Sin comerlo ni beberlo me vi con este Breil Ducati Corse, que es un reloj que, la verdad, yo jamás hubiera o hubiese comprado. No obstante, ahí está. Ayer le cambié la pila y volvió a la vida alegremente como si no hubiera pasado nada, como si no le importará nada de lo ocurrido. Sin pedir ninguna explicación sobre su condena al cajón, resurgió alegre con todas sus funciones inalteradas.
Obviamente, su cristal no tiene tratamiento antireflejos, y como es curvo es difícil que no ocurra eso... |
Obviando la explicación de lo ordinario que es tener un Breil -a menos que se trate uno de aquellos magníficos relojes automáticos buceadores de hace treinta años, el glorioso Breil Manta 1000 m-, este que ahora les muestro tiene ciertas peculiaridades. En primer lugar está hecho para Ducati, lo que me llega en la parte sentimental porque he tenido varias de esas motos, todas ellas magníficas, y en una época de mi vida que ha sido una de las mejores.
En segundo lugar, los detalles. No sé lo que costó, ni tampoco me importa, pero tiene cosas que, bueno, ahí se las enumero o desgloso: marca la hora con cierta precisión derivada de su movimiento de cuarzo, incluso los segundos mediante una pequeña agujita en la parte inferior; el dial es de fibra de carbono; tiene función cronómetro; tiene función de 24 horas y fecha; la caja parece muy maciza, hecha en acero, muy gruesa, y su color hace un bonito contraste con el negro del dial y los detalles rojos, así como con la correa de goma que también es roja, muy cómoda, que a su vez tiene el toque de un cierre deployante, algo impropio en correas de este tipo; y finalmente se supone que se puede sumergir a 100 metros -lo que no creo que sea recomendable con tanto botoncito-.
Les dejo otra instantánea para verificar su grosor tremendo, más propio de relojes hundibles más de 1000 metros:
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