lunes, 25 de julio de 2011

El gen del torero

Ayer leí una interesante columna sobre la recuperación de José Tomás, alias La Estatua. El tipo lo paso regulín-regular, parece ser, por una cogida seria que tuvo en Méjico. Como consecuencia de ello, ahora toda su sangre es azteca, lo cual, supongo, lo hará más exótico, que no más valiente, mejor ni peor.
Dieciocho meses ha tardado en pisar el albero, al menos públicamente.


Terrible momento. J. Tomás se acordará siempre de ello.

Yo llevo cuatro meses y medio liado, cada día que pasa me siento más fuerte, pero de vez en cuando tengo un arrechucho por sobreentrenamiento: la semana pasada estuve viernes, sábado y domingo con el muslo al rojo vivo, inflamado y dolorido de verdad. Hoy ya estoy mejor, y claro, ahora me animo de nuevo y venga a darle caña. Y todo por montarme en mi ciclostátic y aumentar un poco la resistencia... pues me he jodido la pierna bien!!
Es lo que hay. El sufrimiento tiene que estar. Me he roto el hueso más duro del esqueleto por cuatro partes, y eso no es moco de pavo. Por fortuna y gran suerte, mi rodilla y cadera están intactas, y recupero la masa muscular poco a poco, pero de forma muy dolorosa.
Dicen que los ciclistas tienen muy alto el umbral del dolor. Todos me preguntan si me desmayé en algún momento cuando tuve el accidente... ojalá, les contesto yo. Después de un par de episodios de dolor insoportable -"córtenme la pierna", chillaba yo, "me tiro por la ventana", dicen que llegué a aullar- en la 320 del Virgen del Rocío, la verdad es sí, vale, ha dolido, sobre todo los dos primeros meses fueron bastante chungos. Ahora cada vez duele menos, y lo que no me abandona es la inflamación de tobillo y pié. Me dice el ilustrísimo doctor Belascoain que eso durará varios meses más.
Yo no soy un ciclista al uso, no me machaco a lo bestia, ¡ni si quiera me depilo las piernas! Y le doy a todos los palos, incluso a la ciclostátic. Tengo un rodillo, una anciana bici de carreras que me viene casi cinco tallas grande, y cuatro bicis de montaña. Y las uso todas, la mayoría de las veces en salidas furtivas y rápidas de sólo dos o tres horas, que es poco dentro del mundo del fanático bicicleteril.
Pero reconozco que el ciclista tiene que estar hecho de una pasta especial. No sé la pasta de la que está hecho el torero, que dicen que son también muy especiales -algunos los llaman superhombres, pero creo que es pasarse-. El ciclista que realmente usa la bici y pedalea seriamente tiene una gran capacidad de esfuerzo físico cuando está bien entrenado, pero sobre todo su fuerza es más mental que otra cosa. Es lo mismo que correr una maratón. Cualquiera puede correr los 1500 metros, pero no todo el mundo sirve para hacerlo durante 42 km. La cosa está ahí dentro, en el tarro.
¿Tendrá alguna relación con el gen?

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