miércoles, 16 de diciembre de 2015

Se resiste

El verano del año pasado encontré, por casualidad, en un taller de mi ciudad, una Ducati SS750 de 1994. Estaba a la venta, muy barata. "Lleva tres años parada, tendrías que ponerla en funcionamiento". La bella máquina, además, tenía unos escapes after market, y carecía de estriberas para el pasajero. Las llaves de la moto se habían perdido.
Aún así, la oferta era muy jugosa. Tenía potencial: podía tenerme entretenido un par de años buscando piezas y poniendo a punto aquel icono del motociclismo sport... pero tantos inconvenientes me frenaban.
Pasaron las semanas, y hasta tres o cuatro meses. Le di muchas vueltas al tema, me acercaba al taller a verla, le saqué fotos, investigué si todo estaba en orden en Tráfico.
Por fin, en el mes de noviembre cogí la pasta, me la metí en el bolsillo, y me acerqué al sitio con la firme intención de irme con la moto puesta, aunque fuera empujándola. Pero fue en vano: "se la llevó un tipo ayer mismo".

Por un día. Por un maldito día.

Era como ésta:



El domingo pasado encontré en motos.net, una moto curiosamente especial para mí. Era una Ducati S4, pero no cualquier S4: era mi ex S4, la que compré en 2001 y entregué como parte de pago en 2003 para adquirir mi 999.
Doce años y 17.000 km más tarde la vuelvo a encontrar. Y buen precio, motivado quizá porque está cercana a una revisión "gorda" que implica mucha mano de obra especializada y cientos de euros en piezas. Me tomé el lunes de descanso mental... pero no podía sacármela de la cabeza. Ayer martes, por la tarde, le mandé un wassap al vendedor interesándome por ella, ya con los cálculos hechos de cómo iba a sacar el dinero para pagarla. Le pedía más fotos, y cierta información sobre la mecánica.
Todo para nada. Me dijo, escuetamente, "la vendí ayer".

La historia se repitió. Todo fue más rápido, y quizá por ello ha sido menos doloroso. Pero debo tomar nota.


El limitador dice que son señales que indican que no debo comprar ninguna Ducati. Yo le contesto que debo aprender a hacer estas cosas más rápido, más aquí-te-pillo-aquí-te-mato. Y que quizá es que aún no he encontrado la moto adecuada para  mí. Ella tuerce el gesto, y me mira con los ojos un poco furiosos.

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