domingo, 25 de octubre de 2015

Zufre




Empiezo por el final. Parte de esas setas formaron parte del menú que degusté junto a mi familia, en algarabía y alboroto de niños, jaleo de comensales, y tal y tal, cosas propias de pueblos entrañables.
Carne ibérica a tutiplén con patatas, y amena conversación con mi padre sobre temas filosóficos, para no variar, lo que me alegra y entretiene. Y a él más.



Zufre es una pequeña localidad al Norte de la provincia. He pasado tres o cuatro veces junto a ella, pero nunca entré. Esta vez, aprovechando que nos habíamos alojado en una casa rural cercana, no pudimos evitar introducirnos entre sus callejuelas típicamente empedradas como lo están la mayoría de los pueblecitos serranos de la zona.



Sus vistas merecen la pena, pero también dar un paseo, como hice yo mientras los demás asistían al culto semanal matutino dominical al que, desde luego, por propia convicción (o falta de ella), no acudo desde hace décadas.



Un placer subir y bajar por sus cuestas, que abundan allí, y encontrar panoramas curiosos, como este patio-jardín:


Curiosa disposición la de esta calle, dividida longitudinalmente por una línea de parterres. No lo había visto nunca, y la verdad es que daba un aire especial y hermoso:


En esta otra instantánea, vemos que se ha practicado una bajada a la izquierda que no da a ninguna parte, sino que hizo únicamente para dar luz a unas ventanas que hay que quedarían en otro caso enterradas, por causa de la cuesta:




Callejoncillo que presenta la torre de la iglesia apuntando tras las flores. Bonito.
Me pregunto cómo hará para salir el coche aparcado detrás del Cinquecento:







Torreón muy viejuno ahí sobresaliendo.

Otra perspectiva del torreón







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