domingo, 2 de febrero de 2014

entre pinitos y arenillas

Como casi siempre, una decisión repentina suele acabar en una experiencia gratificante.

El plan inicial de montar en bici se fue al traste tras el agotamiento de ciertos grupos musculares por el wakeboarding de ayer, de modo que en cuanto el termómetro alcanzó los 10º C, salí por la puerta del garaje enfundado en vaqueros (para obligarme a no arriesgar lo más mínimo) para dar un garbeo motocampestre, que el cuerpo llevaba varios días pidiéndolo.

Entra en mis cálculos elaborar una pequeña ruta para el grupo de traileros que he tenido el placer de conocer, una manada de auténticos aficionados a la moto, al campo, y sobre todo a disfrutar. No he salido mucho con ellos, pero sí lo justo para saber de qué rollo van... y creo que pasaríamos un buen rato con lo que poco a poco voy elaborando.

Y he hecho un par de salidas alargando por aquí, recortando por allá, buscando variantes para que las motos más gordas no tengan mucho problema.

Hoy he entrado en zona más lejana, sumando km por pistas, que es de lo que se trata, cambiando de terreno y de paisajes. Me he aventurado por zonas que conozco bien de ir en mtb, y me sorprende lo bien que se desenvuelve mi pequeña GS, con la que cada vez me hallo más en comunión.

Sin más rollo, y no queriendo aburrirles más de la cuenta, paso a los obligados pictogramas:

Zona del enduro de Cartaya, realizado una y mil veces en bici.

Más de lo mismo. Si yo paso por ahí, cualquiera puede.

Algún pasaje con un poco de arena, típica del lugar. Un poco de inercia y gas es lo único que hace falta.

A pesar de las últimas lluvias... todo está bastante seco.

A raiz de esta salida, se confirman un par de mejoras a realizar a la máquina, cosas leves, sencillas, pero que pueden mejorar bastante las sensaciones y la seguridad offroad. Si las llevo a cabo, las iré posteando por aquí.