viernes, 3 de marzo de 2023

Pop

Y un día vi en algún sitio que había una exposición de arte pop en mi ciudad, cosa que mucho me extrañó, y decidí ir, ¿cómo no?

A la entrada de la Fundación Cajajol, calle Padre Jesús Nazareno, se anuncia la exposición con este cartel:


Traspasamos la puerta y deberíamos parar a leer un gran poster explicativo de la famosa corriente artística:


En la única sala de que se compone esta muestra, breve muestra, escueta, lacónica si se me permite el epíteto, encontramos apenas ocho (sí, 8) obras realizadas por cuatro de los seis autores señalados en el último párrafo de la explicación fotografiada anteriormente, ocupando tres de sus paredes, que pueden ver en las siguientes imágenes:





Yo me quedé asombrado de cómo algo así puede adquirir la categoría de arte, y cómo otras cosas que podríamos ver y disfrutar a diario no lo son. El eterno asunto de "qué es arte y qué no, quién lo decide, quién le pone precio". Me disponía a tomar una toma pictofráfica para redactar esta entrada, y la señorita uniformada que estaba tras un pequeño mostrador, entretenida con su móvil, se ofreció a qué posáramos y ella nos la tiraría. Rechacé la oferta, y más tranquilo sabiendo que no me iban a llamar la atención, saqué las varias imágenes positivadas a todo color que ilustran este seudo-reportaje, y así ahorrarles la visita al evento.
De todos modos, si quieren seguir viéndolo en persona, tienen hasta el próximo 19 de marzo.

El mismo día me topé en la red con estas gloriosas ejemplificaciones de verdadero arte pop, actuales, muy actuales y verdaderamente transgresoras por su significado profundo más allá del empleo de los colores: toda una ofensa contra las clases dirigentes que nos quieren manejar a su antojo, las oligarquías que desde Bruselas, y sin que nadie se lo haya pedido, nos obliga a electrificar nuestras vidas, a encerrarnos en ciudades de 15 minutos, y a ir a todas partes a pie o en transporte público:




ALABADO SEA EL MOTOR DE COMBUSTIÓN INTERNA. ¡Amén!
 

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