jueves, 4 de agosto de 2016

experimentos moteros y evolución hydrofoil, dos por uno

Hace ya unos meses comencé el proceso. 
Tenía guardada una rueda completa de mi ex BMW, y podía aprovechar la llanta para montarla en la 690. Para ello, tiré de web, y adquirí un buje apropiado, y con la colaboración siempre inestimable y desinteresada de Monkey Road, me llegó un paquete de radios con sus correspondientes cabezillas.
Cómo calculé la longitud de los radios es un tema árduo y propio de gurús de montaje de ruedas a la carta, todo un arte casi desaparecido actualmente...

Mientras tanto, mandé pintar la llanta, que era del color natural del aluminio, en un tono negro a juego con la rueda trasera original, para que no diera mucho el cante en la calle.

El caso es que me junté con lo siguiente una tarde cualquiera de primavera:


Con ese panorama, y accediendo a mi memoria de las varias ruedas de bici que he montado, con lo aprendido, me dispongo a meter los radios por los agujeritos esos, con un orden predeterminado, dado por la lógica, pero también por la observación. Primero los de un lado, los que van en el mismo sentido:


Sigo con el mismo lado, pero ahora los que van cruzados:


Misma operación en el otro lado, y nos queda algo así:


Un poco de apriete, poco a poco, intentando que los radios queden todos más o menos igual de tensos, y montamos en la moto para tratar de centrar. El centrado tiene su miga, porque esta no es una llanta de bici, mucho más blandita y dócil. Al centrarse desde cero, hay que tener mucho cuidado para que no quede excéntrica, porque iría dando saltos en marcha, con grave riesgo para estabilidad. Todo esto se aprende, fundamentalmente, con ensayo y error, mucha paciencia y calma:


A día de hoy, ya tiene montado el neumático, un Conti Trail Atack, que me dio gran resultado en la BMW por su agarre. La llanta es de 19 pulgadas, mucho más adecuada para carretera que la original de 21, que permite un tamaño menor (menos inercia, más manejable, permite montar goma más ancha), sino que cambia un poco la geometría de la moto cargando más peso delante, que en carretera siempre viene genial. 

Estoy a falta de cambiar el disco de una rueda a la otra, finiquitar el ajuste fino del centrado después de montar el neumático, y ajustar el velocímetro digital para que marque la velocidad correcta.

El caso es que apenas tengo tiempo, porque eso me iba a llevar una tarde completa seguro, haciendo las cosas bien. Como saben algunos de ustedes, adquirí un hydrofoil que me permite navegar en días de viento ridículamente escaso, y es una experiencia increíble. He tenido una sesión más, sólo una, en condiciones verdaderamente ideales para aprender ese noble arte, y en una media horita, no más, he dado un paso de gigante (o eso me lo parece a mí, eh), logrando volar en ambas direcciones largos trechos, y empezando a dirigir el rumbo, quedando impactado, en serio, por la ceñida que se puede conseguir con el bicho.
Todo lo que yo pueda escribir aquí sobre la experiencia de navegar con un hidroala, jamás se parecerá o acercará a poder transmitir la sensación que realmente es. La idea de navegar medio metro o más por encima del agua, como flotando en el aire, como si fuera volando de facto, con ausencia de ruido, es algo único, en serio. Al principio pensaba que era algo totalmente diferente a lo demás relacionado con el kite, pero ahora que llevo más sesiones, ahora que empiezo a ver luz al final del tunel del aprendizaje, creo que no es así en realidad. Es tan diferente como lo puede ser llevar un twintip y una tabla de surf o un skimmy. Pensaba que era un deporte nuevo y totalmente distinto, pero veo que no, sino que es un paso más allá, y que pronto empezaré a implementar mis conocimientos de maniobras con el foil. 

Es curioso, me veo, de repente, deseando que no haya viento, en vez de que entren 20 nudos...

¿Es grave, doctor?

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