domingo, 14 de abril de 2013

singletrack fury: el escalpelo comienza a cortar

Glorioso y magnífico día para hacer cualquier tipo de actividad outdoors. Aunque tengo que reconocer que a pleno sol podría hacer un poquito, una mijita, de calor.

Por suerte, los pinares que rodean a Aljaraque proporcionan fresca sombra bajo la que cobijarse, y aprovechando que el suelo aún tiene algo de humedad, he disfrutado de esos bancos de arena aún compactados por las lluvias de estas semanas atrás. Los senderos están algunos machacados, bien por haber pasado motos de enduro, bien porque algunos ESTÚPIDOS que temen mancharse sus zapatillas Sidi o Specialized han creado variantes por doquier para esquivar algún charquito.
Mountainbikers de salón. Con sus bicis de 5.000 euros impolutas, gastados los tacos de sus ligerísimas y frágiles ruedas en el carril bici.
Lo peor.
El antimuntanbaik.

El no querer compartir ruta con este tipo de personajes (que en Huelva, como supongo en todos lados, abunda) hace que normalmente salga solo en bici. A lo mejor, como saben ustedes, puede que me acompañe Julen (poco, dada la lejanía de nuestras respectivas procedencias) o Pedrito, pero eso es como si fuera solo, o incluso mejor.

Hay grupos que quedan los martes y los jueves en el principio del carril bici antes de cruzar el Puente del Sifón. Si usted es gregario, gusta de ir en manda, aborregado, también puede disfrutar de amplia compañía los sábados y domingos por la mañana en el mismo sitio.

Eso yo lo dejé hace años. Era terrible: saliamos 25 ó 30 ciclistas con gran desorden, y normalmente desprecio por los demás usuarios de la vía verde que comunica Huelva con el campo, imponiendo la ley del más fuerte como si esto fuera una selva. Y luego, cuando nuestras ruedas por fin pisaban la hierba o el polvo, era aún peor. Gran alboroto, uno que pinchaba, otro que rompía la cadena, ahora que paramos a hacer recuento, ahora hay que esperar a unos rezagados, ahora Fulanito se ha perdido... Hemos llegado a pasar más de cuatro horas para hacer poco menos de 20 km. Es demasiado.

 Cuando voy solo, en cambio, voy a mi aire. Nadie me frena y yo no freno a nadie. Nadie presiona. Si pincho o rompo, me busco las habichuelas. Si me pierdo, me encuentro. Y a menudo veo conejos, perdices, meloncillos, águilas, ratones, lagartos de todo tipo... y el trinar de los pájaros no cesa. Eso es bello. Eso es naturaleza. Huyo de las pistas, del que llamo "pisteo puerco". Busco el sendero, el caminito, lo recóndito, lo escondido. A veces me caigo (hace tiempo que no, acabo de caer en la cuenta), a menudo se me escapa un grito de emoción, un yiiijaaaaa, cuando bordo tres o cuatro curvas seguidas, o doy un saltito, o me enchufo en una breve bajada.

Y cuando me sale de los mc nuggets, paro a tirar una instantánea:


Qué bonita y qué bien va la Scalpel, mamma mía. Jamas pude imaginar que iba a disfrutar tanto de su conducción. Las cualidades de su diseño son asombrosas por inesperadas, pues es perfecta para mis propósitos.
El que piense que es una bici de rally, o de competición, o de maratones... se equivoca. Se puede hacer todo eso, pero no creo que sea el arma adecuada para ello. Porque tras ese rígido cuadro de fibra de carbono, el sistema de suspensión sin rodamientos en los puntos de giro, la horqiulla monobarra (o sea, que no es una horquilla, claro está), se esconde una bicicleta con un potencial de divertimento desmesurado, asombroso.


Curiosamente no me he cruzado con ciclistas en las zonas perdidas de senderos, sí en alguna pista de enlace. Pero la nota diferente de hoy ha sido econtrarme con una patrulla del SEPRONA en moto, unas Yamahas TT600E. Estaban parados en medio de un caminito, y no sé qué hacían allí, la verdad, aunque poco importa ahora.
Les saludé (educación ante todo), y les pregunté sobre la legalidad de circular en moto por caminos y pistas. No me lo han aclarado mucho, curiosamente, y me dijeron que me acercara a la Consejería de Medio Ambiente a preguntar. Sí me han dicho una cosa que yo no sabía: no se puede circular por el campo con vehículos a motor durante la temporada de verano. Por los incendios, dicen (¿?).
En fin, me despedí y allí les dejé, charlando tranquilamente. Dura la vida y el trabajo de la Guardia Civil. Lo mismo me presento yo a Guardia del SEPRONA ese, oigan, es cojonudo.

En definitivo, la rutita de hoy ha sido bonita, un disfrute total.

Se acabó, al maletero y hasta la próxima.