miércoles, 17 de noviembre de 2021

La Picota, mejor en compañía

Una vez más acometo la conquista de este puertecillo de tercera categoría, en esta ocasión junto a mi querido amigo Julen GG. Tenía mucho interés en mostrarle esta linda carretera a este sujeto. De modo que alrededor de las nueve de la mañana del sábado día 13 de noviembre de 2021 arrancamos subiendo el primer repecho tras dejar los coches aparcados en el descampado que queda junto al embalse del Corumbel, sitio típico donde se estacionan los vehículos de ciclistas y senderistas de la zona.


El ritmo es sosegado, podemos ir charlando sin fatigarnos demasiado. La mañana está fría, pero una hora más tarde nos sobrarán el chaleco cortavientos y la braga para el cuello. El Sol nos acompañará dando un calor quizá hasta atípico de estas fechas. Nosotros vamos encantados con la temperatura agradable y la práctica ausencia de viento que nos moleste.
Me llama poderosamente la atención la ausencia de más ciclistas y de motocicletas, que son los usuarios habituales de esta vía, sobre todo los fines de semana. Aún hoy me sigo preguntando las causas.
Tras algo menos de una hora llegamos al mirador que hay justo antes de Berrocal, donde tiro unas instantáneas de Julen vaciando vejiga, y nos hacemos unos retratos de rigor, así como a los velocípedos: su Trek Domane SL4 y mi Trek Emonda ALR5.
Iniciamos un breve descenso lleno de curvas hasta el río Tinto, y comenzamos la ascensión de tres km que nos llevará a La Picota, cuyo último km llega a tener hasta una pendiente del 12%. Lo superamos sin más problemas pues no vamos muy cansados y nos lo tomamos con calma y filosofía.


La vuelta es por el mismo recorrido, que tras subir el par de collados al inicio del retorno, ya es casi todo levemente cuesta abajo, lo que nos deja correr enlazando curvas en algunos tramos, relevándonos en cabeza y a rebufo, hasta llegar a los coches, satisfechos y no demasiado cansados, pues el ritmo general ha sido conservador.



Es la primera vez que ruedo en compañía por carretera, y no puedo estar más satisfecho y contento con la experiencia. Ha ayudado mucho el nulo tráfico y el clima que tuvimos, amén de los bonitos paisajes de la zona que hacen que te olvides de todo mientras orbitas el planeta pedalier sin más objeto que evadirte, en un trance de meditación insospechadamente no buscada.


 

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