jueves, 26 de octubre de 2017

Motos que me quitaron el sueño: Honda RVF750R

También conocida como la RC45, fue fabricada por Honda en 1994 y poco tiempo después, hasta alcanzar las unidades preceptivas que la pudieran homologar para participar en el Campeonato del Mundo de Superbikes, así como en las carreras de resistencia (que fue donde más destacó.
En 1997, a manos de John Kocinski, ganó el mundial de WSBK, bajo los colores de Castrol, en una inconfundible librea blanca, verde y roja, muy característica.



Esta impresionante máquina, fruto que surgió de la evolución de su antecesora RC30 (1988 a 1990), fue la respuesta de Honda para contraatacar a la 916 de Ducati. Los tiempos cambian, y una batería de carburadores es una solución obsoleta frente a la avanzada inyección electrónica de sus rivales. Por ello, se tuvo que cambiar el sistema de alimentación, y muchos otros detalles mecánicos tendentes a adquirir mayor potencia (con la instalación del preceptivo kit de carreras que te vendía la propia marca y que costaba aún más que la propia moto, que de serie rendía casi 120 cv, insuficientes para luchar de tú a tú contra una moto más ligera y rápida), tantas cosas que apenas comparten nada. Eso sí, seguían los japoneses en sus trece de usar la rueda delantera de 16 pulgadas. Típicas cabezonerías de Honda, pero era ese un mal menor, sin duda.

La moto es muy bella, y sigue las líneas de aquella a la que sustituye, quizá afilando certeramente los ángulos principales del frontal y colín. Con los típicos colores de guerra, su atractivo se incrementa.
Sin duda, una moto realmente especial... tanto, tanto, que nunca he visto una. Lógico, por otra parte, pues se fabricó con el único objetivo de competir.

Pero eso no quita que uno soñara con ella, y dejara pringadas de baba las páginas del Motociclismo cada vez que la veía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente, quédese a gusto, pero si firma como anónimo nadie lo verá.