domingo, 3 de septiembre de 2017

Porque...

Alguno me ha preguntado porqué.

¿Por qué una 749? Es poco potente, pesada, fea (!!!!!), vieja, cara de mantener y, encima, del color de los pollos. Todo esto y más se han atrevido a insinuar, válgame el cielo, lo cual no ha hecho sino confirmarme en el camino de la búsqueda del Santo Grial de la conducción deportiva, que no pilotaje.

La respuesta no es difícil, y la expongo públicamente y sin vergüenza:

Entiendo que la prudencia reclama una precaución que debo tener presente, pues debe recaer mi elección no en el que más discurra sobre las leyes de la aceleración sino en el que practique la diversión con la más constante virtud.

A pesar de mi edad, me tengo por joven y por lo mismo vivo expuesto a la violencia de las pasiones y más bien en un estado de instruirme para algún día dominar las prestaciones ofrecidas por una sportbike.


Les cuento que al principio no había reparado en ella a causa de la sencillez y descuido de sus vestiduras, incluso de aspecto modesto, siempre a la sombra de su hermana mayor... mas luego empecé a mirarla con cuidado y no puedo sino advertirle como culpable de esperanzas halagüeñas y me persuade como deudora de mi felicidad en el firme asfalto.

Así lo aconseja la experiencia.

Y punto.


Bola extra:
Alguno recordará quién fue, quién es, el gran Troy Bayliss. Campeón de WSBK por tres veces, una con la 996, otra con la 999, y una última con la 1098.
Hoy me encuentro en su cuenta de Instagram este pictograma de su 999RS, una versión un poco especial, en la que se pueden ver muchos detalles exclusivos y únicos:


Cuando es preguntado sobre cuál ha sido su moto favorita, no lo duda ni un momento:



¡Bravo! No estoy solo, ou yeah!!!!

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