lunes, 9 de noviembre de 2020

Se veía venir...

Hay que aprovechar al máximo. Algunos tenemos que sufrir las consecuencias del incumplimiento otros de normas y consejos por el bien de todos. Mientras otros se reúnen a hurtadillas como si nada estuviera ocurriendo, en un despreciable acto de egoísmo absoluto, sin respecto y con todo el desprecio hacia sus semejantes, incluso sus más allegados mayores, los demás salimos casi lo imprescindible, huímos de meetings multitudinarios, nos repele la muchedumbre, nos alejamos de la grey. 
Hay muchos libros que leer, pelis que ver, paseos que dar.
Y se veía venir que esto pronto iba a acabar, como ya ocurrió. Aquella vez fue un poco inesperado. Ahora era crónica de un encierro anunciado. 

Servidor aprovechó para montar en moto por el campo el sábado, una ruta variopinta en la que tuvimos que sufrir carretera, aburridas pistas, campo a través por un track que ha desaparecido... para llegar al precioso e incomparable entorno del precoto de Doñana. En alguna parte entre Bollullos e Hinojos, nos fuimos perdiendo por senderos estrechos con muchas curvas, en un terreno idealmente regado por las últimas lluvias (por fin). 

Tanto se retorció la cosa, que en un túnel de vegetación nos encontramos un paso entorpecido por un pino que se se había caído con los vientos de la semana pasada, y alguno tuvo problemas para pasar por debajo. El ratito que tardamos en pasar por esa estechura, la Honda XR650R de Pedrito se recalentó, y tuvimos que parar motores para esperar a que se enfriara un poco.

En la primera imagen, al fondo pueden ver el tronco caído en medio del camino, a media altura. En primer plano Antuán aprovechando para echar unas caladas. Pedrito ni se quitó el casco, abochornado como estaba, supongo. Perico, detrás, sonríe malicioso...


Lillo se descojonaba de la situación, y no es para menos. Algunos no se enteran de que para seguir el ritmo de aventura y dificultad de motos modernas (690 y 701), no se puede ir con una moto casi del siglo pasado. La tecnología ha avanzado, y no nos queremos enterar. El romanticismo tiene un precio.

La de marras es bonita, suena fenomenal, pero nunca comprenderé la fama y mitología que hay alrededor de este modelo y su antecesora, la XR600, a las que también he visto romper en una ruta cualquiera, amén de los problemas para arrancarlas en caliente y otros inconvenientes....




El domingo tocó coger bici.
Fue un arrebato, mitad porque el cuerpo me lo pedía, mitad porque dormí poco y mal, y con el madrugón ya tenía las pilas cargadas. Salí casi al alba y aproveché para pedalear con tiempo fresco y un poco de llovizna al principio que apenas me molestó. 
Tuve tiempo de volver tras 50 km para ver las carreras de Moto2 y MotoGP en casa.


El terreno del pinar apareció perfecto en esa mañana dominical, poca gente, las gafas se me empañaban a ratos, sobre todo en algún sendero ratonero donde no podía desarrollar velocidad. Buen agarre, algunos charcos, barro, y finalmente salió el sol: glorioso.




Para rematar los últimos retazos de libertad, antes del cierre de mañana martes, hoy he subido a la venta del Cruce de Santa Ana con la 749, a la que hacía dos semanas que no arrancaba. Una subida-bajada non stop, con mejor ritmo en la vuelta, una vez reconocido el terreno y visto que no había tanta humedad en el suelo como pensaba en un principio. De este suceso no hay prueba pictográfica, ni falta que hace, la moto ya está muy vista.
Llegué casi sin contratiempos a casa sobre las seis de la tarde con bastante sol de frente, lo que hace la vuelta muy molesta en algunos puntos, sobre todo alrededor de Valverde del Camino por la orientación de la carretera.
Mañana martes comienzan dos semanas de reclusión perimetral: no podremos salir del término municipal, con lo que prácticamente se anula pasear en moto, y muy poco en bici. ¿Saldré a correr un poco para mantener algo de forma? Ya veremos.
 

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