martes, 16 de abril de 2013

El concepto

La generación del golf GTI, la R80GS, la Puch Cobra, el Copaturbo, el París-Dakar africano de grandes bicilíndricas… Los que tenemos o empezamos a tener la barriguita prominente, el pelo gris, y algún que otro clavo o tornillo reforzando nuestro esqueleto… Ahora, cuarentones, más o menos despreocupados o pasotas, a menudo caemos en el funesto tópico de “cualquier cosa pasada fue mejor”.

Sí, sí. “Ya no se hacen motos como las de antes”, y sigo: recuerdo la época de las auténticas motos trail, aquellas monocilíndricas legendarias con refrigeración por aire y carburadores… esas sí que eran buenas motos, y no las de ahora. Ahora no hay motos buenas, no hay motos trail. Claro, claro. Más tarde, en otra entrada, volveré a este asunto. Pero ahora, ¿qué cosa sea el trail? ¿Ein? Ya esbocé un poco esta cuestión en una anterior entrada. Al final, creo que nos equivocamos al intentar definir a una moto o un estilo de moto como trailera.

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Legendaria.

 El trail parece ser más un ejercicio de estilo por parte del piloto (nunca mejor dicho lo de pilotar, por ser la navegación un apartado interesante e importante, si uno quiere, en esta actividad) que una catalogación o nicho de diseño o propiedades características de una máquina inerte. Una cosa está clara, yo creo que el trail se ha hecho toda la vida, incluso mucho antes de acuñarse el palabro.

Emilio Scotto a las puertas de Thula, la ciudad semiprohibida.

Nuestros abuelos ya hacían trail, alguno en moto, los menos, pero otros en bici, otros a pie, y otros en burra. Hoy día es más o menos fácil acceder a una motocicleta, es la democratización de los bienes de lujo, y con la democratización viene el jolgorio de fabricantes, la oferta, y el consumidor que se ve arrastrado por la publicidad y la literatura vertida por las revistas “especializadas”. Aunque ahora, por lo visto, tampoco se hacen pruebas como las de antes.
Y es que nada es lo que era. Nada… ¿o sí? Lo de viajar o explorar o simplemente hacer kilómetros sin destino definido se ha hecho siempre, está claro y es algo irrefutable, y además, me atrevo a afirmar que cada cual lo ha hecho con lo que ha tenido, querido o podido. Los casos de esos que dan la vuelta al mundo por todo tipo de países y terrenos con una Goldwing viejuna o una R1 de las primeras; correr el Dakar con una Vespa; atravesar toda Europa y Asia en bicicleta; todo ello es conocido y aceptado. Y ahora cada cual tiene que buscar su instrumento. Antes con un mapa y una brújula si acaso. Hoy hay quien no sale de casa sin el Garmin último modelo y un celular con varias aplicaciones, incluso un teléfono satélite.
Unos viajan aún en monocilíndricas alegando que tienen potencia suficiente y son económicas y fiables, y otros que no se mueven con menos de 100 cv bajo su culo. Unos no han cogido una moto de campo en su vida, y otros no han pisado el asfalto más que con el coche familiar para ir a trabajar. Hay de todo en la viña del Señor. Me vengo a referir a que es el tema de trasladarse por todo tipo de firme, sin entrar en los extremos, lo que define al concepto, y no el medio empleado: obviamente, no queremos hacer trial, que es en lo que parece que un sector de los foros y clubes se obstina. Para eso están las motos de trial y las de enduro puro y duro. No se trata de empalmar dobles y mesetas en un circuito de cross, ni de batir ningún récord de velocidad en una pista del desierto. Como tampoco se puede batir el mejor tiempo del circuito de Jerez con ninguna moto que te permita hacer con seguridad un viaje cargado hasta las trancas por Marruecos. Eso es inviable.
Vemos, por tanto, que una moto de enduro no es una moto adecuada. Poderse se puede, cuidado, pero no es la más adecuada, como tampoco Lo es una Panigale, ni una K1600LT. Que habrá gente que lo haga, no me cabe duda, porque ya lo dijo el famoso torero: “hay gente pa tó”.

Ole sus McNuggets!!!
O sea, y como colofón (unos pocos fuegos de artificio ahora, por favor, tachán tachán), que el trail no compra, ni depende de la flecha. Es el arquero, es el camino, es la idea. O como decía el gallego Pazos de la peli Airbag: el conceto.