domingo, 24 de abril de 2016

el remate

Un buen día el de hoy, domingo.
Para empezar, me he levantado cuando el cuerpo me lo ha pedido, sin estrés. Nada de prisas para salir en bici, moto, o desplazarme a Sevilla. Nada de visitas intempestivas. Todo calma y sosiego. Solaz preveraniego, diríase.

Un poco de lectura, un poco de visionado de peli, y, para rematar, la carrera de Jerez, en la que VR46 ha impuesto una ley tan dura que ha sido hasta aburrida. Bueno, por lo menos he pasado un buen rato riéndome con Manu de los comentarios banales y sin sentido de los comentaristas Puig y Crivillé, y de los irritantes modos de E. Rivera. Me quedo con el golpe sobre la mesa del de Tavuglia, la rendición de Lorenzo, y la impotencia del bastardo Márquez y de Penosa. Una pena la rotura del motor de Dovi, y extrañado por el rendimiento de su compañero de equipo, Ianone.

Después de comer los restos, magníficos restos por cierto, de la fabada del viernes, un cafelito con mi limitador, y al Terramar, en Punta Umbría, a esperar a que el viento nos permitiera disfrutar de un broche de oro para un fin de semana muy bueno. Lo que yo no sabía es lo que me esperaba para rematar la faena...


Una maniobra en la que perdí la tabla, una ola que la lanzó hacia mi, un choque duro contra una mollera desprevenida... y siete puntos en el centro de salud de la localidad costera, donde una hábil y tranquila enfermera de nombre María José, me ha tratado como a un rey.
A lo hecho, pecho. Aún me quedaron ganas de volver al lugar del crimen y despedir la tarde con un fresco tercio, como mandan los cánones:


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