sábado, 31 de diciembre de 2011

Va de retro.

Después del largo almuerzo familiar celebrando mi media vida, que no ha acabado hasta las cinco más o menos, me han recogido un par de amigos para tomar unas copitas, cosa típica de las fechas.
Yo, aún en contra del limitador, he tirado pal monte, que es para donde siempre tira la cabra, ya saben a lo que me refiero...
A la vuelta, a hora prudente y pertinente, he venido conduciendo uno de los vehículos de Joseantonio, también conocido como el Zulú, el Mandinga, o más comúnmente, el Mandahuevos:

Menuda pareja de elementos, el auto y el sujeto...
En el retrato nocturno, aunque mi colega parezca un modosito que pierda aceite por la acera de enfrente, no es eso en absoluto, para nada, se lo aseguro.
La máquina consiste en un Citroen 2CV de los tiempos de Maricastaña, perfectamente restaurado y puesto a punto, con sus suspensiones megablanditas que parece que el coche va a volcar en cada viraje, su motor bicilíndrico bóxer de escasísima potencia, su volante grande y finito, y su característica palanca de cambio.
Para mí, que nunca había conducido ninguno, ha sido toda una experiencia. No ha sido algo tan guay como el Mini de hace una semana, pero sí igualmente romántico... sólo espero no estar haciéndome mayor demasiado pronto.
El carro, la verdad, es bonito y legendario, y su diseño se remonta a la oscuridad de mediados del siglo pasado, lo que es una buena pila de años, incluso de décadas en este caso.

Interior del espartano aparato. Se vislumbra el cambio, y en primer plano el enorme y fino volante.
Es muy fácil de manejar, y enseguida se le coge el truco al cambio de sólo cuatro velocidades. Pero reconozco que, a pesar de todo, no es un coche que me vuelve loco o que me compraría. Antes pillaría sin dudarlo un VW escarabajo o un Mini. Aunque confieso que mi sueño verdadero es un 911 de los antiguos, cuanto más viejuno mejor, pero son tan caros que lo más seguro que es nunca llegue a mis manos, y menos ahora tal y como van las cosas.
Bueno, no me puedo quejar con mi merchito, que me ha dado y me da muchas alegrías y satisfacciones.
Un beso a todos y felic año venidero, por cierto.

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