martes, 4 de junio de 2019

Marea estelar

Que David Brin ganara los premios Locus, Hugo y Nebula con esta novela, no quiere decir, ni mucho menos, que lo merezca. Tampoco que no lo merezca. Aunque hay que recordar que es preferible que un premio quede desierto a que se tire por tierra su prestigio otorgándolo a quien no lo merece.

Y con esto no quiero decir que "Marea estelar" no los merezca, no. Yo no soy crítico de literatura, y escribo sólo mediocremente. Pero sé lo que me gusta y lo que no, lo que me entusiasma y lo que me hastía, lo que me sorprende y lo que me decepciona.

Hay que tener en cuenta que forma parte de una trilogía denominada "La elevación de los pupilos", aunque pueden leerse independientemente. De hecho, no se nada de la primera parte, pero puedo imaginar por dónde van los tiros después de leer la que ahora comento.


El punto de partida es un concepto, la "elevación", por el que una especie ya evolucionada coge a otra  inferior y la ayuda a evolucionar, convirtiéndose así en su "pupilo", y contrayendo así una deuda de esclavitud de 100.000 años. Pero el ser humano no necesitó de esa elevación pues es una rara avis que evolucionó por sí sola, aunque ha elevado a delfines (llamados neofines en la novela) y chimpancés, perdonándoles la deuda de esclavitud (toda una afrenta, por comparación, con las demás especies). Estando así las cosas, en un viaje de exploración espacial comandado por 7 humanos, 150 neofines y un chimpancé, la nave Streaker se topa con una flota abandonada de enormes naves muy antiguas, e incluso rescatan el cadáver momificado de un ser muy antiguo que puede ser uno de los "progenitores", raza precursora de sabiduría y técnicas de elevación. Este hallazgo les pone en el punto de mira de otras especies alienígenas que quieren hacerse con tal botín, y a los efectos atacan al Streaker, que se ve obligado a refugiarse, con daños de diversa consideración, en un alejado planeta acuático. Sumergidos en un enorme océano, los tripulantes del Streaker tratan de arreglar la nave, y trazan un plan para escapar sin ser capturados, mientras en la órbita del planeta se produce una tremenda batalla en la que se ven involucradas diversas especies con la finalidad de acabar apresando al Streaker y sus secretos. Mientras tanto, en el seno de la tripulación se fragua un motín, en el planeta se encuentran un par de especies que se desconocían, y otra serie de pequeños eventos. Finalmente, la nave es reparada, los malos derrotados, y los buenos escapan. Fin.
Ese es el argumento sin más.

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Argumento pobre y de escaso recorrido, pero la gracia se encuentra en el modo de contarlo. La imaginación que falta para hacer que una trama sea interesante, David Brin la derrocha para describir a diversas especies extraterrestres, las personalidades de los neofines, y las relaciones entre unos y otros. La acción va y viene, intensificándose al final, pero hay mucha divagación.
Por otro lado, la narración en primera persona desde el punto de vista de todos y cada uno de los personajes en más de cien capítulos, por un lado nos da ese conocimiento de la forma de pensar de cada bicho, pero por otro resta homogeneidad a la narración. 
Para mí, personalmente, aunque el resultado final no deja de ser interesante, no es uno de esos libros que leería de nuevo, ni me suscita interés por leer los otros libros de la serie. Podría haberse hecho mucho más, y aunque no es malo, tampoco creo que sea para considerarlo un clásico.

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