miércoles, 4 de mayo de 2016

Cita con Rama

No hace tanto que hablé aquí de otra obra del mismo autor. Entonces creo recordar que dije que El fin de la infancia me entusiasmó. Una verdadera obra maestra de la ciencia ficción.

En cambio, no es aquélla su obra más reconocida, sino la que he acabado recientemente, Cita con Rama
Escrita en 1972, recibió en 1973 el premio Nébula y en 1974 el Hugo, Locus y John W. Campbell Memorial, siendo por tanto una de las novelas más premiadas de la historia.

INCOMPRENSIBLEMENTE.

Vale, quizá yo la veo de un modo distinto a como se hacía hace más de 40 años, está claro. Pero la calidad de los trabajos coetáneos debió ser paupérrima para que Cita con Rama ganara todo eso...


Sea como fuere, por prestigio verdadero o ficticio, nunca mejor dicho, este libro llegó a mis manos y albergaba yo ciertas expectativas de pasar un buen rato. Nada más lejos de la realidad. 
Típico caso de libro que me fuerzo a leer hasta el final, aunque bien me pudiera haber ahorrado ese tiempo en cuestiones más productivas. Con toda seguridad.
Cita con Rama aburre hasta el hartazgo, pero debía comprobarlo por mis propios medios, para poder hablar con conocimiento de causa.
Pero, de todos modos, ¿qué se va a decir del autor de la serie de Odisea en el Espacio? Gracias a Kubrik fue conocido y reconocido en todo el planeta, catalogando como obra maestra y cumbre no solo de la ciencia ficción, sino del cine en general... a la que es, posiblemente, el largometraje más somnoliento de la historia. No quiero imaginar cómo debe ser el libro. 

Volviendo a lo que nos ocupa, el argumento poco tiene que ver con encuentros con un dios Hindú. En cambio, lo que parece que puede ser un punto de partida interesante, que es la localización de una inmensamente enorme nave cilíndrica de origen desconocido que entra en el Sistema Solar en dirección hacia el Sol, pronto se torna en un desvarío, por triplicado, dedicándose simplemente a describir los descubrimientos que una patrulla de reconocimiento e investigación va realizando en su misión. 

Personajes que no transmiten nada, absurdas aventurillas sin emoción alguna, es lo único que encontraremos en Cita con Rama, que vagamente recuerda a aquella genial novela de Verne, Viaje al Centro de la Tierra, publicada más de un siglo atrás (pero Verne fue más imaginativo, más realista, más creíble, más entretenido, lo que es mucho decir ya que considero a este señor un describidor excesivo). 

Rama aburre, tela, y sus continuaciones tengo entendido que son aún peores. ¡OMG! ¡Cómo serán!

Y además, se la toma como un buen ejemplo de la rama más dura de la ci-fi, cosa inexplicable, pues claramente no descifra nada, todo es vulgarmente inventado sin ton ni son, nada tiene sentido aparente en el seno de la nave espacial, ni cuál sea su fuente de energia, ni su fuerza ni su manejo, ni quienes son o eran o serán los ramanes, ni de dónde viene ni hacia dónde se dirige, etc, etc. Por no hablar del misterio de las ciudades que contiene ese sarcófago errante de cincuenta km de largo y 16 km de diámetro, los materiales de que está fabricado, los robots extraños que aparecen sin que se sepa muy bien qué hacen, y tal y cual.

Sí, quizá misterio es la palabra que quería transmitir Arthur C. Clarke, pero no todo está permitido en la literatura de ficción, creo yo. Las cosas deben adquirir un sentido, y tener una finalidad. Aquí se carece de nudo y desenlace. El libro se configura como un simple planteamiento que no va más allá, y el resultado, en mi opinión, es desastroso a más no poder.

Una pena. Verdaderamente.

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