miércoles, 30 de diciembre de 2015

44

Un día superfluo, como otro cualquiera. Pero el aniversario de mi nacimiento, desde hace muchos años, es una excusa más para hacer una ruta btt. 

Como no podía ser de otro modo, casi inevitablemente me veo obligado a hacerlo sólo. 

No pasa nada. Antes al contrario, disfruto de mi soledad aprovechando para parar cuando me sale de los bemoles, y tomo tal o cual bifurcación en función de mi mera intuición o, si acaso, de forma azarosa. 


Un día especial merece usar un arma especial. Mi Hei Hei recuperada al estilo neo-retro, ha hecho, como en cada ocasión que la uso para estos menesteres, buen papel. Con las limitaciones y exigencias del concepto singlespeed, llevarla por entre los pinos ha sido una absoluta delicia. 
No obstante, un total ejercicio de frikismo para la gran mayoría seguidora del mainstream impuesto por las marcas a base de márquetin: si no llevas una 29er o 27'5er, carbono y 1x11, eres un desfasado, un carca, un rancio, o un globero. O todas esas cosas a la vez.


Llámenme, pues, como les apetezca. Yo ya, a mis 44, como comprenderán, me preocupo muy poco por esas apreciaciones estériles y banales, y hace mucho tiempo que dejé ese juego de a ver quién la tiene más grande.
Me divierto yendo a mi rollo, haciendo mis paseos con diferentes monturas, todas distintas, sensaciones diferentes como he explicado otras veces en el bloc. Sin estrés, sin pulsómetro ni ordenador, parando a echar una meada si se tercia, o a mirar el paisaje, o a tirar un par de tomas fotográficas para hacer más llevadera estas entradas.

Equilibrios

Habituales faltas ortográficas en carteles que adornan algunos senderos
Hoy, a pesar de ser miércoles, me he cruzado con bastantes ciclistas por el campo. Serán las vacaciones navideñas, supongo. Todos han sido amables y han devuelto el saludo. No siempre es así, hay algunos que se toman los entrenamientos muy en serio, y su concentración es tan alta que ni ven lo que tiene a tres metros por delante, y mucho menos a su alrededor. Bonito modo de disfrutar del entorno. Carne de velódromo, sin duda. Allá cada cual.

He sido muy feliz, y me he sorprendido varias veces sonriendo de pura felicidad mientras pedaleaba con fuerza para subir algún repechillo, teniendo cuidado de no perder tracción. Sonreír. Ese gesto tan olvidado.

Momento contemplativo, esencial en toda ruta

Uno de mis adorados singletracks

Curiosa y larga pasarela de madera que bordea parte de la Laguna de El Portil

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