jueves, 1 de diciembre de 2016

Matadero 5

Hace ya varios años, en un viaje familiar a Berlín, mi padre me llevó a conocer Dresde. En el tren nos contó un poco la historia de la ciudad, que en su día fue quizá la más bella de Alemania (no en vano era conocida como la Florencia del Elba), pero que perdió tal cualidad cuando en 1945 fue bombardeada por los Aliados en el curso de la Segunda Guerra Mundial, con un resultado tan espeluznante como terriblemente injusto. Pero la guerra es la guerra, y en ella no caben conceptos como justicia, salvo cuando se trata del ojo por ojo, y quizá fue la única motivación para hacerse lo que se hizo.

Matadero 5. Kurt Vonnegut
Así quedó Dresde.
Dresde no era un enclave estratégico militar, ni tenía industria que fabricara vehículos ni armas. Su población era civil en su casi totalidad. Aún así, fue arrasada durante tres días en el mes de febrero de aquel año, de manera inmisericorde, causando la práctica destrucción de la ciudad por completo, y la muerte de unos 130.000 seres humanos, casi todos mujeres, niños y ancianos. Eso es bastante más que la muerte provocada en Hiroshima, por ejemplo. Son datos desconocidos para la mayoría, y nunca se le ha querido dar publicidad a estos hechos, quizá con el ánimo de esconder un hecho deshonroso, aunque es cierto y sabido que en la guerra todo vale.

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Kurt Vonnegut, un veterano de guerra norteamericano que vivió en sus carnes el citado bombardeo, escribió esta curiosa y fenomenal novela en 1969, en la que explora el siempre recurrente e intrigante campo de los viajes en el tiempo, las relaciones con unos seres extraterrestres, y la experiencia bélica del protagonista en aquella Guerra Mundial que el autor tan bien conoció.

Así fue, así ha sido, así sería, así es, así será... con estas palabras sentencia el narrador ciertos hechos, acontecimientos personales en la vida del protagonista, o de otros personajes de la obra, incluso de situaciones ocurridas, refrendando la cualidad que del tiempo y su naturaleza los alienígenas atribuyen: esto es, que todo lo que fue, es y será existe en un único plano por el que ellos se pueden mover libremente, y que lo acaecido o por acaecer está predispuesto y es inmutable. De este modo, para ellos la muerte no es sino un paso más, y uno puede volver a vivir lo vivido siempre que quiera, o ir más allá del momento actual (lo que es un contrasentido porque no se puede hablar de presente en ese caso).

El protagonista recorre su vida y nos muestra cómo ha sido a base de saltos en el tiempo que se producen de forma involuntaria, y que tienen lugar desde que una vez fuera abducido por esos seres extraños, quienes lo encerraron en un zoo en su planeta. De modo que no tiene poder para elegir a dónde, o mejor dicho, a cuándo se traslada.

Con mucho humor negro, un estilo genial, y matando seguramente sus demonios internos, Vonnegut nos regala esta obra maestra de la ciencia ficción antibélica, un libro que pasa por méritos propios a engrosar la lista de imprescindibles.


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