viernes, 6 de diciembre de 2019

Un beso de la flaca

Me esperaba tranquila en la buhardilla. Una pasada con el trapito para quitar el polvo más evidente, hinchar los tubulares, corta prueba por el garaje de la comunidad... ya estaba lista para el paseo matutino del día siguiente.
Meses y meses sin tocarla, y ella me corresponde como si fuera el primer día. Máquinas básicas, sencillas, fiables, fuertes.
Quise aprovechar el par de horas muertas que iba a tener antes de acudir a un almuerzo familiar, y pensé que estirar las piernas sería una buena idea. 

Acero Columbus SL, guiado del cable de freno trasero por el interior del cuadro. Detalles con casi 30 años.


Me encantan los bujes de alas anchas, muy bellos a pesar de la suciedad incrustada. Perdón.

Frenos Delta, tirantes tipo espaguetti, ruedas tubulares... no es que sea retro, es que es clásica

¿Diríase que el tubo superior tiene sloping negativo!
Un velocípedo fuera de tiempo (ancrónico, pero válido, como hoy se demostró una vez más), y también fuera de talla, como demuestra la altura del sillín respecto del cuadro. Tuve que fabricarme una tija ad hoc para poder introducirla al máximo (aún conservo la original, que tiene un apéndice aerodinámico en la parte trasera que impide profundizarla tanto). Asimismo, el sillín original lo conservo bien guardado, demasiado grande y pesado, y pernicioso para la próstata seguramente. Lo cambié en su momento por el réplica Lance Armstrong, ligero y ¡duro!, sólo para culos curtidos:


La ruta consistió en tirar por el carril bici hacia la Playa de la Bota, y una vez allí, viendo que iba bien de tiempo, por la carretera de la playa seguí hasta Punta Umbría. En la rotondo del Hotel Barceló di la vuelta. Sin matarme, intentando llevar buena cadencia (que es difícil con el cambio trasero de solo 6 velocidades y dos platos enormes). Es normal encontrarse algo atrancado en cuanto te despistas un poco, supongo que por la falta de costumbre, el engorro de las palancas de los cambios allí abajo en el tubo diagonal (además de la vieja escuela total, no indexados, hay que cambiar tanto al tacto, como por oído), y la postura de conducción de una bici que excede mi talla en varios números...


La Otero tiene su punto, como todo trasto antiguo, y me ha gustado recordar los tiempos en que la cogía más a menudo. Ha hecho un día magnífico, el campo alrededor del carril bici y de la carretera hacia Punta empieza a estar muy verde, los árboles pintan bonitos. Y sí, he sonreído varias veces, claro.

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