jueves, 1 de agosto de 2019

Singletrack fury

Me llaman solitario. Sí, pero, ¿quién está más solo: el que sigue a la grupeta o el que se debe concentrar eligiendo en cada bifurcación y adelantándose a los escollos de camino?

Nunca me siento solo, ni único, ni tampoco especial. Ya viví aquello de adaptarme al ritmo de otros, y aceptar sus decisiones. Ahora vivo mi bicisenderismo, mi afición, justo como y cuando me gusta. Sin más. No es mejor ni peor, es simplemente mi modo.


Aunque estos últimos días la temperatura ha ido en aumento, me hice el valiente y decidí despedir mis días de vacaciones con una última salida entre semana (qué placer rodar sin molestias, sin ruidos, sin domingueros). Elegí la Explosif, esa MILF de las bicis de montaña, que con su cuadro de acero, horquilla rigida y ausencia de cambio de velocidades, me pone tanto en el aspecto ciclista como lo haría Mónica Belluci en otros que no debería nombrar aquí.


La falta de agarre de un suelo muy seco y demasiado suelto en muchas zonas me hizo echar pie a tierra en hasta cuatro ocasiones. Añádase mi falta de forma al combinado, y tendrán a un aparente típico sufridor del pedal... pero nada más lejos de la realidad. Disfruté mucho, como siempre, reí, grité con algún derrape inesperado, casi me voy largo en algunas curvas, esquivé hábilmente varias ramas y troncos de pinos que pasan demasiado cerca cuando el camino se estrecha. Tuve momentos para parar y admirar, tirar alguna toma espectrográfica, llevar a cabo cierta acción de gracias por tener el privilegio de poder estar ahí y en ese momento. Etcétera.


Hasta un 90% del recorrido en singletrack, ¿¡qué más puedo pedir!? El summum del bicisenderismo existe, y lo tengo al lado de casa. Oh, maravilla.




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