miércoles, 10 de diciembre de 2014

Test Volvo V60 D4

En Tarifa y no hay viento, una vez más. A falta de ello, a otros menesteres nos podemos dedicar, también gozosos, sin duda.
Entre ellos, he podido disfrutar, y lo digo con toda la intención literal, disfrutar, de la conducción de lo último en coches "juveniles" de la marca sueca.
En un esfuerzo por cambiar el perfil de su cliente destino, en Volvo han dado un paso importante al olvidar su manida estética de caja cuadrada. Ya no hay que fabricar coches con aspecto viejuno para transmitir sensación de seguridad. Bien.
Los Volvo son coches que siempre me gustaron, tienen algo especial, pero en los últimos años han ido dando palos de ciego, y ciertos fracasos en algunos de sus modelos más asequibles, tanto desde el punto de vista estético como dinámico, habían relegado a esta marca a un puesto muy abajo entre mis preferencias, sobre todo desde que probé el S40 D (136 cv) hace dos o tres años.
Pero el V60 no tiene nada que ver. Vale, han mantenido algunas señas de identidad como las formas de la consola central que baja hasta el falso tunel de transmisión, por ejemplo, y el volante.
Volvo ha cambiado la nomenclatura de sus vehículos, o los ha recolocado, de modo que ahora, por ejemplo, lo que antes se llamaba V40, la versión familiar del S40, es el V60, siendo el V40 algo así como un S30 familiar. Un poco rollo todo esto, he perdido la perspectiva de tamaños y denominaciones.



Me gustan los familiares, ranchera, station wagon, break, avant, o como quieran llamarlos. En el argot de los foros son conocidos como "fruteros".
El coche probado ha sido la versión D4 de 181 cv y cambio automático de 8 velocidades, en nivel de equipamiento Momentum, que es el más básico. La verdad es que no he echado en falta nada importante o imprescindible.
Exteriormente ha habido una clara mejora de calidad. Buenos acabados, franquicias estupendas, ajustes dignos, sonido bueno al cerrar las puertas, llantas bonitas... Se nota, por fin, que es un coche europeo, y para europeos. Transmite una imagen dinámica, casi deportiva, y decir eso de un Volvo es decir mucho, en serio.



El morro tiene hasta una apariencia de agresividad impropia, mola. El perfil se ve compacto y aerodinámico, supongo que la caída del techo bajando hacia el maletero propicia esa sensación, igual que que la ancha cintura a la altura del eje trasero, sobresaliendo sobre la línea de las ventanillas. Los pilotos traseros tienen una forma única, especial, reconocible. Un punto de distinción en un mundo en el que los diseños de la mayoría de los coches son tan parecidos que cuando vas conduciendo tienes la sensación de que ves el mismo coche una y otra y otra vez. Cuando ves un V60 no puedes evitar fijarte en él.
Lo han conseguido. Han dado en el clavo. El anterior V40 era anodino, aburrido, soso. Este V60 es bonito, brioso, denota personalidad en quien lo conduce. Repito, mola.

Pasemos al interior.



Un cuadro de mandos vanguardista, limpieza de líneas, materiales agradables al tacto y a la vista. Nada desentona, nada fuera de lugar. Nada espectacular, pero tampoco ridículo ni difícil de manejar. Las plazas delanteras muy bien. Las traseras, para dos adultos, perfecta. Para tres no tanto. Eso siempre y cuando no sean muy altos los que van atrás, por culpa de la pendiente descendente del techo.
Una vez más, buenos ajustes, y una insonorización sobresaliente aunque apuremos las revoluciones del motor que usa combustible de ese que se utiliza para las calderas. Exento de vibraciones y ruidos, me dejo guiar por la programación electrónica del eficaz cambio automático, que he probado en modos normal y sport.
El coche es una máquina de tragar kilómetros, cómodo, rápido, y no muy gastón según me cuenta el dueño. En curva se maneja bien, apoya sinceramente, sin sustos ni movimientos extraños. Predecible y firme, fácil sobre todo. No tiene tendencia a subvirar a pesar el caballaje que es capaz de transmitir.
Los adelantamientos con cuatro personas a bordo son un chiste con ese D4, que igualmente frena aceptablemente, con buen tacto y potencia.

Pero todo no puede ser perfecto. Tiene el mismo defecto mortal y tremendo que el BMW serie 3 ranchera, o el nuevo Seat León familiar: un maletero ridículo. No hay más que comentar al respecto. Uno se compra un coche de este tipo por tener un maletero digno, algo que merezca la pena, sin tener que meterte en la gama superior de los V70, Serie 5, Audi A6 Avant. Supongo que por esa causa tienen tanto éxito los monovolúmenes pequeños como el Touran, el Zafira, C-Max y compañía.

Me lo compraría si no tuviera hijos, seguramente la misma versión que he probado. Un buen coche.