viernes, 31 de julio de 2015

Los kailu

Vista de la playa de La Canaleta cuando el viento iba in minuendo
Por fin una tarde medio qué. Y digo medio qué porque supo a poco, al menos a mí, aunque debo reconocer que casi hora y media de intensa actividad casi me llevó al límite de mis fuerzas. Muy cansado, pero tremendamente contento, me acerqué al chiringuito Mosquito a por una botella de agua y no pude evitar compartir un tercio de cerveza bien fresca para celebrar la navegada junto a mi limitador de velocidad, Pipo y Emilio, kiteros a la sazón que también tenían una cara de fantástica alegría tras demasiados días con flojas brisas impracticables para ellos.

Cuando llegué y vi el panorama, no dudé en montar ese kite un poco más pequeño del que yo estoy acostumbrado que, aún teniendo mis reservas, pude comprobar que no sólo me llevaba con potencia suficiente, sino que me elevaba por los aires con presteza, potencia y velocidad. Me dediqué a perfeccionar los backrolls y las transiciones, y me harté de hacer kailu a mogollón, si me perdonan la expresión (comprendan que la emoción es en mí, incluso ahora al recordar la acción).

Ah, el kailu. Sí, ese movimiento tan temido como amado. Cuando uno comprende la técnica implicada, y aprende a ejecutar los movimientos con determinación, puede llegar a darse cuenta, cuidado, de que no es tan difícil. Pero nunca hay que perder el respeto a esta maniobra que puede hacer que una esplendorosa volada se convierta en aterrizaje forzoso a velocidad extrema desde altura considerable...

It´s easy, nos dice Dimitri en este cachondo video que les cuelgo aquí y ahora: 

http://youtu.be/GbEIlX-5W5Q

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