domingo, 28 de agosto de 2016

el enojo

Se acabó.
Un día te das cuenta, lo que ocurre es que se me olvida: me acuesto, duermo, me reseteo, y cuando me levanto vuelvo a cometer el mismo error. Y así durante toda una vida.

Me enojo, me enervo con facilidad cuando veo la injusticia a mi alrededor. Muchas personas tiran basura de todo tipo al suelo de su ciudad, fuman y ensucian a los que están al lado, hablan demasiado alto y sobre temas absolutamente triviales o estériles; se conduce de forma anárquica y absolutamente egoísta, sin importar que otras personas comparten la misma vía, y provocando no sólo molestias a los demás, sino situaciones de peligro. Se llevan perros a la playa, animales que molestan a los demás que no tenemos porqué soportarlos. Padres irresponsables que permiten cualquier cosa, y repito, CUALQUIER COSA, con tal de que sus hijos les dejen tranquilos, y llevan bebés al cine, a cenar a un restaurante, a un bar de copas, lo que sea.
Conceptos como sacrificio, educación, honradez parecen no existir en la sociedad en la que vivo. Y me esfuerzo por comprender y compartir vivencias. Pero lo normal es que al final, indefectiblemente, me quede solo.
Harto de luchar contra estas cosas, porque no veo fin ni solución. Es la naturaleza humana, simplemente. Y ni yo, ni nadie, lo va a cambiar.
Solución a corto plazo para conservar mi dignidad y mi cordura (si es que tengo algo), es ignorar y pasar de todo. 

Ahora comprendo cosas. Comprendo a algunas personas que llevan toda la vida actuando con total pasotismo de todo. Al fin y al cabo, esta sociedad de la que formamos parte... yo no la elegí. Vale, ya soy mayor, he tenido oportunidad de marcharme a otro sitio, pero la verdad es que hacer eso no garantiza que la situación sea diferente. Para nada. El ser humano es el ser humano, en Huelva y en Cabo Norte, en Lisboa y en Kazajistán. En cada lugar con sus peculiaridades, y ya.

Me costará, pero veo que en los últimos meses, durante los cuales no he querido mencionar el asunto, ya he logrado grandes avances. Me enfado menos, soy más feliz, todo me resbala. Yo a lo mío, pero eso sí, sin joder ni molestar a los demás. Faltaría más, porque entonces yo pasaría a formar parte del problema, a ser un ejemplar más de esa grey repugnante de incivilizados sin pasión ni conocimiento, sin orden ni memoria. 

Mucho ojo, que hay filósofos por doquier, y hay, a pesar de todo, gente muy leída e ilustrada (los menos, eso sí, lo tengo claro). Tengo la feliz suerte de haber dado con algunos en mi ya larga vida, y aprendo mucho, soy una esponja, todo me cala y profundiza en mí.

Soy más libre. Soy más feliz. Y recuerdo el ya lejano día que inicié este bloc, su fin, y su título.

Besos y saludos a todos.

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