miércoles, 13 de noviembre de 2013

darse cuenta a tiempo

Desde hace unos meses una idea rondaba mi cabezita.
Me cuestionaba mantener el pequeño destechable, o bien venderlo/cambiarlo por otro vehículo más práctico. Es fácil encontrar algo más práctico que el SLK, porque cualquier cosa lo es.
El SLK es pequeño, tiene sólo dos plazas, un maletero paupérrimo no más grande que el de un Ibiza, gasta como un condenado, el seguro es caro, el IVTM es caro, las revisiones son caras, los neumáticos son caros...

Tantas aficiones no se pueden llevar palante, esa es la verdad, y un "deportivo" no es una afición barata ni, quizá, adecuada para los tiempos que corren.

Debates morales aparte, el coche está ahí abajo, en el garaje, y mi sudor me costó tenerlo, por lo que no debo explicaciones a nadie, ni tampoco tengo que esconderme. Es un simple objeto, no un motivo de orgullo, pero tampoco de escarnio. No me vanaglorio ni roneo, pero tampoco creo que se deba mirar mal a quien conduce un auto así, pase lo que pase, y caiga quien caiga.

El caso es que la idea de deshacerme de él ha ido perdiendo peso, sobre todo por una cuestión económica. El mercado manda, la oferta, la demanda y todo eso que seguro ustedes ya conocen tan bien. No es el mejor momento de la historia para ponerse a vender un vehículo de este tipo.

Entre eso y que la ocurrencia de adquirir una furgoneta se ha ido desvaneciendo a medida que he ido comprobando que, en realidad, no me hace falta (ya que el Touran cumple todos los requerimientos en cuanto a espacio para llevar y traer a la playa a mi escueta familia de cuatro junto con todos la impedimenta veraniega, me sirve para las bicis, kitesurf, y además tengo una baca...), todo ello ha ido enfriándome.

He cogido el merchito varias veces estos últimos días y, madre mía, debo estar loco para querer largarlo, un coche con apenas 40.000 km, en perfecto estado, que no ha dado ni el más mínimo asomo de problemas, y que cada vez que me siento a sus mandos me proporciona una enorme sonrisa.

El sábado pasado fui a recoger a Pepe al picadero donde recibe unas clases, momento que aproveché para disfrutar, una vez más, del placer de la rodadura de este pequeño exponente de la deportivad germánica:


Por supuesto, iba a cielo abierto, pero en un entorno rural como ése es mejor evitar la entrada de polvo, moscas y cualquier otra cosa inadecuada en el cuidado interior.

En definitiva, que no renuncio de momento a la mini flecha de plata. No sé, en realidad, en qué estaría yo pensando...

2 comentarios:

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