domingo, 21 de agosto de 2016

Paseando

La moto trail tiene muchas caras. Muchas. Tantas que pienso que es difícil sacar todo el partido del que son capaces. Y esta es una afirmación que me atrevo a asegurar delante de cualquiera y donde se quiera.

Ya he ido contando en este mi bloc los sucesivos avatares para lograr "carreterizar" mi 690, y el último paso ha sido montar esta semana una goma trasera acorde con la delantera, Conti Trail Attack 2 que, a pesar de ser medida idéntica a la original, ha quedado un poco picuda, como cuando utilizas una garganta demasiado estrecha para la anchura del neumático...
En fin, no todas las ruedas son iguales, y una misma rueda en distintas medidas puede no solo aparentar diferencias estéticas, sino también funcionales.

En estas cosas iba yo pensando esta mañana, aún retumbando en mi cabeza los fantásticos acordes de Alt-J con su deslumbrante tema Every other freckle, un espectáculo sonoro por el que estaría dispuesto a hacer cientos de km y pagar muchos € por poder verlo en vivo: 


Todo el video es una OBRA DE ARTE contemporáneo, cosas de la tecnología de nuestros días: producción, composición, interpretación, filmación, montaje... Chapó, sin más.

Volviendo a la realidad que me rodea (de la que sin duda forma parte la música a menudo), bien temprano me enfundé mi traje protector de cuero de una pieza, con botas, espaldera y guantes, amén de elemento protector del cráneo, y previo llenado del depósito, tiré por la sempiterna N-435, por ir por una carretera muy conocida por mí, y en la que no iba a someter a la rueda delantera (aún en pruebas de resistencia) a fuertes esfuerzos. 

Hace más de un año que no acometía empresa semejante, y reconozco que esta actividad necesita tiempo, kilómetros y muchas curvas para coger confianza en las posibilidades que el conjunto ofrece... que no son pocas. 

En la siguiente toma fotográfica pueden ver parte del aparcamiento de la venta del cruce de Santa Ana la Real, con un primer plano de mi máquina, que aparece escuálida acompañada de diversas bestias del asfalto: 

Parece fuera de su elemento... pero en verdad no es así.
Un local abarrotado de turistas que buscan temperaturas más suaves en la sierra, y de numerosos motoristas, pero pude encontrar un hueco para sentarme y disfrutar de la siempre magnífica tostada de pan de pueblo con el mejor jamón recién cortado de la pata (negra, por supuesto). El café, bueno, sin más, que no es poco.
La tostada, quizá la mejor de la zona:



Un rato leyendo la prensa en mi terminal portátil, y pronto encaro el regreso antes de que empiece a apretar la calor, cosa que disfruto más. Siempre me gustó muchísimo la subida del puerto justo antes de llegar a Zalamea, pero reconozco que ni mi dominio, ni tampoco el ritmo, son los de antaño. Lejos quedan los tiempos en que lijábamos nuestras rodillas en el asfalto a velocidades infernales, cosas que hoy nos meterían en la cárcel directamente... pero hay muchas formas de disfrutar. La edad y la experiencia, y también lo que uno lleva entre las piernas (todo hay que decirlo), te hacen ver la cinta negra que se retuerce, sube y baja, de un modo distinto. No mejor ni peor, simplemente distinto. 

Mucho disfrute es lo que ha habido, entonces y hoy, y he llegado en tiempo y forma para sentarme a ver tranquilamente las carreras de la República Checa.

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