lunes, 5 de noviembre de 2007

truñing

El primer M3 nació para ser fabricado artesanalmente en una corta serie con vistas a su homologación para la competición.

La caja E30 es considerada para muchos seguidores de la marca como la revelación más deportiva y radical de la historia de los M.

La filosofía competitiva y deportiva, que arrastra desde los 635csi hasta el actual y novísimo M3 de la serie E92, ha estado ligada a una imagen diferenciadora del resto de la gama BMW, y son modelos con tanto gancho, estético y prestacional, que actualmente podemos encontrar hasta cuatro versiones correspondientes a las series Z, 3, 5 y 6.

Pero los M por excelencia son los M3, a pesar de que para algunos, el más potente, efectivo y casi brutal M5, es el estandarte y desideratum, por lo menos hasta la llegada del no menos prestacional M6. Coches hechos con mucho cariño, que por desgracia se han convertido en el estándar del vacileo para camellos de baja estofa y pasajero poder económico. La marca bávara cometió el error de ofrecer un kit estético como extra para adornar sus más vulgares y despotenciadas versiones de cuatro cilindros y, con una simbólica inversión, el obrero de a pie tiene la oportunidad de vacilar de M en su humeante 320d. ¡Qué pena! No echemos la culpa a BMW: si no lo hubiera hecho la marca madre, cualquiera de las legiones tuneras profesionales se hubiera puesto manos a la obra, y muchos hubieran caído, aunque no fuera un producto tan oficial.



Recuerdo cuando los niños de papá iban en R5 Turbo. Luego vinieron los GTI. La fiebre tdi ha inundado nuestras calles y carreteras de petroleros A3, Golf y León. Ahora, quien no lleva un serie 3 cupé con kit M, es porque no quiere. Albañiles, mecánicos, carpinteros, electricistas, abogados, comerciales de ventas, incluso parados y estudiantes tienen uno. Me encanta la democratización de un modelo como éste, que abarca, como vemos, a todas las clases sociales y niveles de formación académica. Uno se pregunta si éste es el verdadero concepto de un fabricante "premium" en los tiempos que corren.

Quizá ya no hay marcas premium, o sólo se pueden calificar así a Aston, Maserati, Ferrari, Lamborghini, Bentley o Rolls, y a esas pocas marcas verdaderamente artesanales cuyas exclusivas unidades se cuentas con los dedos de una mano.

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