domingo, 29 de diciembre de 2019

mtb enduro: río Piedras, segundo asalto

Y tenía muchas ganas de reestrenar la Chenry Bomb, dieciséis kilos y medio de aparato ciclomontañés que lo aguanta todo, con un sistema básico de suspensión trasera tipo “horst link” y cinco pulgadas de recorrido, que hace buenas migas con la Pike Air 140, una horquilla que lleva conmigo quince años.


Una bici y unas suspensiones hechas para durar y trabajar eficientemente y sin descanso, que leen el terreno y aportan comodidad y también seguridad.


Muchas trampas de arena, escalones de piedra afilada que acechan para atravesar mi costado si pierdo el equilibrio, roderas ahondadas por motos de enduro que mal llevadas erosionan el terreno sin piedad, y piedras, cientos, miles, millones de ellas. La vegetación se cierra por momentos, y en otros compases de la ruta me veo inmerso en un inmenso bosque de pinos enormes, altísimos, ahora sobre una alfombra de hierba bien verde... ¡bello! 


Bajadas entre raíces y tierra suelta y removida, y después repechos imposibles para una bicicleta... pie a tierra y pateo obligado, no pasa nada, es parte del arte del enduro. La ruta prosigue, la sonrisa aflora cada dos por tres, y veo alternativas y posibilidades para otro día.


Sólo eché en falta alguna vez una tija telescópica, AKA "tija pija". Maldigo el momento en que me deshice de ella, pero era otro tiempo, otra época en que vendí todo lo que tenía de enduro duro: la horquilla Lyric, el cuadro Specialized SX Trail magnífico, y la tija pija. A lo hecho pecho, no pasa nada, pero pienso que para ir a la sierra, a los enduros de Fuenteheridos, Galaroza, Aracena, Alájar, la tija pija es, si no imprescindible, sí muy recomendable.


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