domingo, 1 de abril de 2018

Monstrua

Es un hecho que hubo un antes y un después de la Ducati Monster. No sólo en mi vida, sino en la de muchas personas en particular, y para el mundo de la moto en general. En realidad, para el Mundo de la Moto, con mayúsculas.
Hay mucho escrito, no cuesta trabajo encontrar información sobre su historia y sus logros.

El hecho de que, después de haber barajado varios modelos, me haya decantado finalmente por una Monster 900, ha sido fruto de la oportunidad, el amor, la economía, el amor, y la suerte. Y el amor.

¿Quizá una M1000 hubiera sido mejor? Ummmm, ya llevan el chasis grande de las ST, y no el pequeño y ágil de las 851 que sí lleva la 900. Vale, el motor es un poco más potente, con doble bujía y mejor electrónica para su inyección de combustible, pero realmente, ¿hasta qué punto es necesaria tanta potencia en una moto desnuda?

Lo ideal, como máquina de colección, hubiera sido una primera serie de carburación... pero ¿quería yo una moto de colección? ¿Quería algo sólo para bajar a verla al garaje, o más bien para disfrutarla en mis carreteras favoritas? Así pues, la fiabilidad y consistencia de la inyección electrónica, unida a los componentes de lujo de la versión Speciale, hacen que conducir esta maravilla sea un acto puro de placer. ¿Cómo describir el tacto del motor, lleno en toda su banda de revoluciones? ¿Su sonido grave y fuerte? ¿La perfección de tiralíneas de su chasis?
No se puede. Hay que probarla. Hay que vivirla. 



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