miércoles, 27 de enero de 2016

Parecía que no...

... pero fue que sí. 
Ayer le estuve cambiando los rodamientos del pedalier a la Garyfisher, y mientras lo hacía, me miraba ella, triste, desde el fondo del zulo, más allá de tablas de surf y de cometas. "Mañana será tu día, ya te va tocando".
Es lo que pasa cuando la cuadra empieza a ser extensa, que hay que repartirse y tratar de tocar todos los palos, pero siempre, aunque uno no quiera, cada momento de mi vida tiene su preferida. Y la novedad siempre se impone, al menos durante un tiempo. Por eso estas semanas últimas he montado más las singlespeed que las demás.
Ya desde temprano decidí que hoy trataría de salir con la Scalpel, AKA el Bisturí. Me niego a llamarla "la zurda", como mucha gente hace con la suya. Déjenme, permítanme esa pequeña licencia.
Y aunque el almuerzo ha sido un poco pesado, y un pequeño dolor de cabeza amenazaba mi bienestar, haciendo uso de mi poderosa fuerza mental me he sobrepuesto a esas pequeñas incomodidades, me he enfundado una licra roja y una chaquetilla a juego, y he desembarcado en las cercanías de Aljaraque dispuesto a hacer una ruta tranquila, basada mitad en los senderos últimamente descubiertos, y mitad pura escapatoria de mi imaginación y la ilusión de explorar territorio ignoto:


En estos trámites me encontraba yo, divagando por una pista de enlace, cuando torcí por aquí, y empalmé por allá, y llego de repente al sendero más gayer de toda Huelva, sin duda, por su rectitud que pareciera haber sido creado con tiralíneas y regla, y además en un altiplano con escasa vegetación, que se podría jugar al fútbol con éxito. Sería una bonita experiencia hacerlo en ese incomparable marco.


La Cannondale, of course, perfecta. Y que cuanto más la cojo, más me gusta, cosa que ya me habrán leído decir de todas y cada una de mis burras. Pero es que es la más pura y perfecta verdad.


Y estando parado, usando el términal digital para extraer y plasmar con fines simplementes trascendentales esas imágenes, tuve la revelación cósmica acerca de "porqué". Me explico, más que una revelación, fue una repetición de una duda que me asalta una y otra vez. Y puede ser aquí, en medio del campo, mientras recupero el resuello, o trabajando en la oficina, o justo antes de dormirme por la noche.

Me refiero a algunas de esas eternas preguntas que todos nos hacemos antes o después. Y es que miro a mi alrededor y veo el mundo en el que habitamos, contemplo su belleza, participo de su vida, intento formar parte de la rueda que es este Universo, y me asaltan dudas. Porque aunque mi ateísmo es fundado, sobre todo en la irracionalidad del concepto de la existencia de un Dios todopoderoso y omnisciente y creador, previo a todo, contingente y eterno, mayormente por su falta de demostración, cosa que el hombre, en miles y miles de años de presencia en el planeta, jamás ha sido capaz de hacer... mi ateísmo tiembla cuando una simple cuestión me asalta: lo que vemos, lo que vivimos, lo que nos rodea, TODO, se basa en unas reglas, reglas que parecen regir en todo el universo. Algunas de estas reglas aún están por descubrir, pero los avances de los últimos tiempos están abriendo nuevas vías para la comprensión.
Es decir, cosas como que la aceleración de la gravedad en la Tierra sea de 9'8 m/s^2, y no otra mayor o menor, viene dado por la masa de la tierra, la distancia desde la superficie hasta el centro, y nuestro propia masa como individuos. Pero ¿por qué? ¿Por qué 9'8 y no 5'7 ó 14'3? Y ese ejemplo lo pueden extender análogamente a cualquier otra norma que ilumina la física, que es al fin y a la postre lo que sostiene todo. 
Así, el agua se congela llegada una falta de temperatura dada, y no otra. El acero se funde cuando se alcanzan tantos cientos de grados, y no más ni menos. La rotación y la traslación alrededor del Sol duran lo que duran, y no más ni menos, lo que ha venido siendo perfecto para la vida aquí. Los electrones pasan de un átomo a otro en cierto orden, y dan lugar a la electricidad. Pero ¿y si no fuera así? ¿Y por qué lo hacen?
En fin, hay millones de preguntas de ese tipo, y todas tienen la misma respuesta, que es básicamente que no hay respuesta.
Un tío de Hope, mi limitador, es físico nuclear. Le veré pronto, en unos pocos meses, con motivo de una celebración familiar, y le abordaré y atosigaré hasta dejarlo con la boca seca de tanto darme explicaciones.
Mientras tanto, la coja de manos se me encabrita y se ha encaramado a una pila de troncos de pinos que alguien puso a la vera del camino:


Están desbrozando medio pinar, arrasando a veces con todo lo que pillan. Parece un trabajo que se hace con descuido, pues no indica que se respete mucho lo creado durante meses o años, y me refiero a caminitos curiosos, fruto del esfuerzo de unos, y del paso de cientos de otros que logran que el efecto "caballo de Atila" se instales durante unos centenares de metros para mayor gozo de los aficionados a las curvas entre árboles (cuidao, son duros y duelen mucho, siempre ganan una pelea cuerpo a cuerpo). Pero hay unos señores, llamados ingenieros agrónomos creo, que se ocupan de que las cosas se hagan bien. Creo.


Baja ya de ahí, niña, que seguimos ruta. 

Finalmente acabo feliz, más de lo que esperaba. Y descansado, más de lo que esperaba. Debería ampliar el rango de mis paseos vespertinos, pero la falta de luz, el ocaso, se me viene echando encima y es difícil. Tiempo al tiempo.

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