domingo, 1 de octubre de 2017

Primas lejanas

Cuando uno mete mano a su máquina, se crea un vínculo imposible de adquirir de otro modo. Es como curar a tu hijo enfermo, regar tu huerto, construir tu casa.
Conoces sus secretos, sus fortalezas y debilidades, y finalmente la miras con otros ojos, y la tratas con sutiles y acariciadoras maneras.

Esta semana que ahora acaba, he estado ayudando a mi amigo Antonio Lozano con un problema en su Cagiva Raptor 650, una belleza de corazón japonés y alma italiana... diseñada por un argentino!!! 
Menudo popurrí. Lo cierto y verdad es que la Cagiva tiene su atractivo, motivado seguramente por ser una rara avis, muy poco vista, y quizá con una estética que no a todos gusta.
A mí sí, y a Antonio también.
Resueltos de manera casi mágica e incomprensible los problemas de carburación, inundación de cilindros, desgasolinamiento de las cubas, etcétera, por el siempre benévolo método de reiniciar el sistema, esto es, desmontar todo y volverlo a montar con cariño, prestando cuidado y exquisita atención a todos los detalles, finalmente la moto va como un jodido reloj suizo. Arrancó a la primera, y así siguió usándola Antonio entre semana para ir a su taller, de allí a su casa, o al gimnasio, y tal.
Como prueba de fuego final, hemos hecho una salida a carreteras serranas, yo con la rubia y él con su mini MV Agusta (relacionada con su chasis, de bella factura), donde se exige más al motor, tanto por la cambiante temperatura ambiente, como por pasar de circular a nivel del mar junto a la costa, hasta tres o cuatro puertos de montaña que hicimos.
En el momento del desayuno, en una atestada venta que puso a prueba nuestra paciencia para ser atendidos, aproveché para sacar esta autofoto en la que se nos puede captar tristes y pesarosos:


La Raptor siguió rindiendo al máximo nivel, siguiendo la estela de la 749 perfectamente. Antonio tiene buenas manos, y el que tuvo, retuvo. En la maravillosa carretera de Berrocal tuvimos nuestro momento de éxtasis, y cuando paramos junto a la presa del Corumbel para charlar y echar una meada, así me lo hizo saber Antonio, que se lo había pasado pipa curva tras curva, subidas y bajadas, pif-pafs varios, esos tres o cuatro garrotes brutales que como no los conozcas puedes acabar en el fondo de un barranco...
Pura moto. Pura vida.

El diseñador de la Raptor, Miguel Angel Galluzzi, fue el que diseñó, entre otras, la exitosa Ducati Monster. Es una evolución, una modernización del concepto. Formó equipo con Terblanche, quien diseñó la 999/749, durante su estancia en la fábrica de Borgo Panigale. Actualmente siguen colaborando en otros proyectos de Moto Guzzi.

Por tanto, aunque de estilo y motorización muy diferentes, son motos hermanadas en espíritu, y como la experiencia demuestra, perfectamente compatibles sobre el retorcido asfalto de nuestra sierra.


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