viernes, 19 de febrero de 2021

Las mejores palabras


Se dice que las palabras públicas han perdido valor, que la verdad y la mentira son ya indistinguibles: vivimos envueltos en el ruido, implacablemente sometidos a la interacción comunicativa electrónica. Al mismo tiempo, se reivindica sin pausa la libertad política de hablar o de callar, pues solo voluntariamente, sin coacciones, se emiten las mejores palabras. Quién sabe, sin embargo, si lograrán hacerse oír.

¿Es posible preservar las palabras íntimas de la vulgarización pública? ¿Qué circunstancias favorecen el surgimiento y la transmisión de las mejores palabras? ¿Qué tipo de actividad es la escucha? ¿Cuándo conviene el silencio y cuándo está justificado gritar? ¿Quién está lo bastante seguro para poder reírse de casi todo?

En este ensayo se recorren situaciones públicas y privadas de despliegue de la palabra sin tutelas externas; ocasiones en las que la palabra es ahogada y reprimida, pero también otras en las que aún alienta la humanidad. En la casa se aprenden los rudimentos del habla y se manifiesta su finalidad primordial, el cuidado y la inclusión en una comunidad lingüística y moral. En la escuela se disciplina a las palabras y se las articula a partir de un modelo de conversación racional orientada a la búsqueda colectiva de la verdad. En el espacio público, la democracia necesita palabras que circulen sin obstáculos, que mantengan mínimamente a salvo el vínculo de la representación, y a su vez prohíbe aquellas que amenazan con la disgregación social. En las redes y los medios de comunicación, por su parte, raramente se cultivan con esmero las palabras, sino que se las deja crecer sin control, permitiendo que se impongan las más feroces. En todos estos casos, la libre expresión es siempre un acto de resistencia y de coraje.

Las mejores palabras no es un tratado, ni una apología, ni un libro de filosofía: es un ensayo sobre la búsqueda y selección de las mejores palabras a lo largo del cual se declina una voz personal e idiosincrásica, más orientada a la conversación que a las conclusiones.

El autor, Daniel Gamper, es profesor de Filosofía Política en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde ha centrado su investigación en el universo conceptual de la democracia y el liberalismo. Ha traducido obras de Nietzsche, Habermas, Scheler, Butler y Corce, entre otros.

La lectura de este interesante ensayo, ganador del 47º Premio Anagrama en 2019 a tal modalidad literaria, me ha dejado poso, ha inducido a la reflexión, a la meditación. Uno va leyendo y cae en la cuenta que está de acuerdo con esto y aquello, y lo de más allá le sonará, pero no había caído en la profundidad con que ciertas cuestiones se han asentado en lo más interior de nuestras mentes, sin casi darnos cuenta. La palabra, definitivamente un arma, un instrumento, una herramienta, que como todas las armas, instrumentos y herramientas,  no son buenas ni malas per se, sino que depende del uso que el actor haga de ella. Una extensa visión de múltiples caras, enfoques y puntos de vista, la influencia del verbo, la libertad de expresión, los derechos que lleva anejos e implicados... Todo eso y mucho más, con un esmerado lenguaje y un estilo que derrocha calidad y denota una espectacular cultura del pasado y de las más recientes tecnologías y también hitos sociales y políticos. Interesante.
De paso, me ha venido al mismo tiempo esta otra reflexión que encontré en la red de redes, que creo se puede hilar:

′′ El coeficiente intelectual medio de la población mundial, que siempre ha aumentado desde la posguerra a finales de los 90, ha disminuido en los últimos veinte años...

Es la vuelta del efecto Flynn
Parece que el nivel de inteligencia medido por las pruebas está disminuyendo en los países más desarrollados.
Muchas pueden ser las causas de este fenómeno.
Una de ellas podría ser el empobrecimiento del lenguaje.
Varios estudios demuestran la disminución del conocimiento lexical y el empobrecimiento de la lengua: no se trata sólo de la reducción del vocabulario utilizado, sino también de las sutilezas lingüísticas que permiten desarrollar y formular un pensamiento complejo.
La desaparición gradual de los tiempos (subjuntivo, imperfecto, formas formadas por el futuro, participante pasado) da lugar a un pensamiento casi siempre al presente, limitado actualmente: incapaz de proyecciones en el tiempo.
La simplificación de tutos, la desaparición de mayúsculas y puntuación son ejemplos de ′′ golpes mortales ′′ a la precisión y variedad de la expresión.
Solo un ejemplo: suprimir la palabra ′′ joven ′′ (ahora deshecho) no significa simplemente abandonar la estética de una palabra, sino también promover involuntariamente la idea de que no hay fases intermedias entre una niña y una mujer.
Menos palabras y menos verbos conjugados implican menos capacidad para expresar emociones y menos posibilidades de elaboración de pensamiento.
Los estudios han demostrado que la violencia en las esferas públicas y privadas proviene directamente de la incapacidad de describir sus emociones a través de las palabras.
Sin palabras para construir un razonamiento, el pensamiento complejo se hace imposible.
Cuanto más pobre es el lenguaje, más pensamiento desaparece.
La historia es rica en ejemplos y muchos libros (Georges Orwell - ′′ 1984 "; Ray Bradbury - ′′ Fahrenheit 451 ′′) han contado cómo todos los regímenes totalitarios siempre han obstaculizado el pensamiento, reduciendo el número y cuántas palabras significan.
Si no hay pensamientos, no hay pensamientos críticos. Y no hay pensamiento sin palabras.
Cómo se puede construir un pensamiento hipotético deductivo sin libertad condicional?
Cómo se puede considerar el futuro sin conjugación con el futuro?
Cómo se puede capturar una tormenta, una sucesión de elementos en el tiempo, ya hayan pasado o futuros, y su duración relativa, sin una lengua que distinga lo que podría haber sido, lo que ha sido, lo que es, lo que es Podría ser, y lo que será después de que suceda realmente sucedió?
Queridos padres y maestros: hagamos hablar, leer y escribir a nuestros hijos, alumnos. Enseñar y practicar el idioma en sus formas más diferentes. Aunque parezca complicado. Especialmente si es complicado
Porque en este esfuerzo está la libertad.
Los que afirman la necesidad de simplificar la ortografía, purgar la lengua de sus ′′ defectos ", abolir los géneros, los tiempos, los matices, todo lo que crea complejidad, son los verdaderos artesanos del empobrecimiento de la mente humana .
No hay libertad sin necesidad.
No hay belleza sin el pensamiento de la belleza."

Autoría:
Cristóbal Clavado
Graduado en Ciencias-Po París, titular de un MBA, entrenador profesional, Christophe Clavé pasó 25 años en empresa, como DRH y luego Director General. También fue encargado del curso de Estrategia y Políticas de Empresa en HEC París durante 5 años.

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