viernes, 14 de septiembre de 2018

Las estrellas, mi destino

El 21 de marzo de 1957 no sólo comenzó la primavera. Fue la fecha de publicación de esta maravillosa obra de arte que es "Las estrellas mi destino", cuyo título original es "Tiger! Tiger!" (¡Tigre! ¡Tigre!). Su autor fue Alfred Bester, no muy prolífico en libros de ciencia ficción pero, ¡amigo mío, qué buenas!.

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dibujito alegórico al Tigre
El argumento es simplemente la historia de una venganza: Gulli Foyle, un mecánico de escasa cualificación técnica y menores capacidades intelectuales, es el único superviviente de una accidentada nave espacial. Sobrevive escondido en un armario estanco a duras penas, y detecta una nave, el Vorga, que pasa cerca. Lanza todo tipo de señales y avisos para su rescate, le ven, paran, parece que todo va a ir bien, pero la Vorga arranca de nuevo y se larga dejándole abandonado a su suerte... A partir de ahí se inicia toda una historia de aventuras en la que el protagonista está movido por una única fuerza, poderosa y obsesiva: la venganza.

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Bester introduce temas muy interesantes, adornados con una prosa alegre y fácil de leer, que no exenta de giros de enorme calidad, rayando en la poesía, en el momento más inesperado. Conceptos como la teleportación, uno de los ejes de la historia (el llamado "jaunteo" en el libro, cosa natural, habitual, que ha cambiado la concepción del mundo y de la sociedad), la mejora de las habilidades de manera artificial (ciborg), la telepatía, incluso el viaje en el tiempo... son temas tratados en Tigre, y bien tratados.

La novela aumenta el interés según pasan las páginas, se convierte en algo verdaderamente trepidante, emocionante si me lo permiten, acción casi sin parar, algún que otro giro imprevisto, y un final verdaderamente difícil remata una de las mejores lecturas de este género que han pasado por mis manos. 

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