miércoles, 1 de septiembre de 2021

Wing

 Hay que probarlo todo?

Reticente desde el principio con este nuevo-viejo invento, que ahora causa furor sobre todo entre los windsurfers, he pasado todo el verano rechazando ofertas de venta, unipersonales o conjuntas (compartidas) con otros personajes por mitades e incluso por terceras partes indivisas. Ni quise probarlo en el agua, cierto es que el concepto no me atraía.

Pero la vida da vueltas, y en el último día de agosto, personado a pie de orilla con apenas cinco o seis nudos de viento, y temiendo pasar una aburrida tarde de martes acompañando al limitador (que se limita a quedarse en su silla medio tomando sol, medio leyendo en la tableta), fue llegar y topar.

Como si de un oráculo se tratase, el Hombre que Susurra a las Cometas, Manuel Oliveira, nada más verme llegar me dijo a grandes voces que cogiera ya de una vez ese invento, que se compone de un ala que es una especie de híbrido entre cometa y vela, y una tabla específica, más corta que un SUP y armada con un enorme foil a modo de quilla asesina y degolladora de incautos.


El wing, o ala, tiene en este caso una superficie de 6'4 m², que en los parámetros de esta nueva actividad deportiva es considerado muy grande, y que venía bien para el poquísimo viento que había. El objetivo era ir y venir sin derivar mucho, hacerme con las reacciones del ala en la navegación y cómo trasladar la potencia a la tabla y poder dirigirla en un rumbo elegido por mí, y no adonde caprichosamente me lleve el viento contra mi voluntad.
El manejo al principio es cansado, y poco intuitivo, pero en un par de bordos ya le fui cogiendo la idea, y vi que tenía mucho parecido con el noble deporte-arte del windsurf más que con cualquier otra cosa. Al fin y al cabo, se puede entender como un windsurf sin mástil, haciendo que tu cuerpo haga las veces de contrapeso y mástil al mismo tiempo.


No se me dio muy mal, di varios bordos y volví al sitio en cada ocasión, incluso gané terreno al viento, pero tuve que abandonar pasados tres cuartos de hora porque la intensidad de moléculas en movimiento decayó y era una lucha vana intentar avanzar por las aguas. 

Como divertimento para pasar el rato un día tonto de viento flojo puede pasar. Como inversión para añadir o, peor aún, sustituir a la cometa, ni me lo planteo. Antes me pillo una tabla de windsurf y vuelvo a mis orígenes acuáticos. Así lo he sentido yo.

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