lunes, 30 de noviembre de 2015

Caños, oh, sí!

Y llegado el momento de gastar mi último día de vacaciones para este año, ¿qué mejor que un lunes que iba a ser la guinda del pastel de una corta estancia junto al faro de Ttafalgar?

Llegaríamos el domingo 29 de noviembre, por la mañana, y para cuando tomamos posesión del apartamento ya había unos cuantos kiters disfrutando de un día de esos bastante fuertes. Se unieron un par de factores para hacer que la playa se llenara de cometas y el ambiente fuera inmejorable, a pesar de estar en puertas del mes de diciembre: era domingo, y además si entraron casi 40 nudos en Caños, eso significaba que en Tarifa estaría impracticable, y la huida hacia el spot más cercano y asequible llevaba a una afluencia mayor en Trafalgar.

Vista desde la terraza del apartamento, lugar privilegiado.
El caso es que tuve que luchar contra los elementos con mi cometa más pequeña, una Drifter de 7 metros, que a todas luces era demasiado para esas velocidades de aire en movimiento. Eché mano de la Convert de 5 metros con la que he enseñado a hacer sus primeros pinitos a Pepe, pero se trata de una cometa viejuna, con alguna que otra reparación, y su comportamiento no me gustó ni un pelo ante las exigentes demandas de un ciclón muy fuerte y con alguna que otra buena racha... de modo que desistí de hacer experimentos, esperé un poco a que bajara la potencia eólica mientras Julen disfrutaba con su Drifter 5'5, y por fin me metí con mi 7 frenada para extraer lo máximo de ese día fantástico.

Después de la batalla, una buena hamburguesa de buey regada con sus correspondientes tercios nos esperaban en Las Dunas, lugar emblemático. Julen, Lolo y un servidor estábamos reventados, pero muuuuy contentos.

Pequeño brindis por todos los que no pudieron venir
El lunes fue bastante más asequible. Empezamos con 7 metros pero pronto el viento se suavizó y tuve que echar mano de la 9 metros, con la que pegué unos cuantos recortes a la ola en la bajamar de la playa de Marisucia, mientras rocas asomaban amenazantes aquí y allá. 
Emoción, satisfacción, algún subidón que otro, y mucha diversión compartida.

Ya nos volvimos, hicimos trasvase de equipajes e impedimenta en Sevilla, y los de Huelva seguimos camino por la A-49 mientras el día nos despedía en medio de un crisol que en pocos sitios más se puede disfrutar tan hermoso:


Gracias, oh bella Pachamama, gracias Planeta Tierra, gracias Océano. Y gracias a Julen y Lolo por acompañarme o permitirme acompañaros, compartir, y disfrutar esta experiencia.

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