domingo, 14 de diciembre de 2014

el fracaso


Esto que voy a intentar explicar ahora es interesante. Al menos, a mí me lo parece, en serio. Les ruego que hagan un leve esfuerzo por comprender el concepto, una idea que revolotea desde hace tiempo, una de esas mariposillas que vienen y van, que entran y salen, que a veces solo intuyes, y que en otras ocasiones las ves con claridad meridiana. Al lío: 

«El primer gran fracaso del hombre». 
"El fracaso del hombre, con su perfección técnica, para resolver los grandes problemas sociológicos de hoy es sólo la segunda gran tragedia que aflige a nuestra raza. La primera, y quizá la mayor, es que, en cierta ocasión, estos grandes problemas sociológicos se resolvieron y, sin embargo, las soluciones no fueron duraderas porque la perfección técnica de que hoy disponemos no existía."

Vuelvan a leerlo, por favor. Cuando acaben, reléanlo de nuevo. Asegúrense de haberlo comprendido. Bueno, a ver si estos ejemplos le aclaran el trasfondo terrible que atenaza nuestra paz:

"Era como tener pan sin mantequilla, o mantequilla sin pan. Nunca ambas cosas juntas.  Pensemos en el mundo helénico, del cual derivan nuestra filosofía, nuestra ética, nuestro arte, nuestra literatura..., toda nuestra cultura. En tiempos de Pericles, Grecia, como nuestro propio mundo en un microcosmos, era un popurrí asombrosamente moderno de ideologías y modos de vida conflictivos. Pero luego vino Roma y adoptó la cultura, pero otorgando e imponiendo la paz. Desde luego, la Pax Romana duró sólo doscientos años, pero desde entonces no ha existido un período similar.
La guerra fue abolida. El nacionalismo no existía. El ciudadano romano pertenecía al Imperio. Pablo de Tarso y Flavio José eran ciudadanos romanos. Españoles, norteafricanos e ilirios se sometían al Imperio. Existía la esclavitud, pero era una esclavitud indiscriminada, impuesta como castigo, resultante del fracaso económico o causada por los reveses de la guerra. Ningún hombre era esclavo natural por el color de su piel o por su lugar de nacimiento. La tolerancia religiosa era total. Si al principio se hizo una excepción en el caso de los cristianos, fue porque rehusaban aceptar el principio de la tolerancia, porque insistían en que sólo ellos conocían la verdad, una actitud detestable para el romano civilizado."

Con toda nuestra cultura occidental bajo una sola polis, con la ausencia del cáncer del
particularismo y del exclusivismo religioso y nacional, con la avanzada civilización existente, ¿por qué no pudo el ser humano conservar los beneficios conseguidos?
Porque, tecnológicamente, el antiguo helenismo permaneció atrasado. Porque sin máquinas el precio del ocio, y, por ende, de la civilización y la cultura para una minoría, significaba esclavitud para la mayoría. Porque la civilización no podía hallar el modo de llevar confort y comodidad a toda la población.
Por lo tanto, las clases oprimidas se volcaron hacia el más allá y hacia religiones que
desdeñaban los beneficios materiales de este mundo, de modo que la ciencia en sentido cabal resultó imposible durante más de un milenio. Además, a medida que menguaba el ímpetu inicial del helenismo, el Imperio carecía de la potencia tecnológica para derrotar a los bárbaros. De hecho, sólo después del 1500 de nuestra era la guerra pasó a depender plenamente de los recursos industriales de una nación, lo cual permitía a los pueblos asentados desbaratar sin esfuerzo las invasiones de tribus y de nómadas.
Imaginemos, pues, que los antiguos griegos hubieran aprendido una pizca de química y física moderna. Imaginemos que el crecimiento del Imperio hubiera ido acompañado por el
crecimiento de la ciencia, la tecnología y la industria. Imaginemos un imperio donde la
maquinaria reemplazara a los esclavos, donde todos los hombres compartieran equitativamente los bienes del mundo, donde la legión se transformara en una columna blindada a la que ningún bárbaro pudiera hacer frente. Imaginemos un imperio que, así, se extendiera por el mundo entero, sin prejuicios religiosos ni nacionales.
Un imperio de todos los hombres; todos hermanos; al fin libres.

Si se pudiera cambiar la historia, si ese primer gran fracaso se pudiera haber evitado...



Esta entrada ha sido inspirada en un cuento corto de Isaac Asimov. Me gusta mucho la ciencia ficción, y Asimov es, sin duda, uno de los grandes, tanto por su prolífica obra, como por la calidad de sus argumentos, análisis sociológicos y sicológicos, la filosofía que impera en todas sus creaciones, y por supuesto su inacabable imaginación.