viernes, 17 de julio de 2015

Los propios dioses

Para la mayoría de la crítica, se trata ésta de la mejor obra de Isaac Asimov. Afirmar algo así es, como poco, aventurado, pues es sabido que este prolífico autor de ciencia ficción es una referencia en el tema, y seguramente uno de los tres o cinco mejores escritores de este nicho.


Horrible pictograma tomado con escasa calidad lumínica

Yo no he leído todo lo suyo, pero sí bastante, sobre todo lo referente a su serie sobre los robots, la trilogía inicial de la Fundación, varias novelas sueltas, y alguna recopilación de relatos cortos. Es raro que Asimov te decepcione si te gusta la ciencia ficción, porque aunque no suele profundizar en amplias descripciones, ni en explicaciones enrevesadas desde el punto de vista físico-científico, rápidamente comprendes la historia, el fondo. 

Al contrario que otros autores del género, en los que lo ficticio es una excusa para entramar una historia que igualmente hubiera podido vertebrarse sobre una base espacio-temporal "normal", en Asimov siempre encontramos una estrecha relación entre el futuro, la tecnología, o especies alienígenas, y los personajes de la historia, cuando no con la historia misma. Son parte integrante del argumento, que no podría existir sin ese toque de ciencia-ficción. Se trata, por tanto, de verdadera ciencia ficción en el más puro sentido del término.

Los propios dioses no escapa a ese concepto. No se puede haber escrito ese libro sin la aparición de los parahombres, habitantes de un universo paralelo. Los parahombres, que no son humanos en modo alguno, sino unos seres alienígenas que se dividen en tres sexos diferentes, con idioma particular, modo de vida extraño, y tecnología avanzada a pesar de vivir en cuevas por las circunstancias de su planeta, son imprescindibles en lo que se cuenta. De hecho, la novela se divide en tres partes, y es la segunda parte, que cuenta el punto de vista de los parahombres, sus circunstancias vitales, su modo de vida, es este trozo del libro un hito en la historia de la novela de ciencia ficción en sí misma. La imaginación para recrear ese planeta, esa especie, sus conflictos... todo tan diferente y ajeno a lo que conocemos, es algo impresionante. El modo de contarlo también. Nunca se tuvo a Asimov por un poeta ni mucho menos, pero su narrativa directa cala en la mayoría de los lectores, y en Los propios dioses no iba a ser menos. 
La primera parte sirve para plantear la historia, consistente en el hallazgo del parauniverso, y la construcción de la bomba de electrones, una máquina que mediante el intercambio de materia entre ambos universos obtiene enormes cantidades de energía limpia y gratuita, tanta como para alimentar las necesidades de la humanidad... pero todo no puede ser perfecto. Hay un pero.
En la tercera y última parte, que se desarrolla en una colonia humana situada en la Luna, se resuelve finalmente la problemática.

Los propios dioses toca muchos temas interesantes, y eso lo hace ameno, entretenido, a pesar de que tampoco profundiza demasiado, pero creo que no era la intención de Asimov el hacer una novela de 1000 páginas, sino algo de lectura entretenida, eficaz y, como ocurre casi siempre con él, que te deje con buen sabor de boca, queriendo más. Así, toca las relaciones humanas: celos, envidias, atracciones, sacrificios. También asuntos políticos y sociales: independencia de la colonia lunar, reparto de la energía, reparto de poderes políticos... Y por supuesto da cumplidas explicaciones físicas y químicas del funcionamiento de la bomba de electrones y otros avances como el pionizador o motores que funcionan aprovechando la energía gravitatoria.

¿La mejor novela de ciencia ficción de la historia? ¿La mejor de Isaac? Es difícil responder a esto. El cómo se acoge en nuestro intelecto la experiencia de la lectura de una obra así depende en gran medida de muchos factores subjetivos, y no sólo de la calidad de la obra en sí. A mí me ha gustado, y aunque no creo que se pueda decir que tal o cual libro sea el mejor de la historia, sí me atrevo a afirmar que éste es uno de los mejores en su género, que todo aficionado debe leer imperativamente.

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