viernes, 9 de noviembre de 2018

del revés

Un Pontiac, modelo Grand Prix, que es uno de esos cupés enormes americanos, pero con un diseño chulo, no como algunas horteradas de las que normalmente se gastan los yankis. 
De su magnífico maletero, magnífico tanto por capacidad como por diseño, salen los sonidos de un tipo que agoniza. Paran en un páramo retirado y rematan el asunto.

Así comienza la película Uno de los nuestros, un auténtico homenaje de buen cine, de esas que hace tiempo que ya no se filman. Joe Pesci, De Niro, y Ray Liotta, en un tremendo mano a mano, apoyados por un enorme conjunto de secundarios de lujo, bordan esta historia que recorre treinta años de la relación de unos medio italianos con la familia mafiosa que les acogió.

Resultado de imagen de uno de los nuestros

Casi de diez. 

Pero eso ha sido por la tarde, tras una copiosa (quizá demasiado: me he visto obligado a tomar una menta-poleo en mitad de la peli) comida, uno de esos arroces impresionantes a los que nos tiene malacostumbrados mi contraria (cada día más contraria). En esta ocasión fue aderezado con setas y un poco de carne que no he sabido identificar del todo. Sólo he tripitido, de manera que entre nosotros y los invitados, nuestros amigos Pedro y Pilar, hemos dado cuenta de un buen Muga que trajeron y casi otra botella más que tuvimos que sacar del sótano... De postre, un apfel struddle casero recién hecho con su bolita de helado de vainilla. Impagable, para variar.

Pero antes de eso me había tomado una cervecita en MRP, donde fui a saludar a Monkey tras una subida a la sierra para probar bien los nuevos Michelin Pilot Power 3, y de paso el tacto de las deslizaderas "smiley style" que le he puesto al mono de cuero. Todo correcto, plena ausencia de extraños y buen tacto de todos los elementos. Algunas humedades en curvas orientadas al Norte, pero nada que no se pudiera prever. Con un ojo vigilando los parches oscuros en el asfalto, otro en el cielo por si los helicópteros, ha sido un viernes atípico en el que sólo he visto un par de bicis en todo el recorrido habitual de curvas. Yuju.

Pero hoy no tenía pensado salir con la moto, ha sido más bien por rebote... por el rebote que me cogí cuando llegué a los pinos de Aljaraque y me di cuenta, con la bici descargada del coche y yo vestido ya de romano, con los guantes, casco y camelback, que había olvidado la minibomba en casa. Y van dos veces en corto espacio de tiempo. Misión abortada, es demasiado arriesgado adentrarse en terreno hostil. Hace años que no pincho en los senderos del Portil, pero bástase que vaya sin posibilidad de reparar una fuga de presión para que ocurra lo que según Murphy ocurriría. Los accidentes no existen, sólo los descuidos y las impericias. Puede parecer simplista, pero piensen en ello.

Y me levanté tarde previamente. Tranquilo, sabedor de que no tenía presión por ir a la oficina en este viernes peculiar. Nueve horas he estado en la cama, reparando mi cuerpo en estado semiletárgico, muerto en vida, mayor que está uno ya, sí.

Ahora, después de todo lo que les he contado, que ha sido el día de hoy pero al revés, aún quedan unas horas para volver al catre de nuevo. Queda actualizar un poco mi bloc, éste que leen, con cualquiera de las habituales cosas que a pocos o nadie más interesan. Navegaré buscando información sobre temas absurdos, veré algún que otro vidéo tutorial (sí, léanlo con el acento donde lo he puesto, es como más yutubero, ¿no creen?), y para rematar la faena un par de episodios de la Teoría del Big Bang en versión original y, con un poco de suerte, alguna peli de W. Allen con la contraria y mi hijo Pepe.

Buen finde les deseo a todos, eh.

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