuosa búsqueda más tarde, abandoné toda esperanza. Recogí todo y me dispuse a buscar la manera de hacerme con algunos semianillos nuevos. Lamenté no haber pedido tres o cuatro de repuesto cuando compré las pastillas. Esperar otro mes por esas diminutas piezas de alambre de cuatro milímetros no me hacía mucha chispa, pero es lo que hay. Incluso me puse en contacto con Pepo Rosell para gestinarlo, y ya había consultado dos webs y había memorizado en el móvil el tlfno de Retalbikes, el concesionario más cercano en Sevilla.

Al final de la tarde el limitador me sugirió una idea, así que bajé de nuevo, arranqué el coche y lo moví para que sus luces iluminaran todo el espacio que ocupa mi garaje, y así, medio tendido en el suelo, fijando mucho la vista, enseguida lo encontré ¡eureka!, no me lo podía creer. La alegría fue en mí. Vaya sensación de alivio y gozo me invadió. Así que esta mañana me puse manos a la obra y por fin terminé de montarlo todo, con su correspondiente arrancada a la primera.

En esta primera imagen pueden ver la llave allen de 8 mm que usé para bloquear el balancín de cierre, colocada en su sitio, el balancín abajo del todo, y el vástago de la válvula desnudo:


En la segunda instantánea ya he colocado la pastilla de cierre. Para bloquear la pastilla y que no se deslice hacia arriba hay que ubicar los dos semianillos:


En este último holograma bidimensional con zoom ampliado, se observa perfectamente los semianillos ya colocados en su ranura, impidiendo que la pastilla se salga de su sitio. Pueden observar restos de grasa que he usado para que no se caigan mientras dura el proceso:


Con esta operación termina el mantenimiento previsto de la Monster, a la que ahora le quedan muchos miles de km por delante sin tener que hacer nada importante.

En esta nueva situación de desconfinamiento progresivo, mañana comienza la "fase 1", que es la segunda, en realidad la tercera, no queda claro si podremos usar la moto para dar un paseo. Tampoco si podré ir a la playa a hacer kitesurf. Todo es ambiguo, y a menudo contradictorio. Estamos aquí a verlas venir, y la verdad es que quien ha esperado dos meses puede bien esperar un poco más. No hay prisa ni ansiedad, y la salud y acabar con la epidemia es lo primero. 
Saludos y ánimos a todos mis lectores confinados como yo, y a los que incumplen las normas... que les den bien.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Inconfinable

Hay que ser un poco rebelde. Un poco. Como con cabeza.
Dado que inexplicablemente se nos ha impuesto un horario que no tiene sentido para salir con libertad controlada de nuestras casas, y que tal horario es incompatible con la práctica de determinadas actividades, hay que tomar medidas. Una sería no practicar dichas actividades, o hacerlas mal. Otra es ignorar o tergiversar, o interpretar la norma de un modo laxo. De este modo, defiendo que uno puede retrasarse un poco al final, o del mismo modo adelantarse al inicio: no creo que ni lo uno ni lo otro afecte al paseo de los mayores de 70 años cuando yo voy en bici buscando salir de la ciudad. 
Hay que aplicar un poco de sentido común a las cosas, pero esto choca frontalmente con la falta de capacidad de razonamiento de los seres encargados de velar por el cumplimiento de lo ordenado, quienes se escudan en el "es la Ley" sin cuestionarse absolutamente nada más. Sin duda tienen el trabajo que merecen, se lo han ganado.


Busqué una zona menos transitada, esta vez por el Norte, pisteo puerco puro y duro, pero al menos me ha servido para explorar un par de puntos que no conocía, y me he sentido vivo al surcar esos parajes de sembrados a buena velocidad con la bici de Wisconsin. 
Aún así se me hizo noche llegando a casa de vuelta, lo que no es agradable, porque si hubiera surgido algún pinchazo, avería o caída, hubiera sido desastroso. No tiene mucho sentido salir en esas condiciones, no compensa el estrés, la presión de la hora. Uno sale en bici a disfrutar, y no a mirar constantemente el reloj.

lunes, 4 de mayo de 2020

Ritchey, 1979

Cuando veo una de estas bicicletas de los inicios del mtb, no puedo dejar de pensar que se ha perdido algo en el camino hasta los modelos de hoy día. Quizá la palabra es "pasión", o "amor", o "dedicación". Quizá es sólo una paja mental de un casi cincuentón que mira hacia atrás pensando demasiado, echando cosas de menos, y mirando el mercado actual, una selva donde el "sálvese el que pueda" y la obsolescencia programada campan a sus anchas. 
Hace unos días estuve mirando entradas del bloc de hace diez años, la mayoría eran sosas (y a lo mejor lo siguen siendo), y muchísimas fotos se han perdido en los archivos digitales y la nube, ese gran invento que nos iba a facilitar mucho la vida, ¿se acuerdan? Nos venden la moto constantemente, en todos los aspectos de la vida, y nos dirigen y manejan sin que siquiera nos demos cuenta. Esto es terrible, y aunque uno es consciente de ello, es algo tan sutil, refinado y profundo, que no podemos casi evitarlo.