jueves, 28 de abril de 2011

The Shining

Hoy voy a hablar de una peli que vi antesdeayer, en la caja tonta. Sí, leyeron ustedes bien, en la televisión, la cadena Sexta según creo recordar, o sea, que me tragué la correspondiente parte de metraje en anuncios comerciales deleznables... eso es así.
El filme es uno que llevaba yo años queriendo ver, pero que, por hache o por be, nunca se dieron las casualidades cósmico-terrenales para ello, y eso que tiene un montón de años, tantos como treinta.
Fue rodada en 1980, y está basada, o se supone que es una adaptación, en el libro de Stephen King que tiene el mismo título:




La verdad, no es para tanto la fama de la obra. Tantos años escuchando de lo terrible del ambiente, del sobrecogedor argumento, del inenarrable horror... y casi me duermo. La peli no hay por donde cogerla, y constituye una mera sucesión de extraños e inconexos episodios fruto del estado más o menos hipnótico de su director, supongo. El señor Kubrik lo mismo te regala un bellezón de metraje, que un bodrio horripilante, y éste forma parte del segundo grupo. Es de suponer que el libro de King, maestro moderno del horror, fiel sucesor de Poe y las historias del Ktulu, es sumamente detallado y descriptivo, como es su habitual costumbre. Conozco bien a King, fue leído mucho por mí en mi temprana adolescencia, y sin haber tocado una sola línea de The Shining, me atrevo a afirmar que la película es un puto bodrio comparado con el libro.
Pero hay más. Nicholson está grande, sin duda, pero no crean que es por nada en especial, es que el papel le va como anillo al dedo. Especializado en papeles varios de sicópatas, desquiciados y enfermos mentales -sólo hay que dar un breve repaso al historial de películas en las que ha intervenido-, éste de escritor con crisis de creatividad al que se le va la olla le viene que ni pintado, oigan, y la verdad es que lo borda con creces. Y con ello acaba prácticamente lo único bueno de la película.



Porque, y no me quiero explayar mucho, hay algunas otras cosas que son para volver loco al espectador, pero loco de verdad: el doblaje de la mujer del escritor, a cargo de Verónica Forqué, más que lamentable, en serio; las escenas inconexas, los giros en la línea temporal que no cuadran... llega un momento en que no se sabe qué coño está pasando, si son alucinaciones de uno, de la otra, del niño, o si pasan algunas cosas de verdad; si los fantasmas no pueden hacer daño físicamente, ¿cómo pueden abrir puertas y soltar al loco ese?
Y así sucesivamente. Creo que, a falta de leer el original de King -que ya no leeré, se me pasó la edad-, la película no está bien explicada.
En resumen, un jodido bluf, del que se salvan únicamente las dos o tres escenas más histriónicas de Nicholson, pero eso sólo porque a mí me gusta. Al que no trague a Jack, lo pasará francamente mal.

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