sábado, 25 de julio de 2020

En los últimos días han pasado algunas cosas, prácticamente sin importancia para el público en general, pero la noticia más impactante para mí es el avance aparentemente implacable e inevitable de la segunda oleada de la enfermedad. La pandemia se ceba ahora sobre todo en la juventud, en cuya desidia, ignorancia, o falta de civismo ha encontrado una ruta de acceso hacia una situación que sólo puede tener como final un nuevo confinamiento, si no se toman a tiempo las medidas restrictivas y profilácticas adecuadas. Las reuniones nocturnas en locales de ocio, fiestas, celebraciones multitudinarias, están dando lugar a cientos de brotes de personas infectadas, en su mayoría asintomáticos que a su vez contagian a sus núcleos familiares, y así la cadena se alarga más y más en un efecto piramidal de difícil control a la larga.

Mientras tanto, llegó el esperado momento de la primera carrera de MotoGP de la temporada, esta extraña temporada con siete grandes premios en la península, en la que ha acabado venciendo con autoridad Fabio Quartararo. El que fuera rookie del año en la pasada temporada puso su Yamaha satélite en lo más alto del podio, con una carrera impecable de principio a fin, sólo empañada por la caída y lesión del favorito MM93.

Fabio, cuya escuela ha sido prácticamente española, ha ido pasando por multitud de categorías, currándoselo paso a paso. Aquí le vemos con el cinco veces Campeón del Mundo, el finísimo Lorenzo:



Pero volvamos al inicio de la carrera, cuando ya en la formación de la parrilla un fotógrafo pudo captar esta imagen terrible de Márquez, Marc, no Alex. Adivinen qué está mirando de esa enfurecida manera:


A su izquierda y un poco más adelante se encontraban dos Yamahas, dos pilotos a los que no fue capaz de superar, por pocas milésimas, en la segunda sesión de calificación. El piloto catalán destila odio, hambre insaciable, presión, y diatribas sicológicas que sólo él conoce, y aunque está más calmado en cuanto a sus acciones contra sus compañeros de batalla (o rivales), al menos en el inicio de la temporada en el que aún no está en juego el título directamente, salió a por todas. No quería que nadie se escapase, y en un temprano momento perdió la rueda delantera en la curva Doohan del trazado jerezano (que es el giro que más miedo me da: curva larga, contraperaltada, y muy rápida), pero en una de sus milagrosas salvadas logró mantener la compostura y regresar a la pista sin daños aunque en la posición decimosexta. 
Tenía prácticamente toda la carrera para remontar algo y coger puntos, pero MM93 es mucho Marc, y hizo lo que ya vimos en otras categorías anteriormente, devorar a sus rivales como si fueran pastelitos, meros comparsas en una obra de teatro que sólo puede tener un protagonista. La sensación de superioridad de ese centauro, esa unión máquina-hombre, es tan elevada que pocas veces se ha visto algo no ya igual, sino meramente semejante. Pareciera que los otros pilotos fueran sobre una moto2, y que se tratara de meros aficionados en unas tandas domingueras para aficionados, tal era el desfase de calidad y velocidad entre Márquez y los otros. 
¡Qué sensación de vergüenza y horror! Menudo campeonato de pacotilla, vaya teatro pudimos presenciar. 
La monumental faena, como muchísimas faenas toreras, acabo como tenía que acabar, con una inesperada (o no) cogida, un high-side, una volada sobrecogedora, en la que además del costalazo propio, tuvo un remate en forma de golpe de su propia montura que dañó su brazo derecho. Se habló de fractura de húmero.
Yo no me lo creo. Sé bien lo que es la total rotura de un hueso tan fundamental como un húmero, y nadie puede creer que operado con una placa y seis tornillos (como si fuera una simple fractura de clavícula) el martes, pueda presentarse de nuevo en Jerez para calificar el sábado siguiente, por muy atiborrado de anti-inflamatorios y analgésicos que estuviera (cosa que, por otro lado, no debería estar permitido porque podría considerarse dopaje: no entiendo nada). No ha habido fractura total, sino fisura y un fuerte traumatismo con tejidos musculares y nerviosos dañados, y aún así, con "solo" eso, todo cuerpo humano necesita un tiempo para recuperarse, por mucho que la más avanzada medicina esté al cargo. Los milagros no existen. Los supermanes tampoco.



He aprovechado esta semana, además, para hacer mantenimiento periódico a la KTM, con cambio de retenes y aceite de horquilla, aceite de motor, filtros y líquido refrigerante, y a la 749, aceite, filtro, limpieza de filtros de aire y cambio de correas de distribución. 

Mis días de vacaciones se acaban, ya el lunes 27 me incorporo a la rutina laboral, y me costará olvidar estas dos semanas de madrugones para aprovechar el fresquito de la mañana para montar en bici o en moto, y las interminables tardes en la playa sin pensar que hay que volver pronto para cenar y acostarse no demasiado tarde. Así es la vida, y este verano atípico y extraño, con normas especiales para todo, hasta para pedir una cerveza en el chiringuito, he dejado de lado la lectura y otras actividades menos físicas o lúdicas, a cambio de ver cine y series y hacer ejercicio.

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