sábado, 26 de noviembre de 2011

reborn: recuperando las costumbres

Ahora, después de un poco de pollo asado -magnífico- para almorzar, hago recuento y recopilación de ideas y sensaciones.
La satisfacción es en mí, después de muchos días, y ello me agrada.
Después de un cafelito gracias a ese estupendo invento llamado Nexpresso, cojo el sin techo, le meto un poco de gasola, y tiro para la sierra.
Hacía meses que no daba un paseo así:
Según Gúgel son 247 km, según mi auto son 237.
Fui en plan coupé hasta que dejé la N435 para coger el desvío hacia Berrocal, a 14º, totalmente soportable gracias a un gorro de lana y la calefacción de mi asiento al mínimo: genial.
El día invitaba a pasear, y la sierra se encuentra en su total esplendor. Lo mejor, un tráfico nulo, apenas un par de ciclistas solitarios por esas carreteras olvidadas por el vulgo populacho y lejos de las rutas turísticas habituales.
En la venta del Cruce de Santa Ana paré a desayunar mi buena tostada de pan de pueblo con café y un gran zumo natural. Como el día está siendo climáticamente excelente, algunos motoristas aparecen en el centro de reunión serrano:

El viaje de vuelta sin incidentes, y resultándome curioso no haber detectado ni un sólo picolo ni radar. De hecho, los tres radares fijos en la N435 estaban apagados. Curioso.
Una vez en Huelva, he presenciado el partido de baloncesto de mi chico Manu. Han perdido, pero han jugado magníficamente. Una pena.
Como al llegar a casa aún quedaba una horilla para almorzar, me ha dado tiempo a subsanar un problema de ajuste del freno delantero de la Trek, e incluso una breve partida al Granturismocinco.

¿Qué me deparará la tarde? Un poco de ejercicio para gemelos, y subir y bajar las escaleras de mi casa unas cuantas veces. Ese es el programa para cuando acabe la digestión...

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