viernes, 6 de mayo de 2016

Singletrack fury: Paz

Una mañana de esas.
Ni llueve, ni deja de amenazar. Es el tercer y último día de vacaciones en medio de un calendario, sin objeto, sin pretexto. Simplemente porque sí, y como tal, aprovecho para llevar a cabo aquello que me enamora, me da vida, me da un sentido personal y me centra.
¿Soy el único? No soy especial, hay que ser consciente de ello. Esa sensación, pura vanidad, hay que deshacerse de ella. Simplemente soy.


Mi última creación, mi postrero rescate, este combo cuadro+horquilla que acaba de cumplir veinte (20) años, me da todo lo que necesito. 
La vida simple. Así de fácil. Alto tan lógico, tan radicalmente sencillo y singular (en ambos sentidos, el estricto y el figurado), no puede sino producir un efecto claramente liberador en mi alma, si es que la tengo, o si es que tal cosa existe o es.


A pesar de unos días de pequeñas lluvias, breves, como de nubes asustadas por verter su fruto, el campo ya está mutando, se amarrona, amarillea. El verano está a la vuelta de la esquina de esa hoja de calendario que día tras día pasa una y otra vez, sin que nada pueda frenar la marcha del planeta en su órbita alrededor de esa estrella horriblemente potente que es nuestro Sol.


Deja que fluya, que nada te influya.
Veinte kilómetros, un suspiro en términos de ciclismo. Suficiente para tomar oxígeno, para desentumecer las piernas.
Me hago viejo, y lo noto. Me cuesta arrancar, y los primeros kilómetros son como a cámara lenta, como si los muslos dijeran "¡NO!" 
Pero pronto las articulaciones se lubrican, la energía sale por los poros, las piernas suben y bajan como pistones de un motor viejo que se niega a dejar de funcionar. 
La ruta, que voy improvisando entre pinos, curvas, revueltas, con un par de aventuramientos de caracter exploratorio, ayuda a entonarme. 
Oh, qué paz, menuda calma cuando paro para tomar alguna instantánea o simplemente para escuchar el silencio, sólo roto por el trino de aves locales en plena ebullescencia del cortejo. Es lo que tiene esta época.


Veinte kilómetros de pasión, de disfrutar, de soledad, de singletrack.

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