miércoles, 16 de diciembre de 2015

Singletrack fury: de nuevo!

A diario atravieso el trastero y de reojo noto, como de soslayo, que me miran. Ellas no tienen prisa. Yo no tengo tiempo para ellas, pero las deseo más que nunca. 
Odio la arena, el polvo, el terreno seco. Cuando monto en bici me gusta, creo que a todo el mundo, un poco de humedad, lo verde, el terreno compactado y con buen agarre. Hace un par de días llovió algo. Tampoco fue para tirar cohetes, pero suficiente para hacer practicable la zona ciclable más cercana a la ciudad.
Ayer por la tarde me dediqué engrasar la cadena, inflar ruedas y poner a punto la lefty, que había perdido algo de presión después de meses de inactividad. Tuve que reordenar el trastero para facilitarme la labor de cogerla y aparcarla después. Pero mereció la pena.

De este modo, hoy, después de un rápido y un poco escaso almuerzo, me vestí de romano y llegué en coche a Aljapark, desde donde inicié mi pequeña y fugaz ruta introductoria de una nueva temporada que espero poder seguir disfrutando. Un poco de desintoxicación de viento me va a venir bien.


Yo a mi bola. A pesar de que seguramente tengo una de las 29er más antiguas de Huelva, decido castigarla sin salir, y prefiero la Scalpel. Una bicicleta fantástica, que cada vez que la uso me gusta más y más. ¿Cómo no iba a ser así?
No seré yo el que aquí y ahora descubra las bondades de esta Cannondale pata negra, de esto ya se ha hablado largo y tendido, incluso en este mismo bloc.


El verde casi fluorescente, a ratos incluso demasiado intenso, nos rodea. Recorro habituales subidas y bajadas, senderos que reconozco, y alguno nuevo que no existía antes. Supongo que igualmente otros desaparecerán. Es la vida propia que tiene la red de caminos de cualquier paraje.


A veces la vegetación se va cerrando, y hay que hacer un poco de equilibrismo para mantener la verticalidad. 
Sigo haciendo km, el sol bajando imparable. En algunos sitios ya hay demasiada sombra. La temperatura comienza también a descender.


Continúo orbitando el planeta pedalier. El escalpelo, inasequible al desaliento, acomete las subidas con la mínima fiereza que mis piernas desentrenadas le permiten. Gira en un palmo. Baja de escándalo sin quejarse, saltando entre raíces y ocultos lechos de arena. Vuela.


Sin que sirva de precedente, una autoexposición que refleja, cómo no, mi cara de felicidad:


Lo necesitaba, el cuerpo y sobre todo la mente me lo llevaban pidiendo hace semanas, pero a veces las cosas se complican demasiado, a mí, fíjense, que pregono y llevo como leit motiv la simplicidad y la despreocupación...


Meramente anecdótico el dato de velocidad máxima, puedo superarlo.

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